Prólogo

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El portador de la muerte tomó sus cosas y se fue a un hospital, en el que apenas habían medicamentos para atender a las personas

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El portador de la muerte tomó sus cosas y se fue a un hospital, en el que apenas habían medicamentos para atender a las personas. Su trabajo era simple, llevarse a una bebé que estaba teniendo dificultades para respirar, la madre rompía en llanto y el padre trataba de consolarla.

Los doctores hacían todo para que la recién nacida pudiera respirar, pero ella no respondía, sus latidos eran cada vez más lentos y sus ojos se cerraban lentamente.

El portador se acercó a la pequeña y justo cuando iba a tocarla se detuvo. Vio algo en ella que no había visto nunca, se sentó en el suelo y esperó a ver si mejoraba. No sabía exactamente lo que era, pero quería que la niña no muriera ese día, pues darte por vencido ante la vida sin haber luchado un poco, no vale la pena.

Los doctores estaban perdiendo la paciencia, la bebé no respondía. Segundos después, los latidos de la pequeña se podían ver en el monitor de electrocardiogramas, los médicos estaban felices, pero no quitaron los tubos que tenían conectados en el cuerpo de la pequeña.

El portador se levantó y se fue.

La hija de la muerte (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora