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Solo tuvieron que transcurrir días para que sucediera y a pesar de saberlo desde un principio, no dejo de ser menos doloroso

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Solo tuvieron que transcurrir días para que sucediera y a pesar de saberlo desde un principio, no dejo de ser menos doloroso. Jungkook me escribió por mensaje y me citó una tarde para hablar de algo que para él era urgente, en la gran sala en donde se realizan los actos escolares. Debía ser a hora de salida, a sabiendas de que nadie debía vernos y que a esa hora tendríamos la suficiente privacidad para conversar con calma.

Le vi entrar apretando con fuerza su mochila y con la mirada en el suelo. Mi corazón latía con fuerza, como cada ocasión en la que Jungkook estaba cerca de mí.

Le sonreí al tenerlo cerca, recibiendo una mueca en respuesta.

— Y-ya no puedo seguir con esto. — dijo nada más estuvo frente a mí.

— ¿Qué? — pregunté incrédulo, definitivamente no entendía qué pasaba—. Pero creí que te gustaba.

No podía creerlo, nada más hace días todo parecía estar bien. Me quité la mochila dejándola recargada en el suelo, mi corazón latía rápido, pero ya no por emoción, sino completamente dominado por el miedo de perder la única cosa buena que había tenido en años.

— Lo hago... hacía. — dijo él mirándome, lo que era yo, no podía verlo a los ojos sin que mi corazón doliera.— Mira, mi hermano se enteró, m-me amenazó con decirle a mis padres, ellos me matarían si se enteran.

Respondió mirando distintos puntos de la gran habitación mientras su voz se cortaba.

— No, no lo harían. Ellos te aman.— respondí con la voz entrecortada. Tratando de hacer lo posible para convencerlo y a la vez convencerme a mí también de que eso no sucedería, aunque muy en el fondo probablemente mis padres lo harían igualmente. No quería que terminara, lo amaba demasiado, era mi primer amor, mi primera muestra de humanidad. La primera vez que sentía que tenía derecho de ser amado a pesar de como era.

— No conoces a mis papás. — dijo negando con la cabeza y con un voz resignada. —  Mi tía Lalisa salió del closet, y toda la familia la aisló. Ni siquiera se nos permite decir su nombre.

Su voz se quebró por un momento, y sus ojos se cristalizaron. El sentimiento era mutuo, sin duda.

— Papá dice que Dios odia a los maricas, y que todos ellos arderan en el infierno.

Guardamos silencio por unos segundos que parecieron eternos, mirábamos algún punto fijo de la habitación sin saber qué decir. Buscaba alguna idea, algo dentro de mi mente, que me diera la solución a todo.

No encontré nada, y la resignación se hizo presente.

— Bueno... —respondí con ganas de llorar, ya no había vuelta, no había solución— ¿Puedo besarte solo por última vez?

Él solo negó con la cabeza levemente y dejó salir un suspiro cansado, evitó mirarme a toda costa.

¿Sientes el dolor que siento yo?

— Por favor... solo... solo como un último recuerdo. — suplique con la voz ahogada. Aquel día se me arrebataba a quien me hizo experimentar el amor por vez primera, quizá por última vez.

Él asintió con tristeza y nuestros labios se unieron, sintiéndose igual que el primer día hacía tantas semanas atrás. Un sentimiento tan cálido y tan horrible a la vez. Definitivamente, era el final de una historia que, aparente, no pudo ser, jóvenes víctimas de una sociedad que decide quienes podemos ser o no felices.

¿Qué tan infeliz tengo que sentirme para ser normal?

Un último beso que fue interrumpido por Hyuna y su grupo.

Un último beso que fue interrumpido por Hyuna y su grupo

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Marica | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora