Capítulo 3

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La nueva tarea del portador era llevarse a una persona de tercera edad, estaba en un asilo, su familia lo había abandonado allí desde que empezó a necesitar silla de ruedas, su familia tenía el suficiente dinero para pagar veinte años de estadía, pero con la condición de que no los buscaran. El portador estaba listo para hacer su trabajo.

La persona estaba en su cama durmiendo.

El portador se le acercó, la persona se sentó y se tocó el corazón, tenía los ojos abiertos y podía sentir que le faltaba el aire, el portador se alejó un poco, el viejito levantó la mirada y sonrió.

—¿Ya es mi hora?

El portador solo asintió. El viejito sonrió.

>>¿Quién lo pensaría? Mi último día y no tengo a nadie a mi lado, bueno, por lo menos dejaré de ser un estorbo para mi familia.

El portador quería decirle algo, pero aunque lo hiciera, ningún humano podría entenderlo.

>>Vamos, tu trabajo es llevarme, así que, solo hazlo, no tengo un motivo por el cual seguir vivo.

El portador se le acercó y lo acostó, el viejito cerró los ojos, el portador sacó su oz y apuntó a la persona. Se escuchó el pitido de que ya no habían latidos en el monitor, antes de que llegara alguien, se fue.

En minutos llegaron las enfermeras, trataron de reanimarlo, el funeral fue  siguiente día, toda la familia rompió en llanto, en especial el nieto.

La hija de la muerte (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora