CAPÍTULO VEINTICUATROS | KAELYN PAYNE

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Este capitulo va dedicada a pocholate6060
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—¿Todo bien contigo?

—Si, es solo... —las palabras se ahogan en mi boca —estrés.

La detective Auguste se encontraba sentada detrás de su escritorio, por primera vez desde que la conocía me permití examinar su perfil, parecía que le gustaba mantener su pelo siempre en una coleta, su piel se veía firme apesar de que contaba con unas cuantas arrugas de más, llevaba dos collares en el cuello, una de plata que tenía tres medallas en forma de hojas con un símbolo que no llegaba a identificar y otra de oro que al igual que la primera contaba con tres diferentes medallas.

—Déjame decirte que te ves perdido. —la señora toma la carpeta que se encuentra en el escritorio y la deja delante de mi. —Este reporte es del 1998, para ser precisos diecinueves años atrás.

El reporte no se veía tan viejo como decía Auguste sin embargo se notaba que la textura del papel pertenecía a otra época a esta. El documento indicaba la desaparición de una joven de 17 años, de estatura 1,74 y cabello rojo que tiene por nombre Kaelyn Payne, al lado izquierdo se encontraba una pequeña foto de lo que suponía que era la víctima, a pesar de que era una copia en blanco y negro sentí reconocer esos rasgos de alguna parte de mi mente. Lejano y borroso, pero ahí estaba.

—No puedo creer que lo lograste. —me es inevitable no sonreír, ya estaba un paso más adelante —¿Ahora que sigue?

—Según tengo entendida los hechos ocurrieron en Nueva Orleans, pero después del incidente la abuela y la hermana de Kaelyn tuvieron que venir a Los Angeles con la criatura, eso me facilita localizar más fácil a los parientes.

La señora Auguste se expresaba segura de sus palabras, pero algo no me estaba cuadrando, el oficial que Chloe entrevistó decía que los familiares se fueron a Nueva Orleans y que el bebé era un niño.

—Cuando fuimos... —me retracto al recordar lo que estaba por decir, no iba a meter a Chloe en esto— Un oficial de la policía aseguraba que era un niño y no una niña.

—Mis fuentes son fiables, es lo único que puedo decirte, ahora si quieres creerle a los corruptos de la policía tú verás, hijo.

Quería decirle que la creía porque así lo había dicho Keithlyn también pero aún no sabía si podía confiar del todo en ella.

—Eso es todo por hoy. ¿Quieres quedarte a cenar? —Auguste se levanta de su silla y sale fuera de la pequeña oficina, yo lo sigo a pasos lentos.

Tenía curiosidad de preguntarles sobre su familia, ¿por que se encontraba viviendo sola en este apartamento que carecía de vida. Me preguntaba si se habrá casado o tenido hijos, o tambien nietos.

Hay un montón de papeles esperando por mi en mi habitación, cortesía de mi tío, pero Auguste se encontraba sola, no podía dejarla así que opté por escribirle a mi madre un mensaje de texto avisándola que llegaría tarde.

Era sorprendente lo rápido que había cocinado, ayude a poner la mesa mientras respondía las preguntas de la detective que ahora solo se basaban de mis estudios y mi trabajo, yo por mi parte evité preguntar cualquier pregunta que tuviera que ver con su vida personal que podía incomodarla. Así pasaron las horas hasta que tuve que volver a casa a soñar con Keith o probablemente terminaría leyendo una página más de su diario.

Keithlyn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora