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Me entristece lo aliviado que me siento por volver a Francia. El vuelo es silencioso y largo. Es mi primer vuelo solo. Para el momento que el avión aterriza en el Charles de Gaulle, estoy ansioso por volver a la Escuela de América, incluso si significa tomar el metro yo solo.

El tren que me lleva de regreso a la Latin Quarter es liso y fácil, y antes de que lo sepa, estoy abriendo mi puerta y desempacando mi maleta. La Residencia Lambert retumba placenteramente con el sonido de otros alumnos llegando. Me asomo a través de mis cortinas hacia el restaurante de enfrente. No hay cantante de ópera, pero es solamente la tarde. Va a volver esta noche. El pensamiento me hace sonreír.

Llamo a Wonho. Aterrizó la noche de ayer. Él clima es cálido y fuera de estación, y Jooheon y él están tomando ventaja de él. Están paseando por las escaleras del Panteón, y dijo que debería unirme a ellos. Por supuesto que lo haré.

No puedo explicarlo, pero mientras paseo por la calle, estoy de pronto atormentado por los nervios. ¿Por qué estoy temblando? Solo han sido dos semanas, pero que semanas más particulares. Wonho ha pasado de ser esta cosa confusa a mi amigo más cercano. Y él se siente de la misma manera. Lo sé.

El sol se asoma y calienta mis mejillas. Dos hombres cargando lo que solo puede ser descrito como bolsos-de-hombres se detienen para admirar el cielo. Una mujer baja en tacones de aguja se detiene en maravilla. Yo sonrío y me muevo pasándolos. Y luego giro en otra esquina, y mi pecho se contrae con tanta fuerza, tan dolorosamente, que ya no puedo respirar.

Porque ahí está.

Está absorto en un libro enorme, encorvado y totalmente absorbido. Una brisa mueve su oscuro cabello, y se muerde sus uñas. Jooheon está sentado unos pies lejos, su bloc de dibujo negro abierto y su pluma garabateando. Varias personas están tomando el raro sol, pero tan pronto como están registrados, están olvidados. Por él.

Agarro el borde de una mesa de la cafetería para evitar caerme. La gente mira en alarma, pero no me importa. Me estoy tambaleando, y jadeo por aire.

¿Cómo pude ser tan estúpido?

¿Cómo pude incluso imaginar por un momento que no estaba enamorado de él?

Lo estudio. Se está mordiendo su uña del meñique, así que su libro debe ser bueno. Meñique significa emocionado o feliz, pulgar significa pensando o preocupado. Estoy sorprendido de saber el significado de estos gestos. ¿Qué tan cerca he estado prestándole atención?

Dos mujeres de edad avanzada en abrigos de piel y sombreros combinados pasan. Una de ellas se detiene y se da la vuelta. Me hace una pregunta en francés. No puedo hacer la traducción directa, pero sé que está preocupada por si estoy bien. Asiento y le digo gracias. Me da otra mirada de malestar pero se mueve.

No puedo caminar. ¿Qué se supone que tengo que decir? Catorce días consecutivos de conversaciones por teléfono y ahora que está aquí en persona, dudo que pueda balbucear un hola. Dejo ir la mesa redonda y camino cruzando la calle. Estoy débil en las rodillas. Mientras más cerca estoy, más abrumador se pone. El Panteón es enorme. Los escalones se ven tan lejos.

Él mira hacia arriba.

Nuestras miradas se encuentran, y el rompe en un sonrisa. Mi corazón late más rápido y más rápido.

Él deja su libro y se para. Y luego este (el momento en que dice mi nombre) es el verdadero momento en que todo cambia.

Él ya no es Wonho, el camarada de todos, el amigo de todos.

Él es Hoseok. Hoseok, como la noche en que nos conocimos. Él es Hoseok; es mi amigo.

Él es mucho más que eso.

«The French Kiss»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora