IV

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Nota de la autora:

¡Buenas! Aquí os traigo el capítulo, espero que os guste



La semana pasó volando para la estudiante, pero no fue así para el portero del Zúrich.

Roman sentía que le faltaba algo al levantarse y al acostarse cada día. A veces creía que podía ser alguien quien le faltase, pero no estaba seguro de ello.


El suizo escuchaba No Vacancy de One Republic mientras enjabonaba su cuerpo.

"Tú me miraste y me llevaste hasta tus brazos. Mi corazón antes de ti estaba en pedazos, prometo que es por siempre y seguiré tus pasos"

Cuando salió de la ducha, escuchó el fuerte sonido del timbre.

Se puso una toalla y corriendo fue a abrir la puerta.

Allí estaba ella.

-Oh lo siento, no quería molestar.

Jeneera se tapaba los ojos con sus manos mientras que se mordía el labio.

-No te preocupes, acabo de salir.

Roman hizo que ella se quitase las manos de los ojos.

-Es solo un cuerpo, Jenee.

Así es como él la había apodado desde que eran pequeños. Un apodo con el que ella no tuvo ningún problema porque siempre le gustó.

-No quería que te sintieras incómodo.

-No te preocupes por eso. Los chicos vamos así cuando estamos en bañador.

Ella asintió y el portero la dejó pasar a su apartamento.

Fue a ponerse algo de ropa para poder estar en compañía de Jeneera, la cual se había quedado embelesada al ver el cuerpo tan trabajado del que era su primo.

La tensión sexual entre ambos se podía notar, pero ellos seguían pensando que era algo prohibido, que nunca su familia lo aceptaría.

-Roman, vine a verte.

Era la madre de él. Poseía una llave del piso y normalmente venía a verle o más bien a pedirle dinero para sus caprichos.

La suiza se topó con su tía y ambas quedaron sorprendidas.

-Yo me iba...

-¿Qué haces aquí?

No quiso hacer la pregunta en un tono mal apropiado, simplemente le salió un tono de sorpresa y con algo de resentimiento de que su hijo acudiera antes a su prima que a su propia madre, pero jamás ellas se habían llevado mal.

-Roman me había llamado...

-Para que me trajera algunas cosas que me había dejado en casa de los tíos.- Dijo el suizo nada más fijarse en lo que Jeneera trataba de decir.

-¿De cuándo?

-Puf, no tienen tiempo ni nada.- Río el moreno.- De cuando éramos pequeños. El primo me había avisado de que estaban todavía por allí.

-¿Y por qué no las trajo él?

-Está trabajando.- Respondió la futura modelo.- Como decía ya me voy.- Soltó una sonrisa algo fingida y salió de la casa.

Ellos habían quedado para tomar algo como siempre hacían, pero tuvieron que fingir aquello para que la madre de él no se montara sus paranoias como siempre hacía.


Siento que mi madre haya interrumpido

de esa manera. La próxima vez podemos

vernos fuera de mi casa

¿No puedes cambiar la cerradura?

Puede montar un pollo por eso

Está bien

No quiero que te enfades por esto

No, no lo estoy

Jeneera que te conozco

No entiendo a tu madre

Quiere comprarse sus caprichos

de señora de 50 años

Puf que pesada

Ya sabes lo maruja y pesada que puede

llegar a ser. Lo siento, no pedí esta madre

Y ella no merece el hijo que tiene


Poco a poco los dos se iban dando cuenta de que jugaban a esconderse, como los amantes. Pero sin llegar a besarse ni a otros terrenos más peligrosos, simplemente a verse a escondidas y agarrarse de la mano como dos adolescentes.

Ella pone mi mundo al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora