Capítulo 5.

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Ellen.

Había llamado más de cinco veces a Harold, anoche me había quedado preocupada cuando se fue sin más. Admitía que todo había sido culpa mía, si yo no hubiera sido tan curiosa con su hermano, posiblemente llevaríamos la fiesta en paz. Habíamos tenido una conversación verdadera y yo misma fui quien la había cagado.

El celular de Helen se apagó de repente y me moleste en no haber guardado el número de él. Mi hermana seguía durmiendo como un enorme oso, así que lo mejor que podría hacer es darme una ducha e ir por unos cafés, sé que no tardaría en despertar, son más de las once de la mañana, por lo que es hora que se despierte. Del almario, saque una playera azul marino sin mangas y unos pantalones cortos color negro. Anoche estuvo lloviendo, pero esta mañana el clima se mejoró radicalmente, el sol estaba en su punto máximo, haciéndome sudar. Cuando salí de la ducha, vi que apenas Helen se estaba despertando, ella me miró con los ojos entrecerrados y luego se escondió debajo de unas almohadas.

—¡Apaga el foco! —exclamó, aun con la voz de dormida.

Solté una risa y le quité las almohadas del rostro.

—No, es hora de que vayas a darte una ducha, son más de las once del día, Helen —aunque seguía angustiada por Harold, me sienta con un buen humor en esta mañana y no pensaba arruinar mi buen humor, y que mejor compartir esa positividad con mi hermana—. Esta tarde iremos a la playa, el hermano de Harold nos invitó a todos.

Helen sacó la cabeza de la cama y frunció el ceño.

—¿Desde cuándo conoces a Drake?

Miré a ella por encima del hombro y simplemente me encogí de hombros. Extendí las cortinas para que los rayos de sol iluminaran aún más la habitación (y también para que Helen salga de cama). Mi hermana se puso de pie, aunque se tambaleó unos segundos, pero recuperó el equilibrio.

—Iré por unos cafés, así que dúchate y ponte bonita para Harold —levanté mis cejas al mismo tiempo. Mi hermana soltó un bufido de irritación.

—Odio cuando tienes ese buen humor, quiero decir, pareces mi madre.

Helen tomó su toalla de su ropero y fue directamente hacia el baño, unos segundos después escuché como el agua de la regadera salió. Tomé mis llaves y mi cartera, caminé hacia la puerta y salí de la habitación. Cuando me encontraba afuera de los dormitorios, me encontré con varias personas que estaban en la fiesta de noche, algunos de ellos al parecer me reconocieron porque me saludaban y sonreían. Era extraño que viera rostros familiares, creo que salir con amigos no esta tan mal como parece, quiero decir, empiezo a conocer a nuevas personas que pueden que me agraden. Varias personas estaban en bicicletas, por lo que me detuve para que no me atropellaron, cuando la cola de ciclistas se detuvo, crucé corriendo hacia el Starbucks que estaba a unos cuantos metros.

Al entrar, vi una cola no muy larga y me forme. No tardaron mucho en que me atendieran. Pedí un café americano para mí y un café negro para la cruda de mi hermana. Tenía que esperar al menos diez minutos para que me los entreguen, por lo que decidí tomar asiento y esperar pacientemente mi pedido. Las mesas estaban desocupadas, solo unas cuantas había uno que otro estudiando bebiendo el café. Cerca de la ventana de cristal, vi a la chica con la que Helen y yo estuvimos bailando. Kennedy. Ella al parecer me vio igualmente y me hizo una señal para que me acercara hacia ella y eso hice.

Kennedy estaba sentada, bebiendo un café en una mesa para dos, me pidió que la acompañara, por lo que me senté justo enfrente de ella.

—No pensé verte por aquí —Kennedy dijo, con una amplia sonrisa.

Me encogí de hombros, de acuerdo con ella. No es como que sea fanática de Starbucks, pero es el único lugar cerca de los dormitorios en donde puedo encontrar un café.

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