Capítulo 6

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Odio dejar que Eros se encargue él solo de las misiones

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Odio dejar que Eros se encargue él solo de las misiones. Cuando mamá nos dio la opción de acabar con los brujos que amenazan la vida de los humanos, aceptamos por una razón: ser útiles. Cuando tienes que vivir entre los humanos, aparentando ser uno, la vida se vuelve insignificante. Sabes que no eres humano pero tampoco puedes ser un hechicero, estás en la nada. Esta fue la única oportunidad para poder ser alguien en la vida.

El problema es que, Eros, es un novato.

—¿Cómo iremos? —preguntó Artemisa, mirando la calle vacía— ¿tienes una escoba mágica o una alfombra?

Y este es el problema de los humanos que crecen viendo dibujos animados donde los brujos y hechiceros son una burla. Culpemos a Merlín de todo esto, por favor.

—Tengo ganas de asesina al siguiente humanos que pregunte eso —respondí, dejando mi mal humor salir a frote. Respiré hondo cuando el cosquilleo en mi mano derecha me alertó de mi inestabilidad—. ¿Puedes pedir un taxi? Gracias.

Sacó su teléfono y marcó un número. Esperé pacientemente a que terminara de darle la dirección al taxista y cuando colgó la agarré de la mano.

—¿Qué haces? —interrogó alarmada de mi brusquedad.

Praesidium —susurré el encantamiento de protección, concentrándome en la magia recorrer mis dedos y llegar a su mano. Los brillos rosados se fueron esparciendo por su cuerpo, luciendo como si hubiera ido a una fiesta en una discoteca. No puedo desperdiciar magia en hacer los polvos de protección invisibles.

—Luzco al igual que una niña en el kínder —murmuró con disgusto.

—Una linda niña en el kínder. 

—Lamento lo del perro lindo...

Ignoré su disculpa ya que en realidad, no me molestó en absoluto. Es divertida y agradable que me trate como a una persona normal. Nada de odio, miedo o preferencia.

Artemisa es especial... o es un poco tonta.

—Cinco minutos para que venga el taxi —miró el reloj en su teléfono y me sentí un poco mal cuando vi la foto de pantalla.

—Lamento lo de tus padres.

Apagó la pantalla y guardó su teléfono sin decir nada. Su expresión podía ser neutra, su reacción no. Al igual que el dolor en sus ojos no me pasaron desapercibido. Posiblemente debí quedarme callado pero...

—Tu padre fue el primer humano en acercarse hablar conmigo —le dije, mirando hacia el frente, sintiendo su mirada de asombro sobre mi—. Estaba en esa etapa de adolescente rebelde, sin saber a quién odiar más: a mi madre o al brujo que se supone que es mi padre. Recuerdo que ese día estaba decidido a terminar con todo, mandar a la mierda la posibilidad de regresar junto a mi madre —puse mi mano izquierda en mi cadera, justo donde el sello mágico de la realeza fue grabado en mi piel—. Estaba molesto y él se acercó a darme un dulce.

Príncipe Desterrado. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora