-Tengo Cientos de razones para Suicidarme...- dijo el azabache sentado en su asiento en el salon de clases.
El albino revisaba su mochila, buscando algo, y saco un frasco grande lleno de papelitos de colores y se los dio al azabache.
-¿Y esto?- pregunto sin entender el azabache.
-Tu tendras cientos de razones para suicidarte... yo tengo miles de razones para que no lo hagas.-