Marica | KookV

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— Donghae...

— No, no voy a tener a mi hijo recibiendo palizas todos los dias. — decía mi papá.

Me tiré encima de mi cama en la oscuridad, mirando hacia el techo mientras escuchaba como mis padres discutían por mi culpa.

Una vez más.

— Esto es tu culpa. — decía mi papá— lo mimas.

— No lo mimo.— respondió ella.

Las lágrimas caían de mis ojos y acallaba mis sollozos apretando los labios, mi cuerpo temblaba con dolor.

— No me dejarías castigarlo. ¡Encontré eso debajo de su colchón! — gritaba él.

— ¡Oh Dios! ¡Porque él tenía 8 años! — dijo mi madre.

Mi mente se fue inmediatamente a aquel día hace años, sabiendo que probablemente estaban hablando del dibujo que alguna vez hice y que nunca más apareció.

— Bueno ¡No voy a tener un maricón creciendo en esta casa! — gritó papá.

— ¿Crees que yo quiero que él lo sea? — sus gritos continuaban, sin detenerse, junto con los mensajes que empezaron a llegar a mi ordenador y teléfono.

— ¡No lo sé! ¡Esto no es normal! ¡No sé ni siquiera que está pasando con él! — exclamaba mi padre.

Me levanté de la cama y me senté en el escritorio para ver los mensajes.

— Los niños actúan así— mi madre se escuchaba resignada—. ¿Bien?

"Eres taaaaan asqueroso"

— No, ya no te voy a escuchar, porque obviamente algo malo está pasando con él.— sostenía papá.

Había miles de publicaciones dedicadas a mí, todas diciendo cuán asqueroso era, miles de comentarios, incluso un comentario de él.

"Te quitaré de mis amigos..."  decía Jungkook.

Trataba de no llorar mientras apretaba el suéter que llevaba puesto.

¿Por qué?

— Bien, bien, así que tal vez solo... tal vez solo empacamos nuestras cosas  y tal vez solo nos mudamos. — decía mamá desesperada.

Nadie podía entender el dolor de ver como tu familia se destruye por tus propios errores.

El suplicio de saber que naciste producto del amor de tus padres, terminando tú mismo con aquello que un día los hizo tan felices, logrando distanciarlos por no poder cumplir con el único trabajo que tenías. Pudiendo ver en sus ojos la decepción de saber que nunca podrás recuperar lo que en unos segundos perdiste. 

— Tan solo... Tan solo mudémonos. Y la misma cosa va a suceder en la siguiente ciudad. — terminó por decir papá.

"Muérete marica. ¡Eres tan asqueroso!"

Más mensajes llegaban.

"¿Por qué no te suicidas? ¡Maricón!"

— ¡Realmente no lo entiendo! ¡No sé qué está pasando con él! — lloraba mi madre.

Perdóname mamá, perdón por lastimarte aún más.

"¡Eres un vil pedazo de mierda!"

Sin detenerse.

— ¿Por qué él no actúa como un niño normal?

Mamá, papá, lo lamento por jamás haber sido lo que ustedes querían.

Perdón por decepcionarlos una vez más.