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Lo único que pude hacer fue correr, no importaba la mochila ni todos los sentimientos que quedaron varados sin respuesta en aquella sala

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Lo único que pude hacer fue correr, no importaba la mochila ni todos los sentimientos que quedaron varados sin respuesta en aquella sala. Jungkook se quedó ahí, solo observando con una expresión que no pude descifrar, el grupo de Hyuna me seguía a un paso rápido.

Solo sentía como las lágrimas nublaban mi vista, y más de alguna caía por mis mejillas, mientras el sentimiento de tristeza golpeaba en lo más profundo de mi alma.

— ¡Puedes correr pequeño marica, pero nunca podrás escapar! — gritaba ella, y tenía razón, jamás podría escapar de esta realidad.

Corrí por los grandes pasillos del colegio e incluso por la salida.

— ¡Vamos! ¡Jugaremos a manchar al maricón! — gritaban las amigas de Hyuna, haciendo que más personas corrieran, persiguiéndome.

Sus risas resonaban por todo el lugar, como si perseguirme fuera aquello que les traía la máxima felicidad del día. Como si mi sufrimiento fuera solo un juego.

En algún punto divisé a Jungkook en la salida, pero él nada más se quedó ahí sin hacer nada, sin decir nada.

"Sálvame, no me dejes caer." Quería decirle, gritarle con todas mis fuerzas que me ayudara.

Lamentablemente, llegué al gimnasio, ya no tenía donde correr. No existía una salida alguna.

— ¡AGÁRRENLO! — gritó Hyuna al quedarme quieto.

Namjoon, el hermano de Jungkook estaba ahí y en cuanto me vio se acercó a mí a un paso amenazante.

— Así que este es el pequeño maricón que trató de tomar la mano de mi hermano. — dijo acercándose hasta quedar frente a frente.

— Él quería que lo hiciera.— respondí mirándolo.

— No, no quería. — dijo enojado.— Lo forzaste.

Las personas que venían atrás de mí se miraron a la espera y una de las chicas habló en ese momento.

— Lo vimos besándolo justo ahora. — miró a las demás chicas que estaban a su lado.— ¿No es así?

— ¡Sí! — respondieron todos.

De todos ellos, casi ninguno había presenciado nada de eso, solo estaban allí para ver como terminaría aquel día para quien consideraban el ser más asqueroso de toda la escuela, de toda la ciudad. Aquel que valía menos que un montón de basura. 

— ¡Maldito marica! — exclamó con asco.

Miró a sus compañeros y entonces hizo una señal con su cabeza.

— ¡Sujétenlo!

— ¡Sujétenlo!

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Marica | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora