CAPÍTULO ONCE | INSOMIO

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          La poca luz de los faros que provenían de la calle se infiltraba por mi habitación. Escuchaba el sonido de la lluvia golpeándose a la ventana, parecían pequeñas piedras dirigiéndose a ella. No sabía exactamente qué horas eran, pero suponía que fueran ya las dos de la madrugada.

El diario rojo de Keith descansaba a mi derecha. Ese diario me quitaba el sueño, el hambre, incluso las ganas de vivir. Ahora el "caso sin resolver". Admito que era un caso intrigante, muchas preguntas surgían de mi subconsciente anhelando alguna respuesta coherente. Una de ellas era ¿Como siquiera decidieron dar por cerrado el caso?

Nadie la había visto salir por ninguna parte. Mi primera teoría era que hubiera un túnel secreto dentro de la casa que dirigía fuera del país. Era estúpido así que lo descarté antes de siquiera terminar de pensarlo. Otra era que se hubiese evaporado, pero era aún más desquiciado. Descartado.

Salgo de la cama para acomodarme en la silla de mi escritorio, espero a que la computadora encienda para empezar mi investigación. La poca luz azul de la computadora ahora iluminaba la habitación, apresuro a tomar pluma y papel para escribir. Ahora que me encontraba en Google mi mente se quedaba en blanco. Tenía tantas dudas que no sabía por dónde empezar a buscar. Escribía algo y antes de terminar lo borraba, volvía a escribir y volvía a borrar. Así me mantuve durando cinco minutos. Me estaba frustrando.

No tengo ninguna fecha concreta para buscar, no tengo apellidos, ni una dirección. ¿Cuántas Kaelyn habrá en todo el mundo? ¿Cuántos casos de desaparición sin resolver? ¿Estará viva la abuela? ¿Habrá recuperado el habla? ¿Cuántos años tendría en Claire?

Escribo lo primero que se me viene a la cabeza. No tenía ningún apellido, pero quizás podía tener una pronto. Pensé en empezar a buscar en las redes sociales, al fin y al cabo, todo adolescente lo usa ¿no? ¿Pero, como sabría quién era? Opte la idea de buscar en YouTube casos de adolescentes desaparecidas durante los últimos años. Salía un montón, pero ninguna concordaba con la historia que había escrito Keithlyn. Sabía que no era un simple caso, esa historia de algún u otra manera conectaba con ella, pero ¿cómo? No tenía sentido. Nada lo tenía.

¿Como desaparecer sin dejar rastro? En menos de treinta segundos, montones de páginas aparecieron en la red. Encontré un artículo que afirmaba que si se podía lograr. Una de las maneras era desaparecer legalmente, bajo una nueva identidad de la policía; nuevos nombres, nuevo entorno, nueva vida. Otro método era por lo ilegal. Consistía en lo mismo, pero requería más cuidado, deshacerse de los documentos, de la internet, irse de la cuidad, cambiar de aspecto y adoptar nuevas costumbres, mantenerse alejado del correo postal, en pocas palabras vivir una vida llena de mentiras.

No fueron mucho lo que tarde en realizar que no iba a llegar a nada. Cada minuto eran un desperdicio. Cada intento de llegar a una conclusión eran un fracaso. No había prueba, ninguna pista. No había conclusión alguna. Lo que me hizo dudar y preguntarme si siquiera era verdad.

Keithlyn ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora