Capítulo 4

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POV JULIE

—¿Podrías por favor, ponerte algo de ropa?—Le grité a Seungri. 

Él sonrió: —No actúes como si no estuvieses disfrutando de la vista.

Rodé los ojos. ¿Cómo de seguro de sí mismo podría ser una persona? Estiró sus brazos, salió de la cama y se quedó allí desnudo. 

—¡Yah! ¡No necesito ver eso! —Volví la cabeza y cerré los ojos. 

Aún así, el recuerdo de su cuerpo desnudo estaba en mi cabeza. Le escuché abrir algunos cajones, una puerta, a la vez que gimió. 

—Ya puedes abrir los ojos.

Poco a poco parpadeé. Él estaba enfundado en un pantalón de chándal y una camiseta sin mangas. Su pelo era un desastre, se retorcía en diferentes direcciones. No podía engañarme, se veía muy bien. Debí de haberle mirado fijamente más de lo que quería, ya que Seungri resopló, y se sentó en la cama junto a mí.

—¿Qué me hiciste anoche?—Dijo mirándome. 

Me quedé sin aliento: —¿Yo?

—Sí, tú ¡No puedo recordar nada!

—¡De ninguna manera! ¡Tú me hiciste algo a mí!

—¿Por qué te haría algo a tí? Puedo estar con cualquier chica que quiera, creo que haría una mejor elección—Se burló. 

—Realmente me hubiese gustado que la hicieras—Dije burlona—¿De verdad no puedes recordar nada? 

Él negó con la cabeza: —¿Vas a decirme qué pasó? ¿O voy a tener que averiguarlo por mí mismo? No tengo miedo de tratar de recordar una vez más...

Seungri se acercó. Yo me alejé. 

—No me acuerdo de nada.

Se quedó paralizado. No podía ser posible que ninguno de los dos tuviese ningún recuerdo de la noche anterior. Uno de nosotros tenía que saber lo que había sucedido. O al menos yo tenía fe en que así fuera. 

—No puedes estar hablando en serio— Suspiró—¿No recuerdas nada? Porque no tengo ni idea de lo que hemos hecho, quiero decir, me lo imagino, pero me gustaría saber lo que realmente sucedió.

Asentí con la cabeza: —Lo digo en serio. Realmente no recuerdo nada. Lo último de lo que me acuerdo es de salir con GD al balcón, donde estaba a punto de b...

La escena volvió a mí en un instante. Yo había estado con GD casi toda la noche. Habíamos compartido ese momento privado en el exterior. Para mi desgracia, no sabía si me había besado o no. La parte en la que estaba a escasos centímetros de mi cara era un borrón, y luego negro. Menuda suerte. 

—¿Estaba a punto de qué? 

Me encogí de hombros, restándole importancia.

—No lo sé. Ahí es donde todo se vuelve negro ¿Qué recuerdas tú? 

—Estaba bailando con Daesung ... Y de repente me encontraba en mi apartamento, comiendo. 

—¿¡Esta es tu casa!?

—Sí. Estuviste rodando en mi cama toda la noche—Dijo enarcando una ceja.

—Desafortunadamente tu estabas en ella.

Observé su habitación con curiosidad. No había nada fuera de lo común para un hombre, excepto por el hecho de que todo estaba muy limpio. Incluso tenía un escritorio donde estaban organizados todos sus libros.  

—¿Estás absolutamente segura que no recuerdas nada? ¿Nada de nada? ¿Ni como es que llegamos aquí?—Presionó.  

—¡Psé, Eso me gustaría saber! ¡No tengo la menor idea delo que pasó!—Busqué mi ropa por el suelo—¿Dónde está mi ropa?  

—No lo sé. No pude encontrar la mía tampoco.  

Eso me asustó mucho más de lo que ya estaba.  

¿Qué demonios pasó anoche?  

Sostuve las sábanas alrededor de mí cuerpo. Estaba claro que no íbamos a encontrar mi ropa por los alrededores. Seungri se acercó a la cómoda y sacó un par de prendas de vestir y los arrojó en la cama.   

—Ponte esto, y después trataremos de recordar lo que pasó.—Salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.   

Respiré hondo, tratando de calmarme. Lo que había sucedido entre nosotros era un misterio. Me deslicé fuera las sábanas de seda, y miré mi desnuda figura. Nada fuera de lo común. Me metí en la camiseta y pantalones cortos de gimnasia que me había dado. No habían sido hechos para mi pequeño cuerpo.    

Tiré de la manilla de la puerta, que se encontraba abierta, y caminé por el pasillo hacia la sala. Seungri estaba sentado en el sofá, con la cabeza entre las manos. 

—¿Quieres un café? —Dijo poniéndose de pie en cuanto me vió.

—Uh, claro—Tartamudeé. 

Nos estábamos comportando como seres civilizados el uno con el otro de la nada. La sensación era diferente. Evidentemente, solo nos conocíamos realmente desde la noche anterior, solo que estaba acostumbrada a otro ambiente entre nosotros. Él me llevó a la cocina en silencio. 

—¡Woah!—Ambos gritamos al unísono.

—Al menos encontramos nuestra ropa—Se rió Seungri. 

—Ahora estoy realmente curiosa por saber lo que pasó—Me reí. 

Nuestras ropas estaban por toda la cocina. Diseminados por el suelo estaban mis pantalones cortos, sus vaqueros, su cinturón, mi blusa y su camisa de vestir. Pero lo que realmente nos llamó la atención fue mi sostén en el grifo. Exploramos el resto de la cocina, con la esperanza de encontrar todo lo demás. 

Sus boxers estaban en el bote de la basura. Me di la vuelta para mostrárselos, cuando lo vi de pie, sosteniendo mis braguitas. 

—Estaban en un armario. 

—Los tuyos estaban en el bote de basura—Incliné la cabeza observándolos.

Compartimos una sonora carcajada. Nuestros ojos se encontraron por un instante, y quedamos en silencio. 

—Lo que sea que  pasó anoche, debe de haber sido bueno. 

—Puedo afirmarlo por tu cuello—Aseguró. 

Me toqué el cuello: —¿Qué tengo? 

—Mordidas—Sonrió. 

—Oh, bueno, eso es emocionante. 

—¿Y yo tengo algo? 

Lo comprobé de cerca. Se movía, ayudándome a mirar. 

—Tu cabello está realmente en mal estado, pero creo que eso es i...—Me detuve cuando vi sus hombros.

—¿Qué tengo? 

—... Creo que te arañé en los hombros. 

Su musculosa espalda tenía algunos ligeros rasguños. Se tocó alrededor de la espalda, buscándolos. 

—Guau. Estábamos en plan salvaje, ¿eh? 

—¿Crees que fue bueno? 

—Estuviste conmigo, por supuesto que fue bueno.—Sonrió—Voy a llamar a los chicos, tal vez ellos sepan que pasó. 

—Esa es una muy buena idea—Asentí. 

Caminó alrededor de la sala de estar hasta que encontró su teléfono. Marcó el número, y se sentó en el sofá.

—¿Yoboseyo? ¿Hyung? Sí, ella todavía está aquí. No, es por eso que llamaba. No me acuerdo de nada, y ella tampoco.—Dijo 

Me puse de pie en la entrada de la cocina, tratando de escuchar. Me saludó con la mano, y luego palmeó el espacio vacio junto a él. Me senté, acercándo mi oreja al teléfono.

Hermosa ResacaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora