Capítulo 8

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-¿Dónde estoy?- pregunté al soldado que me miró con cara de pocos amigos -¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?- insistí aún un poco atontada -¡oye! ¡Te estoy hablando!- le grité intentando reclinarme en la camilla. No obtuve ninguna respuesta pero, sin embargo, abrió la puerta y salió de la habitación.

La habitación parecía la típica habitación de hospital... aunque a diferencia de ellas, en esta estaba yo sola, no tenía compañero de habitación, ni tele. Por la ventana sólo se veía el resto del edificio y un par de arbolitos que debían formar parte del jardín del hospital.

La puerta no tardó en volver a abrirse, pero esta vez entraron dos personas, el soldado hablador de antes y una enfermera de unos 45 años.

-Hola, ¿Cómo te encuentras?- preguntó la mujer sonriéndome y haciendo ver un par de arrugas que se formaban en las comisuras de los labios.

-Bien...- dije mirando mis muñecas enrojecidas por las esposas -¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Qué ha pasado?- dije intentando recordar lo sucedido

-Levas aquí dos días- comenzó la enfermera mientras revisaba el informe que tenía en las manos –Por lo visto, después de desmayarte te trajeron al hospital, habías perdido bastante sangre y tenías una bala dentro, así que te han tenido que operar- decía mientras dejaba el informe en la mesilla –te han hecho una transfusión de sangre y parece que evolucionas bastante rápido- concluyó sonriendo

-Dos días...- dije para mis adentros

-Sí, dos días- contestó amable –Oye, tú- increpó al soldado -¿Puedes quitarle las esposas un momento y salir de la habitación?- preguntó amable.

-¿Por qué?- dijo el soldado con un tono borde

-Porque tengo que hacer mi trabajo y para eso tiene que quitarse la ropa y tú no puedes estar aquí- contestó en el mismo tono la enfermera mientras se encaraba a él

-Está bien- me quitó las esposas –Pero si tiene algún problema sólo grite, estaré en la puerta- dijo más relajado.

-Gracias- Dijo ella de nuevo –Vamos a bañarte- me comunicó cuando estaba quitándome los cables y los tubitos que se enchufaban a mí.

Yo miré mis manos y mis muñecas mientras las frotaba entre ellas para que entrasen en calor... entonces me di cuenta...

-¿Y mi anillo? ¿Y mi prometida?- dije alterándome e incorporándome en la cama

-Ey, ey, ey- decía la enfermera mientras me sujetaba para que no me moviese de la cama

-¿Dónde está Sandra? Necesito verla, por favor, déjeme verla- repetía una y otra vez mientras lloraba

El soldado, al escuchar tanto revuelo entró y me volvió a esposar a la cama, lo cual no mejoró en nada las cosas, no podía respirar, solo quería salir de allí y correr, correr hasta no poder más pero no podía, sólo podía estar ahí, tumbada, sin poder hacer nada por ella... ni por mí.

Me inyectaron unos relajantes musculares que me dejaron k.o. en un par de minutos. La enfermera me limpió las heridas con bastante dificultad mientras yo me limitaba a seguir llorando y preguntando por mi prometida. Cuando terminó me dirigió una última mirada de lástima y salió de la habitación murmurando un "suerte" casi inaudible.

Me quedé allí tumbada mirando el techo e imaginando cientos de escenarios posibles en los que me podría encontrar cuando me recuperase. No era casualidad que ese soldado estuviese en la puerta vigilando, ni que yo estuviese esposada a la cama. Intenté sacar algún tema de conversación con el pasmarote que estaba plantado en la puerta pero él no decía ni una palabra así que decidí mantenerla boca cerrada y esperar a ver lo que ocurría.

Mi cabeza me jugaba malas pasadas de vez en cuando. De vez en cuando los recuerdos de Sandra me venían a la cabeza y las lágrimas volvían a mis ojos.

-oye...- le dije al soldado -por favor... sé que seguro que te han ordenado no relacionarte conmigo y no hablarme pero por favor... necesito saber si Sandra Montenegro sigue viva... es una de las mujeres que formaban parte de mi batallón, por favor... sólo dime si sigue viva- rogué llorando desde mi cama -vale, no me digas nada... sólo mira hacia la derecha si ella sigue viva... si no...- se me fue la voz -si no sigue viva... mira hacia la izquierda- dije desesperada desde la cama con la cara empapada en lágrimas.

El soldado miró su teléfono y tecleó algunas cosas, yo desesperada grité mirando al techo sintiendo como una gran impotencia se apoderaba de mí. Un par de minutos más tarde el móvil del sodado llamó mi atención, él se acercó a la cama y me enseñó la pantalla de su teléfono. En él había una foto de mi preciosa rubia tumbada en una camilla parecida a la mía, estaba rodeada de aparatos y cables por todas partes pero parecía estar dormida. Quise acariciarla pero el sonido de las esposas me recordó mi situación y una lágrima calló por mi mejilla a la vez que una sensación de culpabilidad y de tranquilidad me invadieron.

-Está en coma- dijo el chico justo antes de regresar a su puesto

-muchas gracias- dije sinceramente antes de que la puerta se abriese ruscamente e hiciese al chico ponerse alerta.

-Capitán Cacerin Sanders- comenzó a hablar un general al que acompañaban un puñado de militares de diferentes rangos -ha incurrido usted en un delito de traición y ha generado usted un gran revuelo internacional que está poniendo en duda la gestión de las fuerzas armadas de este nuestro país- dijo el señor calvo -en las próximas horas se procederá a su traslado a una carcel militar por orden de un juez ya que se considera que existe un alto riesgo de fuga. Hemos arrestado ya a todos los miembros de su pelotón ya que...

-Señor- le interrumpí, cosa que no le hizo mucha gracia -todos esos hombres y mujeres actuaron bajo mis ordenes. Asumo toda la responsabilidad de los delitos- dije en un tono severo

-Lo siento señorita, pero esos hombres ymujeres han declarado haber actuado en conocimiento de las consecuencias y por voluntad propia, incluso el señor Darren ha alegado haber contribuido a la elaboración del plan. Es muy noble que quiera asumir las consecuencias de sus actos pero no creo que deba metir así ante el tribunal- concluyó el señor calvo.

Yo me limité a bajar la cabeza y asentir, tal y como al ejército le gustaba.

-Si tiene alguna duda se la resolveremos- dijo con intención de darse la vuelta

-¿Qué pronóstico tiene la cadete Sandra Montenegro?- pregunté con cierto tono de desesperación

-Se encuentra muy grave- dijo serio -ella y otros cinco hombres se encuentran hospitalizados y con pronóstico grave, enhorabuena, capitán. ¿Alguna otra pregunta?

-Sí, señor. ¿Podría recuperar el anillo de compromiso que llevaba en mi dedo anular? El resto de mis pertenencias no me importan, pero ese anillo lo es todo para mí.

-Lo siento mucho, capitán pero no se encuentra en condiciones de pedir nada- dijo con cierto aire de superioridad... se me había olvidado el infierno que era lo de los rangos en la Península... -con su permiso- concluyó dando media vuelta y saliendo de la habitación.

-Muchas gracias- dije con sarcasmo desde la cama. A lo cual el soldado soltó una pequeña risita.

-Siempre son así- dijo el soldado casi susurrando

-Vaya,pero si sabes hablar-     

La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora