Hablemos.

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Hera les da la bienvenida. Nosotros protegemos su identidad, su matrimonio y su dinero así que, por favor, disfruten de su estadía.

Cuando la pareja a la que Jin se ha dirigido, casi de manera robótica, termina de marcharse suelta un suspiro que no refleja nada más que su cansancio. La noche que vio a SooYu, antes de que se marchara, la chica le había hecho una petición: Hablar con NamJoon. Pero Jin en ese momento se encontraba demasiado agotado, más que física, mentalmente y no se sentía lo suficiente estable para hablar con nadie.

Por primera vez en mucho tiempo, incluso después de la tortura que fue vivir siendo un amargado amoroso todos esos años, Jin siente que todo le ha afectado a tal punto que un ligero dolor en el pecho no le deja en paz. No sabe describir lo que se arremolina dentro de sí como una mezcla de un poco de todo, que le impide sentirse completamente feliz, triste o enojado, y que solo deja paso a una fatiga mental que duda poder soportar mucho tiempo.

Solo hay dos cosas de las que sí está seguro y son que, como le pidió SooYu, necesita hablar con NamJoon y que, definitivamente, dejara de trabajar en Hera.

Después de la experiencia con SooYu, y sabiendo que conoce a muchas personas adineradas aunque él mismo nunca ha sido uno, Jin ha decidido que seguir trabajando en ese lugar no es lo mejor que puede hacer y, por alguna razón, considera que es tiempo de poner en práctica sus años de universidad.

Asegurar que está tomando una buena decisión al dejar su trabajo sería una mentira porque, sinceramente, no lo sabe pero tan pronto como llego esa misma tarde al lugar ha pedido hablar con el encargado para así poder presentar su renuncia porque no tiene pensado cambiar de decisión. Con respecto a hablar con NamJoon todo parece necesitar más tiempo porque no sabe realmente qué dirá cuando pida hablar con él, lo que sí tiene claro es que debe ser pronto porque dejar pasar el tiempo no sería lo más adecuado.

Jin pasa la mano por su cuello y después revisa la hora. El reloj marca las once con diecisiete de la noche y siente que sus ojos apenas pueden enfocarse de la manera correcta, como si llevara días sin dormir aunque solo han sido un par de noches en las que lo último que le golpea es una sensación de amargura, tristeza y algo más que no sabe. Lo peor de todo es que ni siquiera se atreve a tratar de sacar un poco de lo que le atormenta hablando con YoonGi porque, aunque el chico bajito y de piel pálida le ha preguntado varias veces si se encuentra bien, Jin no ha podido hablar sobre lo sucedido, algo dentro de él se lo impide, no quiere volverse un manojo de lágrimas y quejas frente a su amigo por más confianza que le tenga y mucho menos recibir consejos que en vez de ayudarle solo lo confundirán más.

Posiblemente está siendo muy tonto porque tal vez, en cambio de lo que piensa, YoonGi pudiera aclararle las ideas y reconfórtalo, aunque sea un poco, pero simplemente no puede. No quiere. Algo dentro de él le obliga a mantenerse callado y torturarse con sus pensamientos y sentires, como si después de todo aún se mereciera sufrir más.

Una figura femenina con uniforme blanco y mascara a juego se le acerca y le toca el hombro para llamar su atención, cuando la tiene le saluda de manera rápida. —El encargado quiere hablar contigo —dice con cierto tono que hace parecer todo una mala noticia.

Jin sonríe. —Ah, claro. ¿Está bien si me marcho un momento?

La chica asiente sin decir nada más y Jin pasa a su lado para dirigirse al pasillo que da paso a las oficinas privadas donde solo algunos empleados tienen permitida la entrada. El ruido de sus zapatos golpeando contra el reluciente piso le causa cierta sensación de soledad y vacío con la que, por primera vez, odia sentirse familiarizado.

Cuando ha avanzado lo suficiente, y después de echar un par de miradas a su alrededor para asegurase de que no haya nadie cerca, Jin se lleva una mano hacia el rostro y se quita la máscara. No es que le preocupe que le vean sin mascara, porque de hecho ya lo han hecho muchas veces, lo que no quiere es toparse con alguien y verse obligado a saludarle o incluso a entablar alguna conversación solo por educación cuando apenas tiene ánimos de seguir respirando.

Una puerta se abre sin previo aviso y un hombre sale, al ver a Jin sonríe con amabilidad y se acerca a él.

—Oh, muchacho te estaba esperando, creí que no te había llegado mi mensaje o que habías cambiado de opinión —dice el hombre dándole un par de palmadas amistosas en el hombro— No lo has hecho, ¿cierto?

Jin niega con la cabeza y el hombre empieza a caminar haciendo que Jin le siga sin cuestionar hacia donde se dirigen. Avanzan por los pasillos hasta llegar a uno por el que Jin no recuerda haber caminado nunca, incluso puede asegurar que no sabía de su existencia, pero aun así continua avanzando mientras el hombre a su lado le habla sobre lo extraño que es que quiera presentar su renuncia siendo que recibe tan buenos beneficios.

—...Pero hoy en día los jóvenes tienen otras aspiraciones —concluye en hombre con un suspiro antes de detenerse frente a una puerta en un pasillo que parece no haber sido pisado por muchas personas nunca. —En fin, aquí estamos.

El hombre gira el costoso pomo de la puerta y la empuja dejando ver a Jin el interior aunque él apenas logra ver el recibidor porque la oficina parece ser inmensa a comparación de las otras a las que ha entrado, por cuestiones ajenas a la razón por la que hoy se encuentra ahí.

—Pasa, pasa —le pide el hombre dejándole el paso libre. —Yo no me encargo de las presentaciones de renuncia, suerte.

Y cierra la puerta detrás de él antes de que Jin pueda decir cualquier cosa, dejándole completamente solo y sin saber qué hacer o a quien dirigirse. Con algo de nerviosismo Jin se pasa las manos por los costados de sus piernas, en el pantalón, tratando de secar el sudor que se ha empezado a generar en las palmas de sus manos.

Bien —piensa—. Debes avanzar, supongo —se dice a sí mismo.

Casi obligándose da un par de pasos y después otro par más, en unos segundos ya está avanzando casi sin dificultad y con confianza hacia el centro de la oficina pero sus pasos se detienen y su confianza sale disparada de su cuerpo cuando ve a NamJoon sentado en la orilla del escritorio frente a un gran ventanal.

¿Por qué? —Se pregunta Jin a sí mismo mientras NamJoon le devuelve la mirada cargada de tantas cosas que Jin siente que algo dentro de él va a explotar en cualquier momento— ¿por qué de todos los lugares posibles tuve que terminar justo aquí?

—Hablemos, Jin, por favor.    

Jin se humedece los labios con la punta de la lengua. —Hablemos —dice y, para su sorpresa,la voz no le tiembla.    



150618 | YoyisEJ ♥

Motel | NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora