Lo siento

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El viento había cesado y la reina de la noche se había ido a dormir para dar paso al rey... Sin embargo, no fue otra cosa que una gaviota, lo que despertó a la tripulación.

- Llegamos- anunció Jakar para sí mismo mientras observaba al gracioso pájaro por la ventana de su camarote. El animal se había dedicado a volotear dando vueltas al barco y al capitán siempre le agradaba tener a esa fieles compañeras cerca. Dónde hay tierra, hay vida.

Todo estaba listo, el mapa de Henry lo dictaba todo claro pero no el poema encontrado en su zona inferior. Una letra demasiado pequeña pero muy resaltada sobre el resto del pergamino. Sus dedos bailoteaban sobre este, explorando las infinitas rutas que podía recorrer solo para llegar a ellas.

- ¿No deberíamos subir a cubierta? Ya los oigo festejar- preguntó Carmen quien había estado sentada en silencio un buen rato.

El Capitán se sorprendió al oir su voz pues se había concentrado tanto que le pareciera estar solo. Con algo de pereza y falsa cortesía, hizo caso a su propuesta guiando a la supervisora a la cubierta. Era cierto, todos celebraban la llegada... Cantaban, comían, ayudaban a bajar el ancla y a guardar las velas animadamente.

-¿Saben a qué venimos?- interrogó rompiendo la alegre atmósfera y persiguiendo al Capitán que solo parecía huir de ella.

-No exactamente, el trato con tu Jefe me ha dado una escusa-respondió intentando esquivar el tema y distrayéndose con su catalejo.

-Si va a ser que una alianza con Henry le sería muy favorable-dijo mientras tocaba la espalda del Capitán. La sensualidad de aquella mujer era inegable... Desde su forma de moverse hasta el aroma que desprendía su pelo, podrían sumergir a cualquier hombre en una fantasía.

-¡Mantente alejada vívora!- respondió bruscamente entredientes-Ese hombre aruinó mi vida.

-Su obsesión lo aruinó.

Oh no, eso no. Ahora sí que había asesinado su euforia. Osaba culparle a él por los actos de Henry y una de sus ex-esposas. Jakar no pudo aguantar su rabia, pues junto a su respiración, crecía velozmente, y la agarró por la muñeca.

-Mi obsesión me da vida-gruñó- Eres la espía de Henry y puedes seguir cumpliendo ese trabajo sin dedos, sin manos, sin pies y si me apuras mucho sin lengua.

- Si no tengo manos para escribir ni lengua para hablar, cómo podré darle información-respondió seca liberándose de su agarre.

-No lo sé, algo se le ocurrirá a tu "Maravilloso" Jefe- respondió haciendo una reverencia ridiculizada.

Carmen se apartó de su lado y Jakar comenzó a dar órdenes. Debía elegir quiénes se quedarían en el barco y quiénes irían a la expedición. Había algunos que debían ir por ejemplo; Remy para cocinar y Santiago para mantenerle a raya. Analizó el barco y vio que Carmen y Orca parecían hacer algún comercio, ellos debían ir. Esta había limitado el número de hombres que podía llevar, supuestamente órdenes de Henry. Después de eligir a 5 más de relleno como Bonifacio con Porfirio y decidió llevarse a su juguetito para ver cómo se desenvolvía en medio de una jungla.

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La tensión había aumentado considerablemente desde que aquél sucio pirata había abandonado la habitación.

-Lo siento-lloriqueó Remy intentando sujetar una sábana alrededor del cuerpo desnudo de Anthia.

Esta se acurrucó en su suave textura intentando absorver todo el calor como si fuera la única forma de olvidar.

-¡No hiciste nada!-quejó Anthia que no paraba de agitarse, lo cual, no era por el frío.

Sabía que la había fastiado... Pasó su mano por la cara de la joven intentando secar las lágrimas que caían por sus mejillas pero nada funcionaba. Un ardor en su estómago le impedía pensar con claridad y no podía sacar de su mente cómo le dió la espalda a su amiga.

Ella podía recordar el tacto de aquél hombre, sus manos sudorosas recorriendo toda su piel. Las sacudidas de su cuerpo al acompañar su placer. ¿Cómo podían las mujeres pasar por ello para tener hijos? Era una tortura para el cuerpo y la mente. Hubo incluso, un momento de la noche cuando ya no intentaba escapar y yacía quieta dejándose hacer, que deseó haberle incentivado a apretar ese gatillo. Jakar había hecho lo mismo, pero, era diferente... En cierto sentido era más gentil y se cansaba mucho más rápido.

No quería ver a Remy, su traición le sentía como una daga en el corazón que luego era arrancaba de cuajo.

-¿Cómo puedo ayudarte?- preguntó sujetando su cabeza.

La princesa giró su cabeza y no pronunció palabra alguna. Una mezcla de orgullo y miedo se había apoderado de ella.

Decidió actuar por sí solo y comenzó a vestirla. Empezó por unos calcetines que colocó con gentileza, luego hizo que se diera la vuelta para no ver todo su cuerpo y colocarle una camisa y los pantalones desde atrás. Anthia permanecía inmóvil dejándose llevar nuevamente como una muñeca, con los ojos vacíos de emoción. La abrazó, en completo silencio hasta que comenzó a llorar sobre su hombro. Estaba llorando por todo, por el maltrato, el estar lejos de casa y sobretodo porque se sentía sola en un mundo de villanos.

-Tenía miedo, perdóname- explicó Remy apretándo su brazos que la rodeaban y postrando un tímido beso sobre su cabeza.

-Lo haré, quizás no hoy ni mañana, pero, lo haré-dijo tras un periodo de silencio que había parecido infinito.

-Anthia, porfavor, puedes confiar en mí-juró con sus ojos.

-¿Cómo?-suspiró limpiándose residuos de lágrimas

-Nunca te he ocultado nada y siempre te he cuidado.

-Tienes derecho a tus secretos pero si te consideras mi amigo no puedes quedarte sin hacer nada-ordenó recordando cómo se había quedado mirando en la puerta.

-Anthia, por tí haría lo que sea. Renuncio a tener secretos y prometo protegerte-dijo poniendo un mano sobre el corazón y sacando pecho.

-Prometes algo que no sé si me puedes dar.

-Porfavor...-Suplicó de manera algo infantil.

-Te repito, que el tiempo cure mis heridas.

-De acuerdo, lo acepto-anunció resignado- Vámonos, creo que están descargando el barco y todas estas armas me dan repelús.

La pasión del pirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora