CAPÍTULO TRECE | ¿ESTUDIANTE DE PERIODISMO?

77 7 0
                                    


Chloe

—Todo saldrá bien —me animaba a mí misma. Si algo había aprendido de Keithlyn era de como fingir que todo estuviese bien, aunque estuviera hecha mierda.

—Vas a estar bien —comenta ahora Loughty.

—¿Tenemos algún plan B por si algo sale mal?

—¿Que puede salir mal? —pregunta no tan seguro.

Vestía una blusa blanca y una falda negra, típica de una puberta en el periodismo. Del cuello tenía colgado un carnet de la supuesta universidad de periodismo que asistía, lo cual era falso. Solo esperaba que no se dieran cuenta, en dado caso, si eso pasaba mi identificación estaría a salvó. El pequeño Loughty tenía todo planeado, la idea era entrar presentarme como Anna Johnson, estudiante de segundo año de periodismo, pedir una entrevista a un oficial del departamento de desaparecidos, preguntar sobre el caso de Kaelyn —si es que acaso existía, anotar toda la información en la pequeña libreta, luego agradecer e irme. Eso sería todo. Así de fácil Loughty lo había pintado.

El sonido de mis tacones se ahogaba en la dura alfombra azul, a cada paso bajo la apretada falda que amenazaba en cualquier momento a romperse. Sorprendentemente era la única que tenía en mi guardarropa, y joder me estaba apretando el trasero. Cuando le pregunté a Loughty de cómo me veía, solo se había limitado a decir "—Definitivamente vas a sacar algún dato valioso." No era lo que esperaba oír, pero igual era algo.

El ambiente está alborotado, había personas por todas partes, unas hablando por teléfono, otros andaban de ahí para allá, unos lloraban otros esposados, como dije; alborotado.

Me siento a esperar a que se organice de algún u otro modo. No recuerdo muy bien si Loughty me había dicho si había acordado alguna cita o no, solo estaba sentada, dándome ánimos a mí misma.

—¿Señorita le puedo colaborar en algo? —Un oficial de cabello oscuro se acerca a mí.

—Anna Johnson, estudiante de periodismo —, apresuro a ponerme de pie y le tiendo la mano.

—Oficial Rojas, para servirle —nuestra piel hace contacto en un suave apretón.

—Un gusto —, sus ojos cafés me escanean de forma discreta —. Necesito entrevistar a un oficial sobre un caso.

Una pequeña sonrisa burlona se asoma en su rostro, era un oficial guapo sin duda —cari... Disculpe —interrumpe— joven, no sé si se haya dado cuenta, pero está es una oficina muy ocupada, no puede llegar acá solo a pedir una entrevista.

—Cariño... Perdón, —imito— oficial Rojas, soy consciente de lo ocupado que están, he estado sentada acá durante media hora esperando. De verdad necesito hacer esta entrevista. —humedezco mis labios con mi lengua seguido de un suspiro. Sus ojos descendieron a mis labios, estaba logrando lo que quería, lo estaba provocando.

—¿Al menos tiene alguna idea a quien quiere entrevistar?

—Departamento de desaparición. Mi investigación es sobre el caso de Kaelyn.

—Tengo un amigo detective que puede ayudarte, pero está almorzando. ¿Te importaría esperar un poco más? Podemos ir a tomar algo a lo que esperas —, sugiere— si quieres, por supuesto —agrega. Estuve a punto de aceptar y entonces lo que parece ser otro oficial de alto rango pide de su atención. —En otra ocasión será —, sonrío aliviada.

Se despide avisándome que su amigo llega en unos minutos.

No supe si fueron quince o treinta minutos los que espere a que llegara el detective García, la persona que entrevistaría. Camino detrás de él, al llegar a su oficina me invita a tomar asiento en uno de los dos sillones que se encuentran ante su escritorio. Es un lugar pequeño pero acogedor, fotos de lo parecía ser su familia estaban colgado a la pared gris junto con otras medallas y unos cuantos certificados. Parecía ser realmente bueno en lo que hacía y era feliz con ello. Tomo mi libreta y saco el lápiz de mi bolso.

—Todo suyo —se acomoda en su asiento fijando su vista hacia mí. —El oficial Rojas dijo que venía a investigar sobre el caso Kaelyn.

—Si. ¿Ha escuchado de ello?

—No —, lo sabía — no mucho. Se lo mismo que cualquiera de esta ciudad. —¿La cuidad? —El caso de Kaelyn ha sido un caso olvidado durante muchos años, es curioso que alguien investigue sobre ello. ¿Qué ha escuchado usted?

—Es uno de los tantos casos sin resolver. Una adolescente que desaparece sin dejar rastro dejando a su pequeña bebé y a su abuela con tan solo un papel despidiéndose.

—¿Tiene alguna teoría de lo que haya pasado? —sentía como si mi papel había cambiado y la que estuviera siendo entrevistada fuera yo y no él.

—No tengo nada en concreto, pero no creo que una adolescente pueda solo decidir irse de su hogar y no aparecer nunca, sin dejar un solo rastro. Los adolescentes son muy impulsivos y despistados, no creo que haya logrado hacerlo sola. Tampoco creo que alguien sobreviva sin las redes sociales. ¿Tiene usted alguna otra teoría? —dibujo unas cuantas líneas en mi hoja de apuntes.

—Kaelyn tuvo un amor, ya sabes... esas cosas que dicen sentir los adolescentes. Kaelyn quedó embarazada y dejó su casa, nadie supo nada de ella hasta que decidió aparecer nueve meses después. Cabe la posibilidad de que haya ido en busca de su gran amor —, esto se estaba poniendo algo estúpido, nada de lo que decía ayudaba.

—Mencionó que este caso ha pasado hace mucho. ¿A cuánto tiempo se refiere?

—Diecinueve años con exactitud. Kaelyn es una fantasma, no hay fotos de ella a excepción de una cuando tenía siete años de edad.

—Puedo ver. —Observa su alrededor, por unos segundos fugaces su vista se centra en un punto fijo detrás de mi.

—Como puede imaginarse, el caso está cerrado y las evidencias no se encuentran conmigo.

—¿Dijo pruebas? ¿Cuáles?

—La nota que dejó y algunas de las pertenencias de la joven.

—¿Que ha pasado con la familia de Kaelyn? ¿Su abuela, su hermana? ¿Dónde está la bebé?

—La familia se movió hace años a New Orleans.

—¿Y la niña?

—¿Dijo niña? —frunce su entrecejo.

—Kaelyn desapareció dejando a su bebé. —asiente.

—Si, pero no fue una niña . Era un niño llamado César, su tía la adoptó y se lo llevó lejos de todo.

Estaba procesando la información que el detective García acababa de dar. ¿Un niño?

—Ahora si me disculpa, tengo deberes que atender.

—Otra última pregunta detective—, este asiente a regañadientes, presentía que le estorbaba mi presencia. —¿Por qué decidieron dar por cerrado el caso? —me arrepiento al momento de formular la pregunta. Había tanto que preguntar y había desperdiciado la oportunidad.

—Falta de pruebas.

—Pero para eso están ustedes ¿no?

—Joven... —lee el nombre que está en el carnet para proseguir —Johnson... créame que hacemos nuestro trabajo, ahora le pido que se retire si no hay más preguntas.

—Muchas gracias, detective García. Espero verlo pronto. —Estrecho mi mano hacia él.

—Para servirle.

Con pasos firmes camino fuera de su oficina, siento como si su mirada siguiera encima de mí, volteo mi mirada hacia su oficina y confirmo que me observa a través de su ventana. Un escalofrío recorre mi espina dorsal bajando por toda mi pierna. Eso había sido escalofriantemente extraño.

Keithlyn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora