Capítulo 38: "Heridas de batalla"

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PoV Sky:

Juro que hasta que el doctor no salió de la sala de operaciones mi corazón no latió normalmente. Caleb se había salvado
—Él se recuperará, es un chico muy fuerte. Pero me temo que en estos momentos se encuentra en coma — nadie movió siquiera un cabello.
Akim estaba aún en sala de cirugía, no querían dejarnos pasar.

Cuando por fin lo pudimos ver su rostro ya no estaba tan mal, los médicos habían hecho muy bien su trabajo. Aún no estaba consciente, pero estaba a salvo.

Cinco días, ya han pasado cinco malditos días y Caleb no despierta
—Puedes irte a descansar a tu casa si quieres cariño — me dice la enfermera por milésimas vez
—No, estoy bien aquí. Gracias — mi respuesta era automática para todo aquel que me dijera que me moviera de mi lugar junto a Caleb.

Acaricio su rostro con el dorso de mi mano y le sonrío
—Las enfermeras ya hablan de ti por los pasillos — bromea Jonas el abuelo de Caleb
—Lo volvieron a sugerir — le sonrío
—Mi nieto tiene mucha suerte de tenerte — mis ojos se cristalizan pero contengo las lágrimas
—Si supiera cómo nos conocimos — suelto una risa divertida.

Su abuelo lo ha venido a ver cada día junto con Akim
—Es muy generoso de su parte recibirlo a Akim también — comento sosteniendo la mano tibia de Caleb
—Me hace compañía, y cocina muy bien — Akim recibe el cumplido con una sonrisa.
Jonas sale del cuarto unos minutos y Akim se queda conmigo
—Se acabo Sky, por fin se acabó — suspira el tatuado
—Ojalá no hubiera cobrado las vidas de Ray y Mady — me lamento
—Casi se lleva las nuestras también — admite él
—Suerte que mis hermanos ya saben como soy y me lograron localizar — si no hubiera sido por el rastreador que mis hermanos le exigieron a los policías que colocaran en mi celular los federales no nos habrían encontrado a tiempo. Quizás nunca nos habrían encontrado.

Los doctores ya nos tenían como nuevos inquilinos en el hospital
—Sus signos vitales siguen estables, la decisión es completamente de él — vuelve a decir el doctor tras analizar nuevamente el estado de Caleb.

Había pasado tantas horas dentro de ese lugar que por poco había olvidado que fuera de esos muros yo tenía una vida
—Sky, esto llegó para ti — sonríe Milo y me entrega un sobre color madera el cuál contenía mi carta de aceptación a la academia de danza de Nueva York
— ¿Revisaste mi correo? — lo miro y él sonríe
—Nash me lo dio — me aclara probando su inocencia
— ¿Qué dice? — pregunta mi amigo intrigado
—Me aceptaron Milo, entré a Julliard — respondo con la voz quebrada. Quería saltar de felicidad porque ya tenía la carta de aceptación de mi futuro en mis manos pero caigo en la realidad de que el chico que amo se encuentra en coma justo frente a mí y todo se vuelve borroso nuevamente.

Al cumplirse la semana de Caleb en el hospital en coma, por fin despertó. Estaba tan feliz de verlo consciente de nuevo
— ¡Llamaré a Lewis! — exclamo dando un brinco de felicidad. Llamo a su hermano y junto con Akim y Layna decidimos hacer una reunión en la casa del abuelo de Caleb.

Se sentía tan bien tener algo de normalidad después de tanta locura. Me tranquilizaba que Mike ya no nos jodería la vida.
Me sentía plena nuevamente, y ahora tenía a Caleb junto a mí, las cosas comenzaban a encaminarse.

Me despierto en medio de la noche al sentir el vacío a mi lado
— ¿Caleb? — mis ojos adormilados tardan unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad, pero rápidamente y lo encuentro sentado al borde de la cama. Las vendas estaban tensas ya que se encontraba inclinado apoyándo sus brazos en sus piernas
— ¿Cal? — toco su espalda y siento su respiración
—Vuelve a dormir Sky —  me ordena suavemente sin darse la vuelta
— ¡No me des órdenes! — exclamo y aunque no le veo el rostro sé que se está riendo por mi voz adormilada que intenta sonar molesta.
Se voltea solo un poco, lo justo como para que le pueda ver el perfil de su hermoso rostro
— ¿Qué ocurre? — me siento en la cama y lo abrazo cuidadosamente por la espalda de modo que mi cabeza queda apoyada en el hueco de su cuello
—La vi, por fin pude ver — susurra.
Hace un silencio que se torna pesado conforme pasan los segundos
—Durante tanto tiempo tuve esa pesadilla sin saber qué significaba — toma mis brazos y los sujeta contra su pecho.

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