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Darling, I feel no pain ; Charming, I like you here.
—Vamos, bebé. —Necesitó cada gramo de autocontrol dentro de su sistema para no tirar de Fire y así poder mantenerlo arriba de él, apenas podía escuchar algo que no fuera su fuerte respiración y los continuos gemidos sin sentido que salían de él— Córrete para papi.
Él no respondió, por supuesto que no lo haría. Le dio a Copia la libertad de moverse de la manera que quisiera, sujetando sus muñecas con fuerza mientras lo montaba, Copia estaba fascinado. El interior de Fire siempre se sentía como la primera vez, malditamente apretado y caliente, enviando sensaciones electrizantes a través de ambos cada que Copia daba en el lugar correcto.
—¿Ah? —Un gemido de placer se ahogó entre su risa cuando por fin pudo procesar lo que Copia dijo, no quería escuchar eso, odiaba esa palabra y todo lo que significaba para él— Eso dolió.
—¿Qué? —El cardenal tuvo que detenerse, pareció repentinamente preocupado— ¿Te lastimé?
—No, no físicamente. —A veces Fire deseaba que aquellas palabras que había dicho simplemente desaparecieran de la tierra, que fueran suplantadas por algo que no fuera eso porque todavía dolía, cualquier tipo de mención al respecto hacía que la incomodidad y el dolor le atravesaran el pecho.
Copia pareció meditarlo unos segundos. No podía pensar correctamente con todo lo que estaba pasando, su mente estaba nublada, perdida entre la euforia y el placer de las endorfinas que inundaban su cerebro. Tiene la intención de preguntar y saciar la duda, pero es como si Fire estuviera tratando de alejarlo de sus pensamientos. Él empuja sus caderas hacía abajo con fuerza, yendo más porfundo y volviendo hacia arriba sólo con el apoyo que Copia tiene sobre sus muñecas. Eso también es molesto, odia no poder tocar su vientre o al menos poder pensar siquiera en él, la culpa le sacude el alma y por un segundo la euforia del momento lo hace querer gritar.
Y lo hace.
Un grito sale de su garganta, uno que no es de placer. Es adolorido y hace que los ojos de Copia se llenen de lágrimas instantáneamente, puede sentir la desesperación en la voz de Fire. Pero el movimiento constante no se detiene y sus caderas parecen perder el ritmo cuando las manos del cardenal lo sujetan, todavía los está empujando por el borde a ambos y sus cuerpos no parecen reaccionar con sus emociones. Hay un montón de excitación electrizante uniendo sus cuerpos como uno solo y todo en lo que ambos pueden pensar es el dolor que está atando sus almas.
—¿Por qué...?
—¿Por qué a mí? —El nudo en su garganta le dificulta decir algo más, tiene muchas preguntas para las que probablemente nunca encontrará una respuesta y duele, duele tanto que sus dedos se aprietan instintivamente sobre las costillas del hombre debajo de él, rasguñando con tanta fuerza que después de unos segundos puede sentir la sangre bajo las yemas de sus dedos— ¿Realmente fui tan malo?
