Yael había terminado de forma decente su turno de hoy, se encontraba adolorido del estómago, había recogido el desastre que había echo Venh y colocado el rosal lastimado en otra maseta cerca del cuarto de herramientas, en un costado tenia varias plantas dañadas que estaban recuperándose poco a poco.
Ni siquiera se quejaría con la señora Dhoner, tampoco le contaría a nadie lo que paso.
El dolor de los golpes pasaría pronto, solamente tendría que llegar a descansar a casa, le caería bien, pues el día siguiente tendría descanso.
Al llegar a casa puso la mejor cara que tenía, pero a su hermana no podría engañar, ella al instante se dio cuenta que algo estaba mal, pero decidió quedarse callada.
Yael se sentó en el borde de la cama y se quito la camiseta, la arrojo a un lado, cayendo sobre un par de libros que estaban sobre su cajonera de madera, era pequeña, solo tenia tres cajones y la pintura de la madera gastada en color negro.
En su cuarto tenia el mismo caos que en su cabeza, las cosas mal acomodadas y regadas por todos lados, la ventana permanecía cerrada, si la abría entraba demasiado polvo.
Se quito los zapatos y se recostó en la cama, miro el techo y comenzó a contar los puntos que se formaron con el cemento por la mala construcción, sus ojos se cerraban y la vista se nublaba de a poco, el día fue cansado, más los golpes, fue peor.
Y se durmió.... Su cuerpo se dejo ir sobre la cama, como quien pierde el alma en cada suspiro, como estar flotando sobre una nube suave y cómoda, Morfeo lo domino.
Muy temprano Laila había llevado a su hija al prescolar, ahora la niña iba más feliz, se notaba en los grandes pasos que daba mientras sostenía la mano de su joven madre, le sonreía y se emocionaba con gran inocencia, ahora llevaba cosas más ricas para comer y tenia más energía.
Al llegar a casa su hermano y su hijo aún dormían, aprovecho para hacer algo de comer, abrió la ventana de la cocina, recorrió la cortina de frutas a un costado, que ya estaba vieja y guardaba bastante polvo, a pesar de sacudirla a diario.
Entraban los rayos solares de las 7:30 de la mañana, que agradable era el sol a esa hora, no quemaba, pero tampoco el clima enfriaba, perfecto para preparar huevos revueltos con verdura.
Bailaba junto a sus movimientos de cocina, imaginando una melodía tranquila, cerraba los ojos de ves en cuando para respirar profundo, cantaba muy por lo bajo mientras miraba a veces por la ventana.
--Si las rosas fueran rojas, me gustaría llenarte la boca de besos, con mi pintalabios carmín, mi amor, mi amor...
Se acariciaba el estomago entre sueños, le dolía y solamente quería hacerse el fuerte para no preocupar a su hermana, el aroma de la comida lo despertó, se había ido a la cama la noche anterior sin comer algo o si quiera tomar un poco de agua.
En el estómago tenía tres marcas, en color rojo, su piel era morena así que ese color extraño tomaban los moretones en él, el coraje de nuevo le recorrió el cuerpo.
Que malditas ganas de partirle la cara—
Pero por más que lo deseara no podía, pues tenia que mantener un buen historial y comportamiento, tenia que hacerlo por su familia, era el mejor trabajo que había tenido hasta ahora, dándole una estabilidad económica muy buena.
Salió de la habitación y corrió al baño, no quería que Laila lo viera y preguntara ¿Qué paso? Junto a su cara de preocupación.
El baño era pequeño, tenía lo básico y nada más, el área para bañarse era muy pequeña, apenas tenia que estar parado y sin moverse mucho, el agua salía muy caliente y con una baja presión.
Al cerrar los ojos se relajaba, el agua lo calmaba, las gotas de agua se resbalaban por su cabello, espalda y piernas, miraba como la espuma del champo se iba por la coladera, usaba el de su hermana, tenía aroma a flores.
Definitivamente me hace sentir menos masculino—
Se puso unos shorts debajo de la rodilla, color café, una camiseta sin mangas negras y descalzo, estar descalzo era lo más cómodo del mundo.
Buenos días—
Laila estaba calmada, tenia en el cabello una trenza larga, hasta por debajo del hombro, llevaba un vestido morado con encajes negros en la orilla de las mangas y falda, estaba sirviendo la comida para tres.
Buenos días mensa, ¿Qué tal estas? ¿Llevaste a la niña al prescolar? —
Yael se sentaba en la mesa, mientras todavía le escurría el agua del cabello, mojando la camiseta y cuello.
Sabes que no me gusta que falte, es de las mejores de su clase, además últimamente está más animada—
Eso me alegra bastante— (Otra razón para no dejar ese trabajo).
¿Por qué siempre tengo tantos mensajes? –
Yael dijo en voz alta sin darse cuenta, estaba sentado en la pequeña sala mientras su hermana limpiaba.
Le llegaban los mensajes como si estuviera regalando algo en sus redes sociales, le invitaban a salir o para conocerlo, no entendía bien, no cambiaba seguido su foto de perfil y no actualizaba casi nunca, pues últimamente solo se concentraba en el trabajo.
Entre las solicitudes una llamo su atención, 'Arla Sains'.
¿Será? –
Curioso comenzó a mirar el perfil, definitivamente la chica de las fotografías era su compañera de trabajo, ahora se encontraba indeciso pues la Sr Dhoner ya le había advertido sobre llevarse mucho con las empleadas.
Pero, no estoy en el trabajo justo ahora –
Entonces acepto la petición de amistad de Arla, eran cerca de las dos de la tarde, justo la hora en la que salían a comer, sin tardar mucho un 'Hola' apareció en una nueva ventana de chat.
Arla – ¿Cómo estás?
Yael – Disfrutando de mi día libre ¿Y tú?
Arla – Estoy a punto de preparar mi comida de hoy, hace falta tu presencia entre los jardines.
Yael – Mañana estaré trabajando de nuevo, sin falta.
Arla – Ya quiero verte, hoy también es mi día libre ¿Qué harás?
Yael ya no miro el ultimo mensaje de Arla, pues la puerta lo desconcentro, era su hermana, que ya venia con la niña del prescolar y algunas bolsas para la comida.
La niña corrió a brazos de su tío, le abrazo por la cintura y le pego un cabezazo en el estomago por la emoción, Yael sin poder evitarlo soltó un quejido lamentoso.
Eres un exagerado, la niña no tiene tanta fuerza—
Laila se burló de Yael, sin imaginarse que tenía el estómago lastimado.
Sólo estoy jugando—
Era mentira, de verdad le había dolido bastante.
Su hermana una vez más se había lucido con la comida, era tan rica y llenadora, tenia un buen don para la cocina, preparaba toda clase de platillos y bebidas.
(Ese cabrón ni tiene idea de lo que se perdió) Laila, ¿No quieres tomar el día libre para ti? Yo cuidare de los niños—
¿Lo dices de verdad? –
Una pequeña chispa aprecio en sus oscuros ojos.
De verdad, anda ve al centro o a la plaza a caminar –
Sin pensarlo se levanto de la mesa, corrió por su bolsa, beso la cabeza de los tres y salió por la puerta, teniendo cuidado de no estrellarla.
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Las flores del ayer.
RomanceYael es un joven de pocos recursos que día a día se empeña por ser mejor persona y cuidar de su familia, dejando de lado muchas de sus necesidades apenas a sus 23 años de edad. Gracias a un anuncio de trabajo termina trabajando en el jardín de una c...