Capítulo 12

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-Que qué querías comer- repitió

-A ti- contesté provocativa. Me acerqué a sus labios y comencé a explorar su boca como cientos de veces había hecho. En un momento invertí nuestras posiciones y la puse a ella apoyada en la encimera. Ella metió una mano debajo de mi camisa, esto se estaba poniendo interesante.

-¿Y estas abdominales?- preguntó levantando la camisa para verlas tras haberlas tocado.

-Me aburría mucho en esa celda- contesté encogiéndome de hombros -¿No te gustan?- pregunté.

-No, me encanta- dijo riendo un poco -Es que yo...- comenzó a decir.

-Me dan igual tus abdominales- dije mirándola seria –me importas tú, y me vas a seguir gustando esté tu cuerpo como esté- aclaré –te quiero y es lo único que importa- concluí continuando el beso.

Mi chaqueta y mi camisa no tardaron en desaparecer. Estaba a punto de desabrocharle el sujetador cuando oímos un ruido en la planta de arriba.

-¿En serio?- pregunté un tanto cabreada.

Cogí un bate de baseball que había allí y subimos a la planta de arriba.

-¿Miriam?- preguntó Sandra, inmediatamente después, la chica se lanzó corriendo a los brazos de mi rubia. No entendía nada... un chico un tanto cohibido salió de detrás de la puerta de la que había salido la chica -¿Qué demonios estás haciendo aquí?- comenzó a interrogarla sin haber visto al chico aún.

-No, señorita, la pregunta es ¿qué haces tú aquí? Y encima regalándome estas vistas- dijo recorriéndola con la mirada

-Emmm- comencé a decir algo incómoda -¿Alguien puede explicarnos algo?- dije señalándonos al chaval y a mí alternativamente.

-¡Joder!- exclamó la morena al verme, me pegó un descarado repaso de arriba abajo con la mirada –Tú sí que no has perdido el tiempo, nena- le dijo a Sandra con una sonrisa pícara.

-Bueno... yo... yo creo que me voy a ir- comentó el chico terminando de vestirse –Mir, hablamos luego- dijo acercándose a ella y plantando un beso en sus labios

-Va- contestó ella

-Hasta luego chicas- exclamó él bajando las escaleras. No nos dio tiempo a contestar nada antes de que cerrase la puerta.

-Uy uy uy así que Mir...- comenzó a burlarse mi rubia de ella.

¿Nadie notaba mi presencia?

-Sí, sí, pero vamos al grano- anunció la tal Miriam –quién es este pedazo de pivón- preguntó señalándome de arriba abajo.

-Pues este pedazo de pivón es mi futura esposa- anunció la rubia. La cara de Miriam era una mezcla entre sorpresa, rechazo y... ¿celos?

-Encantada, soy Kate- Me presenté extendiéndole la mano.

-¡Joder! Vosotras ibais a...- dijo ella haciendo gestos obscenos. A lo que no pude reprimir una carcajada y mi rubia se sonrojó de inmediato –entonces yo me piro vampiro- se colocó la camiseta y se dispuso a irse –si queréis un trío llamadme- gritó antes de salir de la casa.

-Eso ha sido raro- comenté.

-Ella siempre ha sido así- contestó con una leve risita –Eramos amigas con derechos antes de que me fuese con el ejército- dijo al ver mi cara interrogante

-Ah- dije algo impactada –y... ¿qué hacía ella aquí?- pregunté un poco molesta por habernos interrumpido

-Le dije que podía usar la casa- se encogió de hombros –es una muy buena amiga... ¿Te ha molestado?- preguntó preocupada.

La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora