Capítulo 9

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POV SEUNGRI

La primera cosa que hice cuando llegué a casa fue ir a mi dormitorio. Abrí el cajón superior de la cómoda y saqué las polaroids. Las había sacado y mirado tal vez unas tres o cuatro veces ya, pero por alguna razón sentí el impulso de mirarlas de nuevo.

Ahí estábamos, Julie y yo, sonriendo a la cámara genuinamente. Ella tenía sus brazos alrededor de mi cuello, un lado de su cara pegada a mi cabeza. Se podía ver mis brazos estirádos para levantar la cámara. Miré el resto, todas mantenían el mismo tono de alegría. Estábamos sonriendo a través de todas ellas. La mayoría eran de nosotros juntos, otras eran fotos individuales [lo más probable era que nos las habíamos tomado el uno otro] en la que estábamos en ropa interior. Sonreí, las coloqué nuevamente en su lugar, y cerré el cajón. De alguna manera me siento aliviado.

El día que Julie pasó conmigo, con nuestros dolores de cabeza punzantes, bueno, ella me ayudó a limpiar mi apartamento. Nos tomó una hora o dos antes de que el lugar estuviese impecable de nuevo. En el camino me encontré con una vieja cámara Polaroid, de esas pequeñas que instantáneamente, imprimen la imagen después de tomar la fotografía. Definitivamente no era la mía, era de ella. No soy de los de tener una cámara de color rosa, cubierto de purpurina. Yo soy un hombre viril [aunque algunos podrían argumentar lo contrario, ¿Pero ellos que sabrán sobre mi vida?]. Habían también varias fotografías, y me encontré sonriendo mientras las miraba.

—¿Has visto mi cámara?—Julie asomó la cabeza por la puerta de la cocina. 

Rápidamente escondí las imágenes detrás de mí.

—Ah, sí. Está justo aquí. 

No pensé lo hacía. Instintivamente las puse fuera de su vista. Solo debía pretender que los había encontrado en algún armario y se las entregaría antes de que se fuera. 

Ella agarró la camara y la observó.

—Tenía la esperanza de que nos hubiésemos tomado algunas fotos, que rellenaran el vacío de lo que pasó anoche. 

—Tal vez aparezcan en algún lugar al azar—Me encogí de hombros.

—Tal vez, pero no creo que vayan a ser tan importantes para cualquiera de nosotros. Seamos honestos, Seungri. Ambos sólo deseamos que lo de anoche permanezca borroso. De esa manera no va a ser tan decepcionante el descubrir que en realidad si tuve sexo contigo, o peor aún, que me llevaba bien contigo. Porque Dios no lo quiera, tuvimos bastante de eso hoy—Se rió—Guardemos un poco de esa amistad para más tarde, ya que nunca sabremos si alguna vez nos llevaremos tan bien como hoy. 

Tragué saliva: —Cierto.

—Estoy lista para ir a casa...—Dijo meciéndose sobre sus pies. 

—¿Y? 

—Tú me ibas a ayudar a salir del problema.

—¡Cierto! Nos encontraremos en la planta de abajo, voy a ponerme una camisa adecuada—Balbuceé. 

—Está bien—Asintió con la cabeza—Estaré abajo.

Tan pronto como ella salió por la puerta, me dirigí a mi habitación. Con las polaroids en mi mano. Suspiré, no sabía qué hacer con ellas. Consideré el tirarlas a la basura, como ella dijo, no tenía sentido para ninguno de los dos. Pero justo cuando llegué al bote de basura, no podía dejar que se deslizaran por mi mano, por algún motivo que no comprendía mis dedos me impedián dejarlas ir. En cambio, las dejé a salvo dentro de mi cajón.

Desde ese día, permanecieron allí, tomando el hábito de mirarlas. Era algo extraño, tenían un algo que atraía y me resultaba relajante. Tuve un ligero sentimiento de culpa, por mantenerlas ocultas, pero ella dejó bien claro, que no le importaba si existían o no. Me encogí de hombros ante la sensación, y me fui a la cama.

Hermosa ResacaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora