Yael por fin estaba por terminar la decoración con rocas brillantes de los árboles, se encontraba a un costado de la mansión, un lugar más tranquilo y más apegado a la casa, que tenia algunos de los arboles más grandes del lugar, terminaba de poner la ultima piedra cuando el sonido de una risa que sonaba tan inocente lo desconcertó por completo, movió la cabeza para buscar la fuente del sonido, ¿Acaso estaba un niño jugando cerca del lugar?
Sus ojos por fin pudieron identificar de donde provenía la risa, justo del balcón que se encontraba casi frente a él, sus ojos apenas lograron divisar la figura de un joven, estaba parado en la orilla del balcón, con sus codos sobre la barandilla y en sus manos sostenía un gato anaranjado muy gordo y bien cuidado, estaba jugando con el, acercando su rostro a la boquita del minino y dando pequeños besos, el gato reaccionaba y movía la cola al tiempo que colocaba las patitas en el rostro del chico, este era delgado y de estatura moderada, tenia la piel blanca como una perla que brillaba con el sol, su cabello era corto pero un poco largo del frente, lacio y tan castaño que casi parecía ser rojo, tenía un cubre bocas blanco puesto y su vestimenta era muy colorida, ¿Quién demonios se viste de amarillo pollo?, al ser atacado por esa pregunta mental Yael comenzó a reír por lo bajo.
No podía negar que la escena era muy tierna, mirar al muchacho jugar con el gato y reír como un niño pequeño, por un momento se sintió como un espía y decidió dejar de observarlo, no quería ser impropio con alguno de los miembros de la familia para la cual trabajaba.
Pero... ¿Por qué tenía un cubre boca? ¿Acaso tenia alguna enfermedad o era alérgico a los gatos? Si era alérgico por que tenia uno...
Sin darse cuenta el tema se quedo en su mente por un rato, pensando en las posibilidades de que padecía ese chico.
Hoy si comería en la casa de madera, pues de camino había comprado sus propias cosas, un buen jugo grande de uva y unos panes dulces, serian suficiente para darle la fuerza de seguir hasta llegar a casa.
Estaba sentado en la barra, abría el paquete de pan dulce de una forma brusca, haciendo que casi una parte del pan saliera volando, lo tomo con sus manos y comenzó a comerlo de una gran mordida.
Buenas tardes –La voz de la chica de cabellos negros resonó tímida en la casa--.
Yael trago muy rápido el pan para poder saludarla, pero antes de eso levanto la mano en forma de saludo.
Buenas tardes –Por un momento se quedo pensando, no sabia el nombre de la chica--.
Disculpa ¿Cuál es tu nombre?
Mi nombre es Arla, encantada de conocerle ¿Joven?...
Mi nombre es Yael, el gusto es mío, señorita Arla –Yael volvió la vista al pan y el jugo--.
La chica se acerco a la barra, pues esta estaba pegada a la cocina y estufa, Yael se levanto de golpe y sacudió el cabeza un poco nervioso, Arla era realmente bella y parecía una extranjera, de cierta forma se sentía poca cosa al lado de su belleza.
No tienes que moverte Yael, no hago mucho ruido al cocinar, además solo será algo rápido, disculpa las molestias.
No, no, no, yo iré a sentarme en el sillón de... allí –Yael apunto de forma rápida el sillón de una esquina, camino hasta este y se sentó a comer en silencio--.
La miraba de momentos, pues ella siempre estaba de espaldas contra la barra, solo usando la parte al lado de la estufa, era una cocina pequeña pero muy bien equipada, entonces por un momento se puso a pensar en la cocina que tenia en casa, donde su hermana preparaba comidas deliciosas sin tener tanto lujo, esa cocina era tan grande y lujosa al lado de la de Laila, ya se podía imaginar la magnitud de la cocina de la casa grande.
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Las flores del ayer.
RomanceYael es un joven de pocos recursos que día a día se empeña por ser mejor persona y cuidar de su familia, dejando de lado muchas de sus necesidades apenas a sus 23 años de edad. Gracias a un anuncio de trabajo termina trabajando en el jardín de una c...