XXI

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-te lo digo Nathalie, este pastel está delicioso- asiente con la cabeza, terminado de arreglar el jardín de orquídeas que le decoran la parte trasera de la casa. Una suave melodía a lo que ella denominó "salsa de alcoba" suena por todo el lugar

-creí que ya te habrías ido- la voz del señor koslov me asusta, devolviendo todo el café que estaba tomando- yo te dije que no te quiero aquí. Pero mi esposa te quiere cerca y yo no puedo discutir- se acerca a Nathalie diciéndole algo en el oído, logrando que ella haga una mala cara

-lo siento pero no- veo como la agarra del brazo y la arrastra un poco más lejos de mi. Una discusión se presenta ante mi, mientras el agarre en el brazo de Nathalie incrementa

-¡Madre querida del alma!- gritan aquel par de gemelos, logrando que el agarre del cual estaba sufriendo aquel brazo, es liberado- ¡Cuñado!

-chicos ¿Cómo están?- ambos se miran y se sonríen entre ellos

-eros, ¿Qué pasaría si alguno de nosotros se mete con tu hermano?- abro los ojos sorprendido, muy sorprendido- o mejor dicho los dos

-no molesten ahora ustedes- sueltan una carcajada bastante amplia

-era broma, acabamos de estar con el y te lo digo, está saliendo con un chico guapísimo- sonrío por mi hermano y golpeo el hombro de estos idiotas

-hijos- se acerca el señor koslov saludando a sus hijos fríamente para luego retirarse. Ambos lo saludan igual, más miran a Natalie un tanto nerviosos

-¿Se la diste?- ella niega mientras abraza a sus hijos. Puedo ver como su brazo quedo marcado por aquella mano y otro cardenal que no había notado en su cuello. Ella lo tapa nerviosa mirando en otra dirección

-¿Alguien quiere más pastel?- pregunta con una sonrisa de nuevo.
Por un momento me preocupa que le pueda suceder a Nathalie que se encuentra sola con aquel sujeto al cual llama esposo

......

La tarde corre al igual que yo para la entrevista de bella. Siento aún un algo de molestia verla por lo que ha pasado, pero debo ser profesional y dejar mi vida personal de lado

Ingreso al elevador, cuando otra persona baja. Es aquel idiota, mirándome con arrogancia

-bastante tarde- paso por su lado empujando su hombro con fuerza. Me mira mal mientras las puertas del elevador se cierran

Que estaría haciendo aquí este animal. Me golpeo por la pregunta, tan estúpida que he hecho. Obviamente estaba con Bella haciendo no se que cosas.

Golpeo la puerta con rabia contenida notando como la pared es rasposa, confirmando mis sospechas de que aquí había un espejo

Bajo del elevador molesto mirando a Frida, la cual me sonríe alegremente

-buenas tardes Eros. En unos minutos ella te atenderá- asiento mirando la puerta furioso- ¿Estás bien?- niego mirándola a Frida- tranquilo, la rabia no te llevará a ninguna parte- la puerta se abre, mostrando a bella la cual me indique que pase

-espero controlarme- Frida suspira mientras yo me pierdo tras aquella gran puerta

Apenas ingreso, siento como se pega a mi cuerpo mordiendo mi nuca

-te he extrañado- me alejo de ella molesto, sentándome en un sillón cercano sacando las herramientas para la entrevista

-¿podemos iniciar señorita Oliveira?- ella niega mientras se acerca, arrodillándose entre mis piernas

-no hasta que yo obtenga lo que quiero

-¿Y que es lo que quieres?- trato de mostrarme tranquilo mirándola hay, arrodillada jugando con la hebilla de mi pantalón

-a ti, de todas las formas posibles- baja todas mis prendas inferiores, dejando al descubierto mi masculinidad despierta. Lame la punta, ingresando todo lo que puede a la boca, rozando por momentos sus dientes

-eres una pervertida, descarada- se levanta sentándose entre mis piernas, restregando su feminidad y mi pene, más duro que antes

-¿Pervertida yo? Ni que fuera malo que desee que me cojas en todas las posiciones que puedan existir, que me des duro, me nalguees, me digas que soy tu perra, una descarada y una zorra, y que entre gemidos repita tu nombre hasta que mi garganta arda

Simplemente sonrío, para agarrar con fuerza el sillón soltando un gemido bastante ronco

Mueve sus caderas provocando mi (muy) notable erección, mientras besa mi cuello. Sus manos se mueven rápidas, liberando su pantalón, y, en menos de lo que noto, se está autopenetrandose, sacandome un gemido bastante algo, que es callado por sus manos

-jakskdvsh- quita sus manos de mi boca, siguiendo con penetraciones fuertes y violentas- eres una aprovechada

-solo se, que tú deseas esto tanto como yo- sonrío, agarrando su trasero moviendo también mis caderas con fuerza, haciendo que las penetraciones se conviertan en frenéticas y necesitadas muestras de lujuria y pasión

-eros, siento que me partes en dos- jadea en mi oído. Poniéndome de pie, ubicándola encima de su escritorio, quitando su camisa y besando su clavícula con fuerza. Miro en su cuello, una mancha oculta con maquillaje. Agarro su cabello, ladeando su cabeza para mirar bien aquel cardenal

-eres una zorra- gime más fuerte ya que muerdo en el mismo lugar en que se localiza la marca

-y a mucho honor- la bajo del escritorio, poniéndola de espaldas a mi contra la mesa. Vuelvo y la penetro con fuerza, agarrando su cabello- más, por favor- gime desesperada, moviendo sus caderas contra mi

Mi mano golpe con fuerza en su nalga haciéndola gemir con fuerza. Sus manos arañan la mesa con fuerza, mientras se corre fuertemente, llevándome también consigo

-eres una...- se gira y me besa lentamente

-perra, zorra, cualquiera, fácil pero así te gusto- me sonrojo desde cuello hasta la última punta del cabello

-buen punto

Organizamos nuestra ropa para iniciar con la entrevista. Me da los mismos datos que su padre compartió conmigo.

Al terminar, me levanto despidiéndome secamente de ella

-eros- me llama tímidamente- te...¿Tendrías una cita conmigo?- me señaló. Iluso tras esas palabras- si tú, quiero que me acompañes a cenar o hacer algo que desees

-hagamos algo. Tu invitas y yo preparo lo que haremos ¿Te parece?- ella asiente. Camino hasta la puerta pero antes me devuelvo para mirarla- ponte ropa cómoda. Esta noche nada de elegancia

Camino a paso lento hasta el elevador despidiéndome de Frida

-hola, tanto tiempo- miro a katherina que me mira sonriente. Tiene un perfume, adictivo, dulce, encantador

-hola, ¿Vienes por Frida?

-vengo por unos papeles que necesito- camina, llevandome conmigo de la mano. Vemos a Frida, la cual, me mira mal y un tanto extrañada- hola mi amor, vengo por lo papeles

-si, aquí están- se los entrega de mala gana, mirando nuestras manos entrelazadas- recuerda nuestra cena esa noche

-tranquila mi amor- se acerca y besa sus labios dulcemente, aún cogida de la mano conmigo- adiós Princesa. Te amo

-igual- me vuelve a jalar hasta el elevador, evitando la mirada de Frida

-tranquilo, solo quiero hablar- se mantiene quieta en su lugar, mas yo, estoy hecho un manojo de nervios. No por lo que dijo, si no como lo dijo. esta será una larga tarde
       

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"Te estás muriendo de soledad, sueñas con un gran amor y nada te da más miedo que enamorarte"

MujeriegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora