Cuando el cielo se torna oscuro y el sol se oculta, dejándole su trabajo a la Luna, es cuando llega mi momento de salir a trabajar. Pero este día tuve que dejar mi trabajo para poder concentrarme en la salud de mi hermana.
Entré en la habitación de hospital, donde mi hermana dormía plácidamente, siendo cuidada por un hechicero con menos reputación social que yo misma. Su traje negro de cuero con cadenas de metal colgando de su pantalón, solo hacía que me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba.
Había pasado más de veinticuatro horas intentando averiguar la estadía de un demi-âme anciano, intentando descubrir si está huyendo de nosotros o simplemente murió. No obtuve éxitos en mi búsqueda, pues fui interrumpida por una llamada del hospital, avisando que mi hermana estaba en cuidados secretos por haber tenido un accidente en una misión. He intentado convencerla mil veces de que debería dejar el trabajo y dedicarse a tener una vida normal, como una adolescente normal, pero salió demasiado terca y orgullosa como para rendirse.
—¿Tu eres Artemisa?
La voz del hechicero me hizo despertar del trance en el que había entrado, sin ser consciente que me había quedado mirándolo fijamente.
—Sí, soy la hermana de Atenea —caminé hacia él para poder hablar sin despertar a Nea—. ¿Puedes explicarme quien eres y que pasó?
—Ah, fue una suerte que logramos llegar a tiempo —dijo aliviado, sonriendo hacia mi hermana.
—¿Logramos? ¿Tú y quien más?
—Sylver y yo, Eros. Un gusto conocerte, Artemisa —agarró mi mano y la llevó a su boca, besando mis nudillos con suavidad—. He escuchado muchas cosas sobre ti.
Estoy segura que cosas buenas no son. Un momento...
—¿Dijiste, Sylver? —soltó mi mano y miró hacia otro lado con desagrado.
—Sí, siempre me hacen de lado cuando menciono a Sylver.
—Es porque hablamos del príncipe desterrado. Él no pudo llegar y salvar a mi hermana. Él es un asesino, odia a los humanos, lo ha dejado en claro muchas veces y...
Me quedé en silencio cuando vi la mirada de reproche de Eros. Estoy siendo una mal agradecida, ya que si fue Sylver o no, mi hermana está viva.
—Tuvo suerte o pudo haber terminado con la pila de cuerpos muertos —asentí, quedándome en silencio por una vez en mi vida—. Sylver entregará el reporte de la muerte de la demi-âme, podrás acudir a él y leer todos los detalles.
Si puedo acceder al reporte, estaría ahorrándome la molestia de tener que verme con el hechicero más odiado del mundo. Es curioso cómo es posible que odien mas a Sylver por algo que hizo hace años y no a los demi-âme malos que asesinan humanos día a día. Pero Sylver no es trigo limpio.
—Gracias por cuidarla en mi ausencia —agradecí antes de que saliera de la habitación.
—No hay de que, diosa.
Ignoré su apodo y el exceso de confianza que agarró tan rápidamente. Me acerqué a la camilla y acaricié la mejilla de Nea, al fin sintiendo un poco de tranquilidad al poder estar cerca de ella. Sentí como poco a poco mi respiración volvía a la normalidad al verla abrir los ojos.
—Los hechiceros son más atractivos de cerca —murmuró con la voz ronca.
—Tú nunca puedes dejar de verle los atributos a un hombre, ¿eh? —le reproché divertida y aliviada de que esté bien.
—No, yo si quiero tener hijos hermosos.
Esta odiosa y superficial es mi hermana menor y aun que siempre hace chistes sobre nunca salir con un hombre feo, sé que eso no le importa. Es solo su forma de protegerse ante el hecho de que tanto ella, como yo, hemos tenido una terrible suerte en el amor.
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Príncipe Desterrado. [TERMINADA]
FantasiaSylver, el príncipe desterrado, está cansado de las reglas del mundo mágico. La organización fue creada para que los demi-âme y hechiceros pudieran comenzar una vida nueva, junto a los humanos en vuestro mundo ordinario. Sin embargo, el romance ent...