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-¡Maider! ¡Iraide! Levantados, vais a llegar tarde al aeropuerto y vais a perder vuestro vuelo a Corea -gritó mi madre desde la cocina.

Sí, a Corea, habéis leído bien. Había conseguido una beca gracias a mis gran notas de 2º de bachiller, mis padres me dejaron aceptar esa beca gracias a mis mil millones de súplicas y llevar a mi hermana melliza. Ella no había conseguido una beca, pero mis padres habían decidido pagar todo su viaje para que yo no fuera sola a un país a miles de kilómetros de mi ciudad. Esa era la única manera de viajar al país de mis sueños, no me malinterpretéis, adoro a mi hermana, pero es como llevar a una niña de 3 años conmigo.

Terminé de meter algunas cosas en la maleta y me despedí de mi perrito Haru con un gran beso en su pequeña cabecita prometiéndole que regresaría durante las vacaciones de navidad con las mejores notas. Él se despidió de mí con un gran lametón en la mejilla y moviendo su pequeña colita.

Emprendimos el viaje al aeropuerto y allí nos despedimos de nuestros padres con un beso y un abrazo prometiéndoles que nos cuidaríamos mucho y que llamaríamos al menos una vez por semana para contarles qué tal nos iba nuestra nueva vida en Corea.

Mi hermana y yo terminamos de facturar las maletas y avanzamos al control de seguridad policial del aeropuerto sin ningún problema, sólo me había despistado tres segundo cuando mi hermana había desaparecido de mi vista. La vi a lo lejos hablando con un anciano que se encontraba sentado esperando a su vuelo para visitar a su hija en Irlanda. Iraide era así, una persona tan rara que no sé ni cómo somos hermanas, éramos tan diferentes como el agua y el aceite.

-¡¡¡¡¡IRAIDEEEEE!!!!! Deja de molestar a ese pobre señor, ven aquí y no te separes de mí hasta que lleguemos a nuestra residencia en Corea -dije en tono bastante enfadado.

- Jolín Maider siempre me echas la bronca, no estaba haciendo nada malo, solo estaba hablando con ese buen señor. Eres una mandona, te recuerdo que soy 3 minutos mayor que tú -dijo ella.

-Pasajeros con destino a Corea aborden la puerta 20.

Ignoré el comentario de mi hermana y me dirigí a la puerta de embarque cogiéndola de la mano para que no se volviera a entretener con la primera mosca que se le pasara por delante.

Abordamos el avión y nos sentamos en nuestros respectivos asientos, por ese entonces mi hermana ya se había hecho amiga del azafato y le preguntaba cuánto tardaríamos en llegar a Corea.

-¡¡¡Maider!!! Ese señor me ha dicho que tenemos 10 horas de vuelo a Corea. ¿Cómo narices me voy a aguantar 10 horas sin hacer pipi? Mi pequeña vejiga va a explotar.

-Toma estos caramelitos Iraide, ya verás como enseguida llegamos a Corea.

Saqué las pastillas de dormir que llevaba en la mochila cada vez que viajaba con mi hermana y le ofrecí dos para que me dejase tranquila durante todo el viaje. Así caí dormida soñando con mi nueva vida en Corea.

¿No serás tú Rattata? ➵ JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora