CAPÍTULO DOS | DESESPERACIÓN

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Tuve que salir de aquella casa lo antes posible, ya parecía que el aire no llegaba a mis pulmones y mis arterias no estaban en toda su función.

Ya no.

No quería despertar hoy, pero con mi madre en casa eso no era opción, ella sabía lo importante que era Keith en mi vida. No hace un mes se la había presentado en una cena familiar y habían simpatizado bastante, y justo por eso ella no dejaría que me diera por vencido.

Hoy lunes, el instituto se encuentra de luto por la pérdida de una de las mejores alumnas de Cambray High School. Al pasar por su casillero pude notar las cantidades de flores y otros objetos como retratos y cartas alrededor de ella. Keith se hacía conocer como la chica popular y arrogante del instituto, pero a la vez algunos sabíamos que ella era así solo porque intentaba escapar de su cruda realidad. Era miembro del equipo de animadoras y parte de las jugadoras de voleibol femenino, también ocupaba parte del comité estudiantil por solo el hecho de ser la hija de los MacQuioid, sin mencionar las demás actividades que hacía.

(...)

Las horas fueron pasando con la mayor lentitud que nunca, tenía muchas ganas de dormir, la noche anterior no pude pegar un ojo, temía que Keith volviera a salir en mis sueños como ha estado sucediendo los últimos dos días.

Haciendo de lado las ganas de dormir me apresuro a llegar hasta mi auto al sonar el timbre. Camino entre los pasillos, dejando atrás los montones de estudiantes que intentan reunirse con sus amigos y me dirijo a mi auto. Dentro del parqueo del instituto diviso a los señores MacQuioid, seguramente han venido a recoger las pertenencias de Keith.

—¡Loughty! —Chloe capta mi atención.

—Hola, Chloe. —Intenté sonar normal, ella camina hasta llegar a una distancia prudente, la noto agotada tal parece que ha estado llorando, sus ojos se ven rojos y más pequeño de lo normal, no creo que el maquillaje la haya hecho de gran ayuda hoy.

—Hey —ella igual hace su intento— ¿Qué tal?

—Bien, supongo. ¿Tú lo estás?

—No. Sé que tú tampoco lo estás —desvió la mirada al concreto —escucha, los chicos estarán en la cafetería esta noche, deberías venir.

—Lo tomaré en cuenta, igual gracias por la invitación.

—No hay problemas, Loughty. Te veo luego —, se aleja hasta llegar a su auto e irse, minutos después me propongo a hacer lo mismo.

Al llegar a casa, me encierro en mi habitación y me deshago de mi playera. Siento como mi cuerpo se hunde bajo el suave colchón, podría quedarme ahí durante el resto de mi vida sin embargo no lo haría, necesitaba saber que había pasado con Keithlyn y que le llevó hasta a tal punto. Llegué a pensar que ella era tan egoísta que no le importaba el dolor que sembraría en aquellas personas que nos preocupamos por ella. Era más fácil si lo pensaba así. Intenté una vez más abrir lo que más parecía ser el diario de Keith, ahí debería estar la respuesta de todo, pero la maldita libreta parecía estar sellado bajo siete sellos.

No sé cómo, pero necesito volver a esa casa.

(...)

Después de largas horas logré convencer a mi madre de ir hasta la casa de los MacQuioid así aprovechar para volver a la habitación y obtener la llave.

En cuanto veo mi primera oportunidad la tomo con la excusa de usar el baño para así aprovechar hasta llegar a la habitación. Su aroma aún se desprendía por todos lados ¿Cómo iba a hacer sin ella? Reprendo todas las sensaciones de llorar, cierro la puerta con seguro detrás de mí y empiezo con mi búsqueda, en su escritorio no hay nada parecido a una llave, ni entre sus sábanas. Me dirijo hasta su baño, observo entre las ropas, prendas, pero no hay nada. El peso de mi cuerpo se hunde en su cama, suspiro con desesperación, mis ojos escanean la habitación una vez con más lentitud hasta posarse en un retrato que se encuentra en la mesita de noche; era una foto de ella y su mejor amiga; Chloe. Paso mis dedos en el frío material de vidrio con el fallido intento de sentir el calor de su rostro, una lágrima cae en el cristal justo en su semblante, deslizo mi dedo para limpiarla y noto algo que no había visto antes. Chloe llevaba un collar con una llave como dije.

¡Eso es!

Cuando estoy a punto de abrir la puerta doy un vistazo alrededor asegurándome de haber dejado todo en su lugar. Al verificar que así es, abro la puerta y cierro detrás de mí.

—Joven —La voz de la señora MacQuioid resuena en el pasillo. Despacio doy la vuelta para poder mirarla. —¿Buscaba algo?

—¡Señora MacQuioid! —¿Ahora qué? —estaba buscando el baño, nunca había estado en esta casa a excepción del sábado, lo siento, creo que me perdí. ¿Podría guiarme hasta ella? Por favor.

—Derecho, la primera puerta a mano izquierda. —Sabía que no me había creído, pero ese no era mi prioridad en estos momentos.

—Gracias.

Al llegar al baño, saco mi móvil, busco entre mis contactos el número telefónico de Chloe, sin éxito. ¿Por qué no tenía el número de la mejor amiga de mi novia?

Ya después de dejar a mi madre en casa, manejo hasta llegar a la cafetería donde se encuentra Chloe y las demás amistades de Keith. Me acerco hacia ellos e identifico a unos cuantos.

—¿Este quién es? —Escucho decir a una de las chicas.

—¡Loughty! —Chloe sacude las manos en el aire. Le sonrío para que sepa que la he visto.

—¡Viniste! —dice ya cuando estamos a pocos centímetros. —Me alegra verte.

—Es bueno verte igual.

—Si, seguro —paso mis ojos en ella y está vez me fijo en su pequeño collar dorado con una llavecita colgada. —Escucha, siento ser tan directo, pero ¿Podrías decirme dónde sacaste el collar que llevas? — eleva su entreceja con confusión.

—¿Mi collar? —asiento levemente, ríe con nostalgia llevando su mano a la medalla y acariciarla —, Keithlyn me la dio hace dos semanas atrás. —Ya lo venía venir, está apunto de llorar. —Lo siento —se disculpa —Yo siento que no puedo con esto. —seca sus lágrimas con rapidez.

—Lo lamento—. Ella me toma por sorpresa y me abraza, siento como sus lágrimas mojan mi pecho, no se reaccionar a estos momentos.

—¿Me lo prestarías? —sí, no sabía qué hacer. Chloe se aleja de mí y me mira con indiferencia.

—¿Para qué lo quieres? —cuestiona.

—Prometo que te lo explicaré luego. —Me limito a contestar —lo tendrás de vuelta en clases.

—De acuerdo. Confío en ti, Loughty.

—Seguro, Fernsby.

Keithlyn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora