Harold.
Habíamos ido a un McDonald's a comer cualquier cosa barata que vendieran en este local. Solo éramos Ellen y yo, como debería de serlo. Ella se había metido un puño de papas fritas a la cara, pero no pudo aguantar la risa, por las cual pocas de las papas salieron de su boca; yo la miré con diversión, mirándola con los ojos bien abiertos, admirando su belleza y sus facciones, Ellen al percatarse de mi atención hacia ella, decidió sonreír con nerviosismo y chasqueó la lengua.
—¿No piensas comer, Harold? —ella me preguntó, mirándome con aquellos ojos grises.
Le sostuve por una fracción de segundo, hasta que decidí tomar mi Big Mac' y darme una gran mordida.
—Estaba pensando en algo, y quisiera comunicártelo —Ellen se lamió los labios y me miró, nuevamente—. Quizás si yo te ayudo con la iluminación del departamento será algo mejor para mí...
—Ellen —la interrumpí, negando con desaprobación. Ella enmarcó las cejas—. No necesito tu dinero, ¿sí? Me ofrecí a ayudarte, no necesito nada a cambio.
Ella asintió con la cabeza, pero sabía que me seguiría dando lata con ese tema. Era una de las principales razones por las cuales discutíamos, pero ahora mismo no estaba dispuesto a permanecer todo el resto del día molesto con ella, en si mi idea es estar con Ellen hasta que anochezca.
—Pero me sentiré mucho mejor si yo pagara al menos una vez, ¿ok?
Volví a negar, esta vez con frialdad en mi mirada. No quería discutir con ella, me sentía tan bien con Ellen ahora mismo que lo menos que quiero es pelear por un tema tan estúpido. Sabía que Ellen necesitaba ese dinero, o al menos aun no, pero lo necesitara cuando ella decida irse del departamento. Sabía que no volvería con Helen, así que necesita ese dinero. Punto.
—¿Por qué eres tan orgulloso, eh? —Ellen tomo el popote entre sus labios, riéndose con malicia—. Bueno, al menos déjame pagar las compras de hoy —volví a negar, esta vez con diversión. Admitía que me agradaba verla molesta, inclusive que sus dientes castañeaban por rabia. Se veía jodidamente atractiva de aquella manera—. Por favor, Harold.
Ellen cerró y abrió sus ojos, colocando una cara de cachorrito. No podía negarme a eso, así que termine accediendo. Ellen sonrió orgullosa de sí misma y luego de eso, desvió la mirada de mí hacia mis espaldas, su sonrisa se desvaneció rápidamente, haciendo que me girara con lentitud hacia atrás. Kennedy, había entrado al restaurante, abrazando a Elliot de la cintura mientras que este le besaba la cien, a su costado, Helen había entrado con nadie más y nadie menos que con mi hermano. Drake nos miró con el ceño fruncido, pero se formó una sonrisa en sus labios; cuando volví a mirar a Ellen, ella empezó a jugar con la mirada, se veía tanto nerviosa como ansiosa.
—¿Está todo bien? —me atreví a preguntarle mientras que tome de sus papas.
Ellen presionó sus labios, haciendo que estos formaran una línea recta, sin embargo se limitó a asentir con la cabeza y mirarme nuevamente a mí. Quizá para ella sea incomodo estar en el mismo sitio junto con Drake y su hermana y más con la parejita de tortolos de Kennedy y Elliot.
—Estoy bien —su voz estaba hecha un hilo, pero se atrevió a sonreírme con inocencia. Quizás si no la conociera tan bien, le crearía, pero sé que estaba mintiendo—. Así que, dime la razón por la cual no quieres hablar sobre tu cita con Vanessa.
Puse los ojos en blanco y volví a darle una mordida a mi hamburguesa. Podía darle un millón de razones por las cuales no volveré a salir con Vanessa Rudd.
—Quizá sea porque se la paso hablando sobre cómo había quedado su maquillaje o como porque hay cosméticos tan caros...—hice una mueca de desagrado, inclusive Ellen hizo el mismo gesto—. Vanessa Rudd y yo, es imposible.
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Prohibido Enamorarte. ✔
Ficção AdolescenteEllen es una chica con una vida bastante normal, hasta que una noche como cualquiera se convierte en una de las sospechosas en la muerte de su mejor amiga Jess; tras un año después del acontecimiento, Ellen se va a la universidad ha iniciar una nuev...