Chapter two ;;

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Chapter two- The subway.


Taka's P.O.V.



—No creo que lo vayamos a encontrar aquí —apuntó Tomoya mientras le daba un bocado a su rollo de salmón.


Examiné una vez más la fila de estudiantes que aguardaba su turno para ordenar en la cafetería. Observé minuciosamente todas las caras de los presentes pero ninguna que me interesara. Él no estaba ahí. Y la jornada escolar estaba a unos minutos de terminar, sentía que era mi única oportunidad.


Terminé dándome por vencido y ya en la línea para el transporte me puse a pensar que la ilusión había pasado muy rápido. Siendo sincero, había guardado la esperanza de que mi aburrida rutina daría un giro magníficamente inesperado.


En tanto sacaba mi celular y revisaba la hora, un chico se acercó a preguntar si ahí era la estación que conducía a tal lado.


—Sí —respondí sin verle a la cara, guardando el celular.


Si no hubiera levantado la mirada, mi corazón no hubiera explotado en muchos rayos cósmicos. Pero por alguna razón hacemos lo que hacemos y eso nos lleva a caer en las consecuencias; ya sean buenas o malas. En mi caso, fueron buenas.


—¡Oye! Tú eres el chico de la alberca, ¿verdad? —me preguntó abriendo los ojos, señalándome con el dedo.

—¿Alberca? —me hice el tonto sin saber por qué. A esta distancia pude notar que era mucho más alto que yo.

—¡Sí! Te caíste y te ayude a levantar.

—Ah. Es cierto.


El metro llegó a la estación y los alumnos comenzaron a subir, incluyéndonos. No me percaté de que se había vuelto a meter a la fila hasta que estuvimos sentados uno junto al otro. Miré por la ventana y traté de guardar silencio ―a pesar de mi corazón desenfrenado―. Escondí las manos dentro de los bolsillos para que no notara mi repentino sudor. Él estaba ahí, ahora, sentado junto a mí.


—¿Y qué deporte practicas? —retomó la conversación.

—No sé si sea un deporte pero hago spinning.

Recordé que él no sabía que yo sabía que él practicaba la natación.

—¿Y tú?

—Estoy en basquetbol, natación y a veces hago algo de tennis —sonó socarrón, lo cual me agradó mucho.

—Vaya, entonces te gusta mucho el ejercicio. ¿Quieres ser de esos tipos musculosos?

—¡No! —se echó a reír—. Sólo quiero ganar algunos bíceps, ya sabes.


Reí también, pero más de nervios. ¿En verdad estaba hablando sobre músculos con él? Si tan solo pudiera verlos algún día...


—O-oye, ¿entonces t-tú vienes a esta escuela? —requerí de mucho esfuerzo para pronunciar aquella pregunta. Puedo sacar dieces en las materias pero a la hora de hablar con un chico mi lengua se enreda entre sus bordes.

—Sí. Mis clases son en el tercer edificio.


Ahí tuvo sentido el por qué no me lo había encontrado antes.

La escuela se divide en 10 edificios y entre cada uno de ellos existe un espacio amplio de áreas verdes. Esto me hizo preguntar la razón que lo había llevado a encontrarse en la cafetería de mi edificio.


—¿En cuál estás tú? —preguntó.

—En el noveno.

—¿Siempre llegas temprano para formarte?

—Sí.

—¡Oh, parece que me caíste del cielo! —exclamó alegre—. Porque así tú apartarías mi lugar y yo puedo llegar tarde.


¿Caído del cielo? ¿Se refiere a que soy como un ángel?


—Eh, ¿y por qué debería de hacerlo? —objeté de todas maneras.

—No se te da lo abnegado —rió—. Bien, ¿qué te parece si a cambio hago algo por ti?

—¿A-algo como qué?

—No sé, lo que tú quieras. Si eres malo en una materia, si necesitas una mano extra, o cualquier otro favor.


Me quedé callado. Reflexionando la situación. Y de tanto tiempo que pensé en una respuesta el chico se levantó del asiento.


—Cuando decidas, me haces saber —dijo con una sonrisa—. Nos vemos mañana.


Se dirigió hacia la puerta del metro. En ese momento recordé que aún no sabía su nombre pero no estaba listo para preguntárselo.


—¡Por cierto! —gritó. Giré la cabeza levantado mi torso un poco para verlo mejor—. Me llamo Toru.



Ahora un momento de silencio para mi corazón que acaba de sufrir un paro cardíaco. ¿Qué demonios? Quiero decir, desde el primer día de clases en esta escuela mi vida había tomado un camino rutinario e inapetente que poco a poco se fue convirtiendo en una costumbre hostigadora. Todo para protegerme y no ser notado. Pero ahora él llegaba y destruía mi monotonía, pidiéndome que le apartara su lugar a cambio de algo que yo quisiera.|Y seguramente eso no sería todo, quien sabe cuántas cosas más me pasarán de ahora en adelante por su culpa.

Comencé a sonreír lenta y ampliamente.

Un pensamiento se coló entre tantos, era tan fuerte pero no tenía ganas de callarlo, mis entrañas se estrujaban de la emoción.



Apenas era lunes. 

Mañana lo vería a él.

 A Toru.




🐶

"En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación".

―Simone De Beauvoir.

The sound of your heart ;; Toruka  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora