Una historia de odio y dolor muy cercana

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  ¡Hola mis queridos lectores! Hace tanto tiempo que no les escribía unas palabras; tan tapada de estudios y circunstancias de la vida que me hicieron hasta olvidar este libro que inicié con tanto amor (y quiero terminarlo con lo mismo). Hoy entré a la página y me encontré con miles de leídas nuevas, comentarios de apoyo y muchísimas personas que añadieron mi libro a sus listas de lecturas, y la verdad que estoy muy emocionada y conmovida. En cualquier momento se me sale el corazón por tanta alegría. Ver que todas esas noches de quedarme a escribir hasta tarde y tanto tiempo dedicado no fueron en vano, es gratificante.

   Y en la noche de hoy que tan especial es para mí les quiero abrir mi corazón y contarles qué fue lo que me alejó de mis sueños e ideales que había construído con tanta dedicación, por un tiempo que, gracias al cielo, ya terminó.

Quiero aclarar de antemano, también, que no busco causar ningún sentimiento de lástima, solo quiero como de costumbre contarles de mi lado humano. Porque muchas veces se comete el error de querer hablar de éxito, productividad y superación mirando a las personas como máquinas que realizan un trabajo en determinado tiempo, con pasos exactos. Como si todos fuéramos iguales y no tuviéramos obstáculos en el camino.

Dicho todo lo anterior, puedo comenzar a narrar una historia brevemente.

Hace no más de dos años, Magui (yo) comenzó a sentirse muy incómoda en su propia piel: le costaba ver su propio reflejo en el espejo, no aceptaba el cuerpo que tenía y comenzó a obsesionarse.

A llenarse de información para adelgazar.

A motivarse con fotos de chicas muy delgadas.

A ir dejando poco a poco algunos alimentos, porque "engordaban".

Pero no todo terminaría ahí, sino que el cuerpo (sabio el cuerpo) comenzó a  querer protegerse, y su cerebro enviaba impulsos para buscar la energía necesaria.

Y así iniciaron los atracones, seguidos por castigos, lapsos sin comer, de hacer una hora de ejercicio.

Así se apagaron también los sueños, las ganas de bailar, de escribir, cantar, leer, de ayudar a otros.

Y el alma vacía le empezó a doler, le dolía mucho.

Fue el dolor el que impulsó querer salir de ese intento de atentar (todos los días un poquito) contra su propia vida.

  Y acá estoy, la peleé y  salir fue como volver a nacer. Toda la forma en la que veía la vida se restauró. Mis ganas de ayudar a los demás a amarse y respetarse a sí mismos se elevaron. Y por eso les cuento esto, para que estén atentos en los demás y en ustedes mismos, principalmente a mujeres.

Gracias a papá Dios pude salir y fui muy fortalecida: hoy en día llevo una vida y una alimentación normal y he retomado miles de proyectos (mi ambición de siempre)

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Gracias a papá Dios pude salir y fui muy fortalecida: hoy en día llevo una vida y una alimentación normal y he retomado miles de proyectos (mi ambición de siempre).  Los incito a luchar siempre, a no rendirse que la vida siempre da sus recompensas. Toda lluvia (o tormenta)  tiene su consiguiente salida del Sol.

La vida es efímera

parece que se escapa, a veces.

Aún está en mis manos no soltarla

que no se vaya, cuidarla

apreciar y agradecer

agradecer cada día como si fuera el último.

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Amen y respeten todo lo que son, luchen cada día por amarse  cada día un poquito más, no se dejen para después.

Gracias por leer hasta acá, un fuerte abrazo y ; todo mi amor y ánimos para aquel que hoy esté pasando por alguna situación complicada ♥♥♥ todo se supera, todo pasa.

 #YoSoyFuerte #MeAmoYMeRespeto

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2018 ⏰

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