Capitulo 7.

17 0 0
                                        

Una suave melodía de piano invadía por completo la habitación, una gran ventana de aproximadamente dos metros estaba abierta, el aire entraba en la habitación y daba vueltas como torbellino, haciendo ese peculiar sonido, como si silbara, el estudio se encontraba en la planta baja de la mansión, al costado contrario de donde se acomodaban los autos.

Se encontraba Nair, sin un cubre bocas esta vez, tocando una melodía con sus dedos, mantenía los ojos cerrados sin mirar a su alrededor, estaba concentrado y un poco desanimado, se notaba en la forma en que sus pálidos dedos se movían, tan lento y sin ganas.

Intentaba no pensar en lo del día anterior, pero eso no era posible, no era la primera vez que estaba con Venh de esa forma tan obligada, no podía verlo más de esa forma, como tiempo atrás, como antes, pues sus sentimientos poco a poco se desvanecían con el pasar de los días y meses.

La última vez que intento dejar su relación Venh termino en el hospital por una sobredosis de pastillas para dormir, le limpiaron el estómago y paso cuatro días en recuperación.

Le prometí que lo cuidaría y solo fui el causante de sus males—

No puedo permitir que pase de nuevo, no debo dejar que se haga daño por mi culpa.

Yael tenía un rato escuchando la dulce melodía de piano, tenía la manguera del agua doblada, evitando que el agua brotara, estaba recargado contra la pared al lado de la gran ventana, no se había atrevido a mirar dentro de la habitación, no sabía si lo que escuchaba era una bocina o un piano de verdad.

Era un gran fanático de la música, a veces escribía alguna canción mientras con su guitarra acústica le daba forma.

Se apegaba cada vez más a la pared y al marco de la ventana, estaba nervioso, pero no podía dejar de escuchar, no quería ser descubierto, pero en realidad la melodía le estaba tocando el alma.

Cuando la música se detuvo él se despegó de la pared para continuar su trabajo, pero al instante un llanto invadió la habitación, era tan profundo que se lograba escuchar, dejo la manguera en el suelo y se dio la vuelta de nuevo, parado frente a la gran ventana a una distancia razonable, las delgadas cortinas se movían con el aire, entonces logro mirarlo, era el muchacho del gato, estaba recargado sobre el piano a medio cuerpo mientras sus lágrimas resbalaban por su hermoso rostro, sus ojos estaban enrojecidos y sus labios hinchados.

Se quedo parado, mirándolo a los momentos en la que las cortinas se lo permitían, era realmente un joven talentoso y hermoso ¿por qué lloraría alguien tan afortunado como él?

Nair sintió una mirada sobre él, y rápidamente se limpió el rostro, delicadamente usando sus dedos, removiendo las lágrimas, echo un vistazo a la ventana que estaba abierta, pero ya no estaba nadie parado allí.

Camino por la habitación hasta la ventana, no estaba a gusto y era bastante precavido, ante todo, saco primero una mano fuera de la ventana y luego asomo su rostro.

¿Qué haces? —

Yael abrió los ojos por el susto, de verdad no esperaba que lo mirara, pues se encontraba separado de la ventana y al lado de uno de los arboles grandes.

Estoy trabajando señorito—

Nair no dijo nada, su rostro estaba completamente indiferente, ni siquiera alguien se podría imaginar que hace unos minutos estaba llorando, se alejó de la ventana y salió de la habitación.

Yael sintió el alivio por completo al verlo salir, soltó su respiración y se alejó del lugar, avanzando un poco más lejos, algunos metros después.

Demonios, tenía una cara tan fría que de verdad me causo escalofríos—

¿Qué hacías tan cerca de la ventana? —

De nuevo, se llevó otro susto al escuchar la voz del chico, estaba parado justo detrás de él, a un metro de distancia, tenía esta vez su ropa muy distinta, una camiseta lisa en color blanco y unos shorts por debajo de la rodilla.

Yo, bueno, me acerque por que escuche la música y pareces una persona con un gusto interesante—

¿Eso crees? –El joven se quedó pensativo un momento, como si no creyera lo que el otro le decía—

Espero que no vayas a pensar que soy un espía o un grosero—

Ahora mismo no pasa nada por mi cabeza—

Disculpe mis modales, mi nombre es Yael –Se acerco un paso más al frente y extendió su mano con amabilidad—

Nair Dhoner –Apretó la mano de Yael y noto como un poco de agua se le colaba entre los dedos, mojando sus dedos—

Ah! Lo siento mucho –De alguna forma y sin pensar al darse cuenta que había mojado la mano de Nair, Yael se acercó al joven y agarro su mano sin permiso, la llevo hasta su propia ropa y con la camiseta comenzó a secar el agua—

Nair se quedaba quieto, mirándolo apático por completo, junto sus cejas en forma de disgusto y de un movimiento brusco alejo la mano por completo, le perforo con la mirada y sus ojos chocaron, pensaba que Yael agacharía la cabeza como un cachorro asustado, pero no fue así.

No me gusta que me toquen—

No fue mi intención, disculpe por favor—

Era una escena bastante peculiar, Yael era más alto que Nair, se miraba mucho más fuerte en físico y aun así el nivel de respeto que le estaba demostrando era bastante alto.

No importa, mientras no se vuelva a repetir—

En qué momento Nair había logrado salir de la casona y llegar a donde se encontraba Yael, tal parece era un chico bastante rápido.

Con permiso –Yael se dio vuelta y se agacho por la manguera para continuar con el riego de los arboles—

¿Cuántos años tienes? —

Tengo 23 años—

Yael no preguntaría la edad del chico, no era algo que le correspondiera hacer, pero según sus cálculos tendría unos 16 años.

Estaba haciendo más hoyos en el jardín, tenía que plantar algunos árboles que ya no tenían espacio para sus raíces, si no lo hacía pronto podrían lastimarse de a poco y eso le quitaría puntos a su trabajo, además de a su moral con la naturaleza.

Se sentó debajo de un gran árbol, miro a través de las hojas el cielo azul y sonrió, no era la gran cosa ni el mejor día de su vida, pero estaba agradecido, podía sentir el fuerte viento en su rostro y el aroma de la tierra mojada, jamás habría imaginado que podría tener un trabajo que le gustara.

Se quedo pensando sobre su infancia un buen tiempo, su padre siempre trabajaba tan duro para mantener su familia, no le hacía falta la comida sobre la mesa y menos la atención, pero ¿Y entonces por qué se fue?

En su habitación en el segundo piso se encontraba Nair, mirando fijamente la pantalla de su computadora, tenía que hacer tarea y no tenía ganas, pronto volvería a sus clases normales y no tenía ánimos, no quería ver a todos los idiotas de su salón.

Era el mejor de su clase, odiaba tanto tener a todos los idiotas detrás solamente para poder pedir sus apuntes, no tenía amigos de verdad, en realidad no tenía nada propio hasta el momento y eso solamente lograba darle más metas para el futuro.

Las flores del ayer.Where stories live. Discover now