De camino al trabajo se estaba durmiendo, era aún muy temprano y Tomás manejaba muy lento, de nuevo otro día de trabajo, estaba deseando no encontrarse con Venh, por que esta vez no se podría controlar.
Su estomago ya no dolía lo suficiente, estaría bien hacer cosas no muy pesadas por hoy.
Al bajarse del auto pudo notar que había uno que no conocía, estaba muy cerca del área de donde estaban los de trabajo.
Seguro es nuevo personal de trabajo—
Luego volvió a pensar, no puede ser, si el auto es blanco y se miraba bastante caro, seguro algún visitante que se equivocó de lugar para estacionar, mientras caminaba por detrás del auto observado se cruzo en su camino el hijo mayor de la familia, Nair.
Vestía en color blanco por completo, se miraba tan brillante y delicado, no llevaba cubrebocas, pantalones en mezclilla blancos, una camiseta un poco holgada y de mangas largas, su rostro se miraba serio y con un semblante firme.
Nair solo paso por un costado de Yael, sin siquiera voltear a mirarle, desactivo la alarma del auto, tenia un llavero entre las manos, colgaba una pequeña mano en huesos como adorno en color blanco, tenía llaves de diferentes tamaños y tipos.
Para la sorpresa el auto que hizo ese común sonido de alarma desactivada y candados abiertos, era el que Yael había mirado.
Ya le parecía extraño a Yael que un auto de esa gama estuviera en esa área, pero al ser la casa de ellos, pues podría ponerlo donde quisiera.
Ni siquiera quería mirarlo y confirmar si Nair lo miraba de casualidad, cosa que dudaba por completo, seguro de que ni por su salud se preocuparía.
Durante su tiempo de comida lo miro regresar, se metió a su casa y no salió en toda la tarde o eso parecía, tenía la ventana de su cuarto cerrada por completo, no lograba mirar mucho desde su posición, pero se daba cuenta que los ventanales no se movían.
A la siguiente mañana lo volvió a mirar, esta vez parecía estar discutiendo con su madre, ya que al pasar por un lado de ambos ella le pidió que bajara la voz, Yael ni siquiera se atrevió a saludar y de nuevo los ventanales estuvieron cerrados.
Pasaron dos días más donde Nair no abría sus ventanales, tampoco se le miraba en el balcón o cerca del auto, sin darse cuenta Yael estaba poniendo atención al entorno del balcón del hijo mayor de la familia.
¿Qué clase de problemas puede tener alguien que ya tiene todo? –
Yael se encontraba sentado en una banca del gran jardín, cerca de la casa de trabajadores, cuando pudo sentir como alguien se sentaba a su lado, un aroma a fresas con chocolate invadió el aire, al mirar de reojo pudo ver los encajes del uniforme de Arla.
Buenas tardes Yael –
Buenas tardes, señorita –
¿Qué es lo que te tiene tan pensativo? –
Nada en realidad –
Arla miro a su alrededor, no podía quedarse mucho tiempo con Yael, porque seguramente los problemas serían grandes con la jefa de familia.
Se levanto de la banca blanca de fierro y simplemente entro dentro de la casa de empleados.
Yael tenía en sus manos un recipiente con tapadera, dentro tenía espagueti con queso y crema de tomate, no le gustaba comer dentro de la casa pues Arla lo intimidaba e incomodaba, porque notaba que lo miraba mucho, no quería sentirse atraído por la compañera de trabajo, pero simplemente era hermosa e inevitable.
Esta mañana fue diferente, Nair no estaba en la entrada de la casa, su auto estaba estacionado del otro lado y el aire soplaba muy fuerte aun así el sol quemaba de forma intensa.
Mientras Yael se encontraba llenando los hoyos del agua se percató del sonido de una puerta estrellándose de forma leve, levanto su vista buscando la fuente del sonido y se encontró de nuevo debajo del balcón de Nair.
¿Hoy si abrió sus ventanales? –
De nuevo el sonido de las puertas al estrellarse, la curiosidad de Yael siempre lo llevo a muchas situaciones no deseadas, simplemente no podía evitarlo y comenzó a trepar el árbol más cercano al balcón del chico, comenzó con esfuerzo a subirse hasta llegar a una de las ramas más seguras, rápidamente pudo notar que eran los ventanales que se estrellaban por el viento.
Se abrazo al árbol y trato de enfocar su vista para mirar dentro de la habitación, sí, estaba espiando.
Su vista enfoco un poco dentro del cuarto, las paredes blancas, tan claras y todo lleno de luz, estaba Nair sentado sobre una silla de madera, se abrazaba las piernas y recargaba su cabeza contra sus rodillas, tenia un suéter que se notaba era 5 tallas más grande que él, calcetines en color blanco al igual que el suéter, junto a un pantalón café, estaba llorando, Yael no podía afirmarlo pero se notaba por su situación, estaba muy cerca del balcón, por detrás de los grandes vidrios.
Me pregunto si su novio le haría algo malo, se nota que es un abusador –
Era imposible apartar la vista a una escena como la que Yael estaba presenciando, cada movimiento del otro chico era lento y delicado, se limpiaba cada lagrima que corría por su rostro y se echaba el fleco a un lado de los ojos, sus piernas juntas y delgadas con sus pies un poco encorvados en el borde de la silla, se miraba como un niño pequeño.
Las mangas largas del suéter estaban mojadas por las lágrimas, Nair se levanto de la silla y se acerco a uno de los ventanales para cerrarlo, entonces fue cuando Yael de una forma automática reacciono para bajar lo más rápido del árbol y no ser atrapado, se raspo las manos con la orilla del árbol, le quemaban por lo rápido que fue hacia debajo de este.
Volvió a tomar la manguera del agua y cambio su lugar de trabajo, no sentía nada, su mente estaba en completa serenidad, solo tenia la imagen de un chico rico llorando sin control, pero sin hacer sonido alguno en su cabeza.
Nair tenia los ojos irritados, los labios mojados y los parpados pesados, eran temprano aún y él solo quería ver el día acabar... la luz... la vida.
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Las flores del ayer.
Любовные романыYael es un joven de pocos recursos que día a día se empeña por ser mejor persona y cuidar de su familia, dejando de lado muchas de sus necesidades apenas a sus 23 años de edad. Gracias a un anuncio de trabajo termina trabajando en el jardín de una c...