Ambos estaban nuevamente en la casa del albino, como siempre, el menor sentado y el mayor con la cabeza recostada al regazo del albino.
Siempre la pasaba tranquilo cuando sentía las caricias del albino.
-Rurú...-
-¿Sí?-
-Me gustas...-
El mayor abrió los ojos, viendo al albino.
-¿Qué?...-
-Me gustas, Rurú, Te amo...-
El mayor solo se quedo en silencio.
-Te amo pero...-
El albino no entendía aquel "Pero".
-Sí te enamoras de mí, serás mi salvación... pero... yo seré tu perdición, un día yo no estaré.-
-¿Por qué?...-el albino no entendía, miraba triste al azabache.
-Kiky...- El azabache se sentó y acaricio la mejilla del albino.
-Yo... Te quiero a mi lado y tú solo... quieres irte de este mundo.-
-Sí eres mi pareja, sufrirás conmigo...-
-Solo... solo quiero estar contigo.-
-Kiky...-
-¿Puedo hacer algo?-
El mayor asintió.
El albino se acerco al mayor para darle un beso en los labios.
Corto, dulce, suave.
Luego se alejo, mirandole.
-Te amo.-dijo el albino.
-Yo te amo, Pero... -
-Lo entiendo... Te daré más razones, quiero que te quedes.-