Capítulo 3

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-Mierda- dijimos Sandra y yo a la vez. Salté de la cama con todo el dolor del mundo, al apoyar la pierna que me dolía me di cuenta del orificio de bala que tenía.

-Quizá luego tenga que ir a la enfermería- dije señalando la herida en mi muslo

-Perdón- dijo Sandra desde la cama arropada con mis sábanas -Debí esperar, pero...-comenzó

-Pero nada, no pasa nada- dije al terminar de ponerme la camiseta, me acerqué y planté otro beso en sus labios

-Entonces... suerte- me dijo antes de que saliera por la puerta

-Ahora nos vemos- contesté cerrando la puerta detrás de mí

Nada más salir del pequeño porche de la cabaña encontré a Darren sentado en las escaleras del porche. Estaba perdido en sus pensamientos... estaba nerviosa, le consideraba un muy buen amigo y no quería perderle por esto pero no estaba dispuesta a perder a Sandra...

-Hola- dije secando el sudor de mis manos en la camiseta mientras bajaba apoyándome en la barandilla, los escalones que nos separaban.

-Oye, lo siento, no sabía...- se calló al ver que pasaban un grupo de soldados a los cuales saludé como siempre hacía

-¿Quieres que hablemos dentro?- ofrecí señalando con la cabeza

-Mejor- dijo tomando la delantera. Yo era incapaz de apoyar la pierna y las costillas me estaban matando -ey, ¿estás bien?- preguntó al ver que me quedaba al pie de las escaleras

-Debo tener tres costillas rotas y una bala en mi trasero- dije con humor y fastidio en mis palabras. Darren, al ver que empezaba a subir las escaleras saltando me agarró de la cintura y de las rodillas y me subió a cuestas

-Gracias, enserio, debería ir luego a la enfermería- dije una vez en el suelo

-La verdad es que sí que deberías- dijo riendo -estás horrible.

Toqué la puerta e informé a Sandra de que venía con compañía, enseguida abrió la puerta e ingresamos en la cabaña.

-Creo que me debes una explicación- dijo Darren una vez hubimos tomado asiento, Sandra y yo en la cama de ella y Darren en la litera que había usado el suboficial

-Permiso para hablar con franqueza- pidió sandra ya que ella tenía mucho menos rango que Darren y yo

-Concedido- dije yo

-La amo, señor- soltó como si llevara mucho tiempo preparándose para ese momento -le prometo que mis intenciones no son malas, sé que puede parecer extraño al ser entre ella y yo, pero le puedo asegurar, señor, que nos amamos y no estamos incumpliendo ninguna regla- continuó mi rubia al borde del llanto. Yo me limité a tomar su mano y acariciarla con mi pulgar.

-No dudo que no estéis rompiendo ninguna regla- comenzó Darren -lo que quiero saber es por qué no he sido el primero en saberlo- dijo haciendo muchos aspavientos -los chicos de la unidad y yo teníamos una porra para ver cuánto tardabais en salir del armario y voy a perder- exclamó con un gritito bastante afeminado

-¿Qué? ¿Habéis hecho una porra?- Exclamamos Sandra y yo sorprendidas

-Venga ya, sois muy obvias. Hasta los novatos se han dado cuenta ya- dijo riendo

-Sois unos cabrones- dije yo empezando a reír y noté a mi rubia esconderse en mi cuello, seguramente sonrojada, lo cual hizo reír a Darren más fuerte. A mí me dolían mucho las costillas así que me empezaron a salir lágrimas de los ojos por culpa de la risa y el dolor

-Keith, ¿estás bien?- dijo Darren alarmado

-Tengo que ir a la enfermería- comenté -esto duele mucho- dije señalando mi culo

-Pero si la herida la tienes en el muslo- dijo Sandra

-Ya, pero es más gracioso decir que me dieron en el culo- dije chistosa

-A veces me das miedo- añadió Darren con una cara rara

-Gracias- dije sinceramente a mi amigo cuando íbamos a salir por la puerta

-Gracias a ti por darme esa preciosa imagen con la cual fantasear- dijo haciendo que me sonrojara por primera vez en mucho tiempo

-Estás preciosa con la cara así de roja- dijo Sandra dándome un beso en la nariz

-No tanto como tú- repliqué antes de salir por la puerta en dirección a la enfermería

-Bueno yo me voy a encargar de los novatos y de terminar de reponer la que se ha armado esta mañana antes de que me dé una subida de azúcar y tenga que ir a por insulina a la enfermería- informó Darren tomando la dirección contraria a la nuestra.

-Hasta luego- dijimos Sandra y yo a la vez mientras ella me tomaba de la cintura para ayudarme a andar

-¡Ya era hora, capitán!-dijeron las chicas que pasaban por nuestro lado

-Callad y ayudadme a llegar a la enfermería que me han hecho un agujero donde no debe haber ninguno- bromeé

-Sandra, a ver qué le haces a la capitana- mi rubia se sonrojó ante el comentario pero no contestó. Entre dos me llevaron a la enfermería donde se encontraba nuestro médico.

Tras una bronca por haber esperado tanto para ir y una tortura china limpiando mis heridas, me inyectó algunos calmantes y me recomendó una parada en el trabajo de dos días. Me dio el parte de bajas y lesiones que se habían producido en el combate y para mi sorpresa, ninguno de mis soldados había sido herido de gravedad, algunas heridas y varios golpes pero nada grave. En los adversarios había algunos heridos de bala, solo uno estaba grave y habían muerto dos hombres a causa de la explosión de la granada.

-Capitán- dijo el médico haciéndome levantar la cabeza del informe que me había entregado minutos antes y el cual estaba leyendo detenidamente -de veras le vendrían bien los dos días de reposo, la herida de su pierna no tiene muy buena pinta.

-No se preocupe, yo me encargo- dijo Sandra acercándose a mí

-Si no es indiscreción...-dijo el médico poniendo cara interrogante ante la cercanía de Sandra

-Sí que es indiscreción pero sí, y espero que no haya ningún problema- contesté lo más severa posible recordando la porra de la que había hablado Darren.

-No señor, no encontrará ninguna desaprobación entre los soldados... de hecho... - dudó -de hecho había una apuesta para ver cuánto tiempo tardabais en salir del armario -dijo avergonzado.

-Lo sé- dije yo riéndome de su cara desconcertada junto con mi rubia -me he enterado recientemente- dije tomando la mano de mi novia -perdóname, pero nosotras nos debemos retirar- decía mientras abría la puerta y salía de allí

-Está bien, capitán, pero cuide esa pierna si no quiere que le queden secuelas- dijo acompañándonos a la salida del edificio.

Los siguientes tres días los pasamos planeando el fin de aquella ridícula guerra, Darren y Sandra eran dos espléndidos estrategas, ciertamente la mayor parte del plan lo hicieron ellos. Día a día el plan iba evolucionando fantásticamente, para llevarlo a cabo necesitaríamos más soldados, más armas y algunos aliados. Tendríamos que quebrantar unas cincuenta normas del ejército pero si todo salía según los planes, la guerra terminaría en tres meses.

La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora