Viernes trece de enero del 2017.
¿Sabes cuál fecha es? Se que no di una primera buena intención, ni una segunda... tampoco en la tercera, estaba hecha mierda y tú me volvías más mierda.
Nunca creí en el amor a primera vista, no es que ahora lo haga ¿sabes? Pero desde el momento que te vi en la enfermería del instituto sentí algo, llamémoslo atracción a primera vista. Te sorprendería con la facilidad que logro describirte mientras estoy acá sentada, sin verte.
Tu mirada oscura me intimidaba, me hacían sentir como si pudieran ver dentro de mí, desnudando todas mis facetas, y créeme que me aterraba que alguien las descubriera. Tu mandíbula es firme, afilada, como si contuvieran un secreto que aún tus carnosos labios no habían podido expulsar. Tienes ese cabello rizado por el cual siempre quise enredar mis dedos, la curiosidad de cómo reaccionarías bajo mi tacto me estaba consumiendo, y lo único que podía escuchar cuando estaba cerca de ti era mi subconsciente gritarme que me alejara de ti, que eras demasiado puro para estar cerca de tanta malicia.
Fuiste una de mis tantas víctimas, pero a diferencia de los demás, no te intimidaba, probablemente porque debiste haber notado lo débil y jodida que estaba y eso me irritaba.
Me irritabas tanto que no podía parar de pensarte. Le hable de Chloe de ti y sorprendentemente no solo sabía tu nombre, ella sabía en qué grado estabas, que clases tenías incluso fue quien me dijo que estudiabas en la enfermería. También me había enterado de que no eras nuevo como pensaba, era tu segundo año y nunca te había notado, lo cual era extraño porque conocía a todos de Cambray High School.
Según Chloe tomaba la frustración como excusa para poder pensarte, sabía que era verdad, pero ¿cómo iba a admitirlo?
Daylan Loughty. Ughhh estabas metiéndote en mi piel y no sabía cuándo había sucedido. Sabía que los martes ibas a la enfermería a ayudar a la Dra. Dugue, y casualmente aparecía cada martes con moretones, que tu terminabas por curarlos. Me pareció gracioso que nunca me dijeras nada sobre ello, hasta que caí en cuenta que habías estado siguiendo mi juego, sabías que no eran reales, sino que eran moretones hechos con maquillaje. Estaba apenada y agradecía que no habías dicho nada.
Varias semanas después, me invitaste a salir y acepté. Seguía siendo un completo desastre, pero aun así no te alejabas. No supe el momento exacto en la que nos hicimos pareja, podíamos quedarnos horas en el teléfono sin importar que no emitíamos palabra alguna, a veces solo me bastaba sentir tu respiración atraves del teléfono para sentir que todo estaba bien. Era una afortunada al tenerte.
Y primera vez en mucho tiempo podía decir que era feliz. Tú eras esa felicidad.
5/25
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Keithlyn ©
Teen Fiction"Lo que la mayoria no sabe, o parece ignorar, es que el suicida ya esta muerto antes de saltar" -Javier Villatorio