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La mañana siguiente me desperté con un brazo a mi alrededor, era mi hermana que se había metido en mi cama ya que es sonámbula.

-Iraide, despierta que vamos a llegar tarde, pareces un hurón. ¡Levántate ya! Si no te levantas tendrás que ir sin desayunar.

-¿Puedo desayunar helado? -dijo ella y colmó mi paciencia.

-¡No! Hay leche y galletas, te conformas.

Después de desayunar acompañé a Iraide a su clase para que no se perdiera y le dije que cuando las clases finalizaran me esperase en la puerta sin moverse para poder ir a comer.

Después de haber dejado a Iraide en su clase me dirigí a la mía. Allí pasé tres horribles y aburridas horas ya que al principio del curso los profesores solo se presentaban y eso me aburría demasiado.

Cuando tocó el timbre que anunciaba el final de la tercera hora me dirigí a buscar a Iraide, pero en el camino me choque con alguien y tiré su móvil al suelo al mismo tiempo que yo caía.

- ¡Oye niñata! Agáchate y recoge mi móvil. ¡YA! - dijo una voz masculina con un tono irritante y seguido levanté mi mirada.

-Perdon, ¿Te conozco? Te juro que tu cara me suena un montón, siento que te he visto antes en algún lugar -El chico se dispuso a contestar , pero fui más rápida -¡Ya sé! ¿No serás tú Rattata?- seguí mi propio camino abriéndome paso y choqué mi hombro con el de él en un gesto de seguridad.

Cuando llegué a la clase de mi hermana ella estaba allí sin moverse, como yo le había ordenado.

- Llevo diez minutos aquí esperándote sin moverme ni un milímetro, te juro que ni siquiera he respirado, te lo prometo. ¿Me vas a comprar galletas de ositos para después de comer? -dijo ella con un puchero- ¡Casi me ahogo por obedecerte!

-Iraide, desde que ha tocado el timbre han pasado exactamente cinco minutos -dije mientras miraba mi reloj- y ya me he encontrado a dos imbéciles en el mismo pasillo, una tú y el otro el Rattata.

-No me digas que has conseguido a Rattata en el Pokemon Go. ¡Jolines! A mi nunca me sale -dijo con cara ingenua. Me dí la vuelta y me dirigí al comedor exasperada. ¿Qué había hecho yo mal para merecer este castigo?

Entré al comedor con Iraide detrás con su móvil en mano.

-¿Dónde está ese Rattata del que hablabas? ¡No lo encuentro, esto es injusto! - cuando dí un vistazo al comedor ví al chico con el que me había chocado mirándome enfadado.

-¡Mira, ahí está! -lo señalé con una sonrisa diabólica- Vete a cazarlo.

¿No serás tú Rattata? ➵ JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora