Chapter four ;;

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Chapter four – Happy Birthday.


Taka's P.O.V.



Tomoya era el único que sabía que hoy era mi cumpleaños, además de mis padres, claro. Pero a decir verdad, nunca me había gustado mucho celebrarlo y esta vez no era la excepción.


—¿A ti qué te pasa? —cuestioné molesto por su actitud.


No entendía por qué Tomoya se hallaba un tanto nervioso, mirando a todos lados mientras estábamos sentados en el pasto.


—¿De qué hablas? Nada —murmuró.

—Andas muy sospechoso hoy —señalé—. Espero que no hayas planeado nada para mi cumpleaños, sabes que no me gusta festejar.

—¡Hola! —alguien exclamó aprisionando mi cabeza entre sus brazos.


Toru me sacudió fuertemente por lo que tuve que cerrar los ojos. Cuando los abrí, vi todo borroso hasta que su imagen clara apareció frente a mí.


—¿Q-qué haces aquí? —pregunté medio mareado.

—Ya vine a recogerte. Tengo un nuevo videojuego y quiero estrenarlo contigo.

—Pero...

—Pero nada. Anda, despídete y vámonos —sonrió.


Volteé a mirar a Tomoya, quien expresaba una sonrisa demasiado maliciosa aunque graciosa a la vez.



Toru hizo la conversación mientras llegábamos a su casa, pero en esta ocasión no pude concentrarme en sus palabras puesto que algo más ocupaba mi mente. Iría a su casa y estaría en su cuarto, en el suyo de él. ¿Estaríamos solos? Tal vez si no había nadie podría pasar algo.

Desafortunadamente la madre de Toru sí estaba, pero nos fuimos directo a su cuarto donde había más privacidad. Nos sentamos sobre la cama y comenzamos a jugar el nuevo videojuego mientras tomábamos un par de bebidas. A veces yo ganaba una partida y luego él ganaba otras, así estuvimos hasta muy tarde: bebiendo y jugando. Sin embargo, había algo que no dejaba de llamar mi atención. El lado izquierdo de Toru estaba muy pegado a mi derecho por lo que nuestros brazos y piernas entraban en un rozamiento constante. Lo más extraño fue que Toru no se movió o estableció más espacio entre nosotros. Todo el juego nos la pasamos así de juntos hasta que a ambos nos dio hambre y tuvimos que ir por botanas.

De nuevo en su cuarto, decidimos descansar un poco mientras comíamos, y en tanto analizaba sus posesiones como una guitarra vieja y algo desgastada encima de la silla o la colección de libros sobre un estante, mis ojos captaron dicha serie de discos que se hallaban escondidos en una esquina. Me levanté y fui hacia ellos.



—¿Qué haces? —Toru preguntó pero no le respondí. Tenía como objetivo descubrir si mis sospechas eran verdad.


Agarré uno de los discos para darme cuenta de que se trataba de nada más y nada menos que de Mozart. Los demás eran de Bach, Chopin, Liszt y más clásicos.

The sound of your heart ;; Toruka  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora