Y de repente te había olvidado.
Ya no recordaba tu aroma.
Ya no recordaba tus besos.
Ya no recordaba el sonido de tu voz.
Ya no me dolías.
Ya no me desvelabas.
Ya no me atormentabas.
Ya eras pasado: ya te había olvidado.
Hasta que un día como cualqu...
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Madison se levantó en el instante en el que Klaus atravesaba la puerta de su habitación con tres vestidos en sus manos, los dejó colgados en la puerta de su armario y se acercó a ella para depositar un casto beso sobre su frente.
─Buenos días, amor. Esos son tres vestidos que puedes usar esta noche.
─La verdad es que ya me había olvidado de la fiesta.
─Justamente por eso te los he traído.
─Gracias, Nik.
Él asintió con una pequeña sonrisa antes de volver a caminar hasta la puerta y salir por allí, ella soltó un pequeño suspiro sin dejar de observarlos, parecían lindos y de colores intensos, le gustaban demasiado.
Un golpeteo en su puerta la hizo voltear, allí estaba Kol. Tenía una pequeña charola y se acercó a ella, la depositó en su cama; allí se encontraba el desayuno, una taza de café, con frutillas y tostadas; simplemente delicioso. Se sorprendió por tal acto.
Únicamente, Kol traía aquello cuando necesitaba algo. Era algo que aprendió durante el tiempo en el que estuvo a su lado como novia.
─¿Necesitas algo?
─Puede ser.
─Suéltalo, Kol.
─¿Recuerdas el pequeño favor de Rebekah? ─ella asintió, acomodándose en la cama para poder comer de las frutillas bañadas en chocolate─. Bueno, necesitamos que tú y Freya hagan un hechizo para impedir que nuestros padres vuelvan a "reencarnar" en otro cuerpo.
Madison lo observó fijamente mientras intentaba recordarle el hechizo que iban a necesitar. Hacerlo iba a requerir bastante magia negra y sabía que no podía involucrar a Freya en algo así.
─Los hechizos de esa magnitud requieren de magia negra, Kol.
─¿No existe una manera de usar la magia que poseen tú y Freya?
─Bueno, en los últimos tiempos estuve usando magia negra. ─sonrió a medias, como si estuviera confesando algún delito; él arqueó una de sus cejas─. No hará falta que Freya se involucre, yo sola puedo. Y lo haré mañana, hoy no.
─¿Por qué hoy no?
─Porque hay una fiesta y necesito tener toda la energía del mundo, quiero beber hasta perder la consciencia.
─Bien, justamente por eso, le diré a Klaus que no compre tantas bebidas.
─¡Kol!
─Si mal no recuerdo, tú y el alcohol nunca se llevaron bien.
