Nota de la autora:
¡Buenas! Siento no haber subido ayer, pero fue un día muy ajetreado. Despierta desde las 6:30 de la mañana y no llegué a mi casa hasta las 21:00. ¡Súper cansada y encima el día de mi cumpleaños! Pero bueno, habrá que hacer esfuerzos por la uni. En fin, aquí os dejo el capítulo. ¡Espero que os guste!
El suizo pegó un portazo.
Sabía que la habitación de hotel no tenía la culpa, pero no podía aguantar su enfado.
"¿En serio Jeneera piensa que lo nuestro ha acabado?" esa era la frase que recorría la cabeza del suizo.
Golpeó la mesilla con sus fuerzas y temió haberla roto. Comprobó que todo estaba en su sitio y respiró hondo. No quería pagar ningún daño porque básicamente no quería causar ningún desperfecto.
Trató de calmarse y lo único que ocurrió fue que sus lágrimas salieron disparadas.
Se estaban haciendo daño, pero la necesitaba. Ella era su droga y si no estaba ella, otras cosas peores sucedían.
Roman cogió un cigarro que tenía en uno de los cajones de la mesilla y lo prendió. Era un porro, le ayudaba a calmar su ansiedad. Esa que había tenido desde que la suiza se marchó a Alemania.
La habitación pronto se inundó de humo y él estaba completamente perdido en unas pequeñas alucinaciones que la maría le estaba causando.
Este era su relajante, algunos médicos lo recomendaban, mas a él nadie se lo recomendó, podríamos decir que él mismo lo hizo, para tratar de aliviar su dolor.
-Maldición, me tienes loco, Jeneera.
En vez de volver a golpear cualquier material de la habitación, lloró fuertemente.
Seguro que en el hotel le escucharon, pero no le importaba.
-¿Qué es lo que te pasa? No has hablado desde que salimos del aeropuerto.
Nils se olía que algo pasaba. Su novia no había dado síntomas de estar viva en las últimas horas.
-Nada.
-¿En serio, Jeneera? Eso no es lo que dice tu cara.
-Nils, no me pasa nada.
-Puedes contármelo.
-No me cae bien mi primo, ya está.
-¿Entonces por qué ha venido?
-¿Y me lo preguntas?
-Ah, no sé, es tu primo, tú sabrás lo qué ha pasado y por qué está aquí.
-Te digo que no lo sé.
-Vale, vale.
Nils se marchó del apartamento de Jenee dando un portazo.
Ella se quedó completamente descompuesta.
¿Por qué su novio tenía que reaccionar ahora así?
¿Qué tipo de locura estaba ocurriendo en su vida?
Había venido a Alemania para relajarse, para olvidarse de todo y ahora, todo volvía a estar igual que en Suiza. Tenía a su primo cerca de ella, revolucionando sus hormonas y sus sentimientos. Sumado a que tenía novio y que este ahora se había enfadado por alguna extraña razón que ella desconocía.
Se acostó y se quedó profundamente dormida hasta que escuchó su teléfono sonar.
Deseó que fuera Nils queriendo arreglar lo que había pasado esta tarde, pero se encontró con otro nombre en la pantalla: Roman.
Lo dejó sonar.
Llevaba mucho tiempo ignorándole y ahora no iba a ser diferente.
Ya no podía dormir, tenía un gran dolor de cabeza de solo estar dándole vuelta a las cosas.
Aunque Roman estuviera en la ciudad no podía adivinar donde vivía ella y Münich era demasiado grande para encontrárselo en su barrio. Además, seguro que él tiene que volver a Friburgo para comenzar la pretemporada con su equipo y ella se iría de vacaciones con su novio, como habían estado planeando durante semanas. Algo de lo que tenía ganas y esperaba que lo de Nils no hubiera sido más que una simple discusión de enamorados. Las parejas también discuten, es lo que quería pensar.
A la mañana siguiente, habiendo dormido poco salió a comprar café y algo para desayunar ya que no tenía nada en la nevera.
Se fue hasta el centro a por ello y al final decidió desayunar fuera y comprar la comida para prepararla en casa.
Degustaba de su café.
Y entonces vio que alguien le miraba sonriendo desde otra de las mesas de la cafetería.