Capítulo 38.

650 63 6
                                    

Ellen.

Sentía el cuerpo pesado y la cabeza me dolía un montón.

Las luces en la habitación me estaban agobiando y por un momento quise estar en completa oscuridad.

No podía recordar con claridad que había pasado, pero de algo estaba totalmente segura: estaba con vida. Abrí los ojos con rapidez, pero fue un error total. Los ojos me ardieron como si me hubiera echado acido, cerré nuevamente los ojos y permanecí así un par de segundos, hasta que probé nuevamente en abrirlos. Poco a poco me fui acostumbrado a la nueva iluminación. Pensé que me encontraría en mi cama de mi habitación, pero era todo lo contrario.

Gotas de agua caían por la ventana y las copas de los árboles se movían de un lugar al otro; mi sequé los mocos debido al olor penetrando de medicamentos. No sabía en qué hospital estaba pero de lo que estaba completamente segura es que me quería ir ahora mismo de este sitio. Quería estar con Harold.

Mi vista se nublo por un momento cuando vi a aquel chico el cual estuve pensando en todo este tiempo. Harold estaba sentado a un lado de mí, durmiendo con los ojos apretados y con la boca entreabierta. Su mano estaba sosteniendo la mía, así que fue fácil empezar a llamar su atención. Le di un suave apretón, haciendo que él abriera sus ojos con rapidez y se incorpora.

Los ojos color esmeralda estaban rojos e hinchados. Tenía unas ojeras espantosas debajo de esos hermosos ojos, es como si no hubiera dormido en días, incluso en semanas. Harold levantó la mirada hacia mí y cuando me vio abrió su boca, poniéndose de pie con una velocidad impresionante.

—¿Estas bien? ¿Quieres que llame al doctor? ¿Te duele algo?

Negué con la cabeza, pero fue lo peor que pude haber hecho, ya que el dolor se instaló en la parte superior de mi cráneo, haciendo que soltara un jadeo.

—Ehh —Harold me tomó del mentón, haciendo que levantara la mirada hacia él. Pude ver como alrededor de sus muñecas había unas terribles marcas—. Tranquila, acabas de despertar, tómate las cosas con calma.

¿Qué me tomara las cosas con calma? Me habían intentado asesinar...mi supuesto mejor amigo era un demente...yo sabía en donde estaba Jess y no era capaz de saberlo...Brandon... ¡Brandon!

—¿Dónde está él? —balbuceé, sentándome en la cama, pero fue una estúpida idea. La cabeza me explotó—. ¿Está en la cárcel? ¿Dónde está? ¿Escapó...?

La garganta se me cerró. Los ojos se me habían humedecido. No sabía porque estaba llorando, pero no podía parar. Las lágrimas que se habían agrupado en mis ojos cayeron hasta alrededor de mis mejillas.

—Él ahora está en la cárcel, debes tranquilizarte, Ellen.

Mi pecho subía y bajaba constantemente. Quería seguir el consejo de Harold, pero se me hacía fatal. Simplemente no podía. Estaba aterrada.

Había estado a nada de morir en manos de la persona que más había protegido en toda mi vida. Había metido las manos al fuego por Brandon sin haberlo dudado dos veces. Oh... ¡que estúpida he sido!

—Llamare al doctor, ¿bien?

—No...—susurré, tomando sus manos con fuerza—. No, no te vayas.

—Estoy aquí, pequeña.

Harold me estrechó contra su cuerpo, haciéndome sentir más segura de alguna manera.

Todavía se me venían a la cabeza las imágenes de todo lo que Brandon me había dicho, de todo lo que me hizo estando con él en aquella habitación. Mi vida había corrido peligro en menos de dos horas, y no sé cómo he sobrevivido, no sé cómo me encontraron pero lo hicieron.

Prohibido Enamorarte. ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora