Pasaron algunos días desde que había regresado a casa, se podría decir que en parte tenía su misma rutina, se levantaba, desayunaba, duchaba, a veces solía salir a correr y ejercitarse un poco, desde su adolescencia se planteó no ser más aquel chico debilucho del que cualquiera pudiese aprovecharse y burlarse, también tenía su tiempo para escribir y trabajar en sus futuros proyectos, solía salir a la empresa editorial que se encargaba de publicar sus libros, arreglar algunas cuestiones de venta, comprar algunas cosas y volver a casa. Su vida como un famoso escritor no era realmente emocionante como los medios lo hacían ver, todo eso de fiestas, chicas sexis queriendo acostarse con él, fama y fortuna. Solo eran chismes, su vida era más tranquila de lo que cualquiera pudiese imaginar, si había fiestas, pero no se quedaba mucho, solo había una chica, Audra, la amaba en verdad tanto como para querer casarse con ella... o por lo menos eso creía pues ahora sus sentimientos ante aquella bella mujer parecían dudosos últimamente tanto como para no llamarla acerca de su regreso a Nueva York... añadiendo que tampoco hablo con ella cuando estuvo en Derry para avisarle que estaría un tiempo fuera. Casi no pensaba en ella, se dejaba hundir más en el trabajo para que al regresar a casa tan solo comiera, escribiese un poco más y después fuese a dormir con el amuleto de tortuga envuelto en su muñeca todo el tiempo. Desde que volvió a casa pensó que sería un problema dormir tranquilo pero curiosamente, dormía bien, seguía durmiendo bien, sin pesadillas ni nada molesto, solo dormía y hasta el momento no había tenido problemas con el payaso en su sótano.
Esa tarde, regresaba de la editorial después de presentarle a su jefe un adelanto de su nuevo libro, al parecer este quedo encantado, tanto que le había dado incluso un adelanto, era suficiente para darse muchos lujos los cuales no tendría por el momento, tan solo para festejar aprovecho y compro una nueva botella de whiskey, una muy costosa, al igual que 10 kilogramos de carne y una bolsa de caramelos. Eran las comprar más extrañas que había hecho.
Al llegar a casa se dirigió a la puerta que daba al sótano y abrió esta, la tenía bajo llave, encendió las luces para después bajar manteniendo cierta precaución y cuidado, aunque no fue necesario pues al llegar encontró al payaso en una esquina con sus piernas flexionadas y sus rodillas pegadas a su pecho mirándole fijamente con aquellos ojos azules que le miraban con aquel familiarizado odio. Bill no dijo nada, tan solo camino a él viendo como su cuerpo se tensaba, la verdad por un momento se había preocupado de que hubiese tomado su forma anterior de payaso con aquella altura que incluso ahora siendo adulto le sobrepasaría además de aquellos ojos amarillos espeluznantes que una vez le atormentaron pero no... seguía igual, con aquella nueva apariencia humana y débil. Debía admitir que le fascinaba verle así, tan fácil de someter, en parte detestaba eso de su nueva apariencia humana... lo que provocaba en él.
-No me mires de esa manera ¿bien? Traje comida, veo que no se te ocurrió racionar lo último que te di de comer como te dije ¿verdad?-viendo la bolsa tirada por ahí con algunas hormigas y la sangre de la res ya seca, se veía que por lo menos ya tenía uno dos días que se había acabado-tienes suerte de que me haya ido bien y este de humor para alimentarte-dijo con burla dejando caer las compras enfrente del payaso el cual no hizo movimiento alguno al ver la carne y los caramelos, no se movía aunque por dentro deseaba abalanzarse sobre la comida, Pennywise se sentía estúpido solo por pensar hacer eso por un patético pedazo de carne que ni siquiera era humana si no de un animal, pensaba que su orgullo no podría caer más bajo hasta que sintió la mano de Billy tomándolo del mentón con firmeza alzando su rostro haciendo que sus miradas se cruzaran.
Pennywise empezaba a sentirse incomodo de nuevo, por esos sentimientos que no sabía explicar, no entendía aquellas repentinas acciones de Billy, le confundía y le hacían sentir extraño.
-No te pongas muy exigente con la comida, ya come de una vez... o a este paso podrías desmayarte, aunque sería divertido ver eso-dijo Bill con una divertida sonrisa acercando más su rostro al de Pennywise, el maquillaje que le había colocado antes de irse de Derry ya se le había caído, otra vez podían apreciarse las líneas de un rojo pálido en sus mejillas y sus labios rojizos como una cereza. No se contuvo y acabo con la distancia entre ellos rozando sus labios con los del otro ser, sabia igual que la última vez, a algodón de azúcar, a caramelo, delineo el labio inferior con su lengua satisfecho al sentir como el payaso separaba sus labios a lo que Bill introdujo su lengua intensificando el beso, le causaba gracia como los labios de Pennywise se movían con torpeza siguiendo apenas su ritmo, era una sensación gratificante, rozó suavemente los dientes del monstruo con su lengua se sentían como los de cualquier humano pero sabía en lo que podían convertirse cuando atacaba. Siguió aquel beso un rato hasta que lentamente se fueron separando dejando un hilo de saliva uniendo sus boca; los labios de Pennywise tomaron un color más rojito y brillantes por la saliva era apetecible y le recordaba a las manzanas de caramelo.

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A CLOWN HOUSEWIFE
FanfictionBill Denbrough/Pennywise. Todo pareció terminar bien, el club de los perdedores creyó haber acabado con Eso el día que lo enfrentaron en la casa de Neibolt Street... desgraciadamente 30 años después surgen de nuevo las desapariciones de niños en De...