XIV

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El viaje de Jenee y Nils acabó.

Para ella terminó la tortura ya que los últimos días no  se hablaban apenas, cenaban y comían juntos desganados.

Y él, no conseguía comprender que era lo que le pasaba a su chica. Intentó hablar con ella, pero solo le decía que tenía la regla, que no se encontraba bien y varias excusas más porque jamás la vio comprándose compresas o tampones. Tampoco tenía en la maleta y se metía al mar cada dos por tres.

Sabía que ella le estaba ocultando algo y que quizás se podía encontrar en su móvil, pero Jeneera no se separaba de este y desconocía la contraseña que ella tenía en su teléfono. De todas maneras, le parecía muy asqueroso no respetar la intimidad de la persona a la que amaba, pero sentía que ella ya no lo hacía más.


Cuando llegaron a Alemania, cada uno volvió a su piso. Vivían separados porque pensaban que aún era pronto para convivir ya que eso podía matar el amor, pero Nils seguía creyendo que el amor había muerto por lo que había notado en las vacaciones y no había sido por la convivencia.

Sentía miedo y pensaba en una tercera persona en su relación con la suiza.


-Deja de llamarme, no me importas.

-No decías eso cuando estábamos el otro día en tu apartamento, más concretamente en tu cama. Te escucha decir: Oh, dios, Roman, te he echado de menos, dame más.

El suizo puso voz femenina tratando de fingir gemidos.

-¡Eres un estúpido, Roman! ¡Déjame en paz! No eres irresistible y cada vez te detesto más.

La modelo colgó la llamada y casi tira el móvil por la ventana. Finalmente, lo depositó en la mesita del salón y se tumbó en el sofá.

Su vida se estaba complicando más de lo que esperaba.

El portero se llevó las manos a la cara y suspiró.

Ahora sí que la había cagado.

Comenzó a llorar desconsoladamente. Ni siquiera pudo sostener su cuerpo y acabó tirado por el suelo de su habitación.

La pretemporada con el Friburgo había terminado y pronto comenzaría la temporada. Sabía que debía estar al cien por cien, pero no era capaz de concentrarse teniendo a Jenee tan cerca, pero a la vez tan lejos.


Nils fue a casa de su chica, se la encontró con la cara llena de lágrimas y roja.

-¿Qué es lo que pasa, amor?

-He discutido con mi primo.

-¿Es eso lo que te preocupaba estas vacaciones?

Ella asiente.

-¿Pero qué os pasa?

-Quiere que me arregle con mi familia.- Mintió.

-Quizás deberías...

-No, me fui por algo.

Ella le había contado a Nils que se había venido a Alemania por problemas con su familia. En realidad no era todo mentira ya que había discutido con sus padres antes de venir, ellos se lo había contado a toda la familia y tampoco se hablaba con su primo, hasta ahora.

-Jenee, no seas tan cabezona, seguro ellos están deseando volver a saber de ti. ¿No crees que lo merecen?

-No porque nunca me apoyaron en venirme aquí y quisieron que terminara la carrera en Suiza. Ahora que la estoy haciendo aquí no les gusta.

-Quizás deberías de ceder un poco.

-Dejé de contentar a la gente hace mucho.

En eso mentía, estaba intentando contentar a Nils con mentiras y más mentiras. No quería perderle, pero tampoco quería seguir con él si seguía pensando en Roman. Y no solo pensando en él, sino teniéndole tan cerca y queriéndole sentir.

Se encontraba en una encrucijada. Sabía que quería a ambos, no se decidía y no quería dañar a ninguno de los dos.

-Necesito un tiempo, Nils.

Lo dijo tan rotundamente que esto asustó al alemán.

-¿He hecho algo mal?- Preguntó este con un hilo de voz.

Ella negó y le doy un abrazo.

-Soy yo, lo prometo. No es una excusa barata, tengo demasiadas cosas en la cabeza para centrarme en ser feliz al lado de alguien.

El joven no entendió muy bien lo que la suiza dijo, pero entendió que necesitaba su espacio.

Ella pone mi mundo al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora