CAPITULO 18

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DÍA 17

Sango ya sabe que tengo cáncer.

Ayer cuando regrese de la huida con Inuyasha ella me estaba esperando en mi habitación seria...muy...muy seria.

Lloró, lloré...ambas lloramos, Sango en todo momento pedía que todo esto sea una cruel broma, pero no lo es...yo también desearía que así fuera. Pero no...me estoy muriendo.

Fue la primera vez que lloré a causa de mi cáncer, creo que ahora caía en cuenta de que me estoy muriendo y dejaría a gente muy valiosa para mi atrás.

Mierda. No me quiero morir ¡no quiero! 

Que todo sea un sueño por favor y alguien me despierte....ya no quiero seguir con este sufrimiento, no quiero ver a las personas que amo sufrir por mi...¡quiero despertar!

Estoy apoyada en un árbol rodeado por los canteros, estoy llorando...estoy llorando por que no me quiero ir, quiero...quiero estar con mi amiga Sango...también quiero seguir junto a mi familia...¡quiero estar con Inuyasha!...lo amo...lo amo con todo lo que me queda, quiero seguir a su lado...

°°°

-¿Qué hoy no vino Inuyasha? – pregunto a Miroku, con razón no lo había visto todo el día- No sabes el...¿porqué?

-Esta enfermo, gripe – dijo Miroku. Esta enfermo...recuerdo las veces que él se enfermaba y yo iba a cuidarlo – Lo fui a ver antes de venir al colegio y...a comparación de anoche estaba mejor.

El timbre resonó, las clases por el día de hoy terminaron.

Estoy justo afuera del colegio. Tengo un increíble deseo de ir a verlo...pero ¿será lo correcto? No somos novios, creería que somos amigos...creería.

-Quieres ir a verlo...¿Cierto? – me pregunta Sango a mi lado, asiento lentamente. – Entonces ve Kagome...ahora no te puedes arrepentir de nada – me giro hacia ella y le sonrío.

-Muchas gracias, Sango, te amo amiga- la abrazo y le doy un beso en la mejilla. Iré a ver a Inuyasha.

°°°

-Kagome linda, entra- fue recibida por la mamá de Inuyasha, es una mujer muy amable y bella, su padre también es un hombre muy carismático...son unos padres con una personalidad muy original. Y Sesshomaru, bueno...el cuando quiere es divertido y cuando quiere es alguien muy serio...más serio que los hombres con esos gorros largos en Inglaterra.

-¿Viniste a ver a Inuyasha? – asiento- Oh...hace mucho no se enfermaba...sube linda – ahora recuerdo lo que me dijo Inuyasha el otro día, sus papás tampoco saben que terminamos.

-Muchas gracias, Iza- subo las escaleras, a la quinta ya estoy cansada pero no pienso detenerme. Antes de entrar a la habitación de Inuyasha me tomó mi tiempo para recuperar mi ritmo. - ¿Inuyasha? – después de unos tres minutos entró. Esta sentado en su cama con unos cuadernos en sus piernas.

-¿Kagome? – Inuyasha levanta su mirar y me mira sorprendido. Sus mejillas están sonrojadas, tiene fiebre. - ¿Qué...que haces aquí? – me encojo de hombros y me acercó, dejo mi mochila en una esquina de la habitación, le tocó su frente, si...esta hirviendo.

-Vine a verte- me siento en su cama a un lado de él y me giro hacia el recipiente que contiene agua con hielo y unos trapos sumergidos en él- Recuéstate- le ordenó, el deja los cuadernos y me obedece, recojo un trapo y lo exprimo sólo un poco, me giro a él y se lo pongo en su frente. Me preguntó si hice bien en venir- ¿Qué hacías con los cuadernos? – le preguntó, sin su permiso agarró uno y es de matemáticas.

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