La pasión del pirata

No seas así

El joven Capitan le soltó, corrigiéndose de inmediato. No sabía qué se había apoderado de él... Sin duda Thiago no merecía todo lo que le había pasado pero eso no le incumbía a él.

-No vuelvas a ponerme una mano encima- gruñó Jakar sin desviar la mirada de los ojos de Fréderich

-Nunca quise ofenderle viejo- respondió Fréderich con una sonrisa de oreja a oreja-Al fin y al cabo nos queda un largo camino juntos.

-No confundas mi cariño por blandura-Continuó con un tono severo-Perro de mar soy, pues nado y muerdo, no solo ladro.

La oscuridad empezaba a ser evidente y la reina de la noche relucía con esa belleza apaciguante que la destacaba.

-Jakar... venga no hay tiempo para metáforas ¿cuál es el plan para mañana?

-Ya lo informaré en ese momento, ahora te recomiendo que descanses, va a ser largo.

Fréderich siguió su camino hacia su tienda de campaña, ya era de noche completamente y entró intentando hacer el menor ruido posible para no despertar a sus tres amigos.
Carlos se encontraba desparramado con la mitad de su cuerpo fuera del colchón, roncando y respirando tan fuerte que uno de sus rizos le acompañaba en el movimiento. Teovaldo dormía abrazado a su almohada, aveces murmurando alguna cosilla en su profundo sueño. El capitán, se dió la vuelta para ver a Thiago en su típica posición boca arriba con un brazo tapándole la cara y la mitad de su cuerpo destapado... Sin embargo la cama estaba completamente vacía.

Sus párpados pesaban y apenas pudo contener su bostezo, ya se solucionaría todo mañana.

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El vino sabía mejor durante la noche, ya cuando la reina miraba desde arriba acariciando la tez de aquellos que la adoraban.

-Nunca creí que serías así- dijo Alexander tomando otro sorbo y entrelazando su mano con la de su esposa.

-Puedo decir lo mismo querido, pensaba que serías más ético- contestó Cinthia con un brillo en los ojos.

El sufrimiento que podrían causar era embriagador. Un éxtasis inundaba sus cuerpos con tan solo fantasear lo que ambos podrían conseguir juntos. No hablaban de una relación amorosa, aún era temprano para eso... Pero una pasión había despertado en ellos.

- Soy políticamente correcto, debes entender lo importante que es el poder...

-El poder no es nada si no lo sabes utilizar, eso ya lo he visto demasiadas veces... Tu, en cambio, te manejas a la perfección- susurró mordiéndose el labio de forma casi subsconciente.

- Temo decirte que te equivocas- aclaró haciendo una seña a su criado para que dejara la habitación- Sé poco, pero aprendo rápido y no dejo que los demás decidan por mí.

Se inclinó hacia ella dejando aún menos espacio entre ellos.

Ella sí había dejado que jugaran con ella... Ahora formaba parte de otra familia. Un título más fuerte y noble que el anterior con todo el poder que conlleva.

-¿El señor Lancel es de su agrado?- preguntó Cintia cambiando el tono de la conversación.

Alexander, suspiró inquieto sin saber muy bien cómo contestar. El cambio de tema le había cambiado totalmente el plan de la noche.

-Es su padre, ¿no es cierto? De mi agrado es que os criara... ¿Acaso no es del de usted?

-Hay cosas que una hija no debería tener que hacer... Una hija debe ser una prioridad, no la hija de otro. Me gustaría poder contestar a tal injusticia.

-¿Está usted tramando algo?- preguntó su esposo con una mirada seria.
El ambiente se había tensado más de lo habitual.

-¿Que haría usted si fuese así?- preguntó nerviosa, algo preocupada.

-Ayudar a mi esposa.

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-La princesa lleva bastante tiempo desaparecida, el rey está volviéndose impaciente y nuestros hombres ya han buscado por todas las zonas por dónde nos es permitido-dijo el ayudante acomodándose en el sillón.

-Creo que su paciencia se agotó encuanto supo de la noticia... No es fácil perder a un hijo, especialmente si ya has perdido uno- continuó el señor Lancel hablándose a sí mismo más que a su empleado- la muerte parece rodearnos a todos los buenos hombres, especialmente desde el auge de la piratería. Hace años que existe pero no era así. Los esclavos eran de guerra y no raptados.

La sala quedó callada, ambos sabían lo que había pasado.
El señor Lancel comenzó a llevarse las manos a la cabeza, estaba seguro que la presión le estaba haciendo mal. Tenía más canas de la cuenta.

-El rey cree que la podemos recuperar...-dijo el otro hombre- Hay un rumor entre las bajas gentes de una mujer con una descripción parecida a la de Anthia... Allá donde no hemos podido llegar con los barcos.

-En el paraíso pirata? Es posible que siga ahí entonces.

-No hemos podido llegar señor, no sería posible llegar ahí con nuestros barcos...

-Pues que no sea con nuestros barcos- interrumpió alzando la mirada como si la mejor idea del mundo hubiera aparecido en su cabeza- Enviemos a otros, en barcos más pequeños sin cargamento alguno. Infiltrarnos como uno de ellos.

-Señor, el Rey ya ha dado órdenes para eso. Relájese, déjenos a nosotros encargarnos de todo.

- No, no no, ¡No! - respondió nervioso- Yo me ocupo, estoy bien. Mis capacidades están al nivel de la tarea.

-No es por eso, mi señor, las gentes andan preocupados por su salud. Alguno creen que usted está enferme y he de decir que sí que parece algo cansado por el estrés.

El señor no sabía que pensar. Ahí estaba él, tan débil, ante su ayudante. ¿Sería verdad todo lo que decían de él?

-De acuerdo, ocúpese usted y llámenme a un médico. Solo necesitaré descanso pero mejor prevenir que curar.

Acto seguido se levantó despaciosamente del lugar sobre em que había estado sentado. ¡Qué mareo le había entrado! Su ayudante se dispuso a ayudarle hasta que su señor salió de la habitación.

El despacho del señor Lancel para él solito. Todo iba de acuerdo con el plan.
Estaba seguro que Alexander podía sentir el dinero aumentar en sus bolsillos.

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PORFIIIIIIIN
Lo terminé, no me mateis...
Se que he tardado mucho en subir capítulo pero me había quedado algo estancada. Ya todo va bien con el plan así que....

Aquí tenéis el nuevo capítulo!

No os olvidéis de vitar y comentar que siempre me motiva muchísimo.

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