Semana 22

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Draco se encontraba en su oficina ubicada en el piso doce de un céntrico edificio en Londres. Por lo general, acostumbraba a trabajar en casa pero daba la casualidad que ese día había organizado una junta con los directivos para analizar nuevas reglas de convivencia de trabajo en equipo, debido a que la empresa estaba compitiendo con otras del rubro en la certificación de normas de calidad, lo cual era de vital importancia si quería competir con las grandes firmas del retail.

La reunión ya había culminado por lo que ya era hora de regresar a casa, que ya no se trataba de la antigua Mansión Malfoy, sino que otra casa, bastante más pequeña en los suburbios de la ciudad. De de sólo recordar los tristes hechos que ocurrieron en la antigua mansión, hacía once años, le daban ganas no haber vivido nunca en ese lugar. Luego que el Ministerio la confiscara, la familia buscó otro lugar en donde vivir, a pesar de que Lucius seguía arraigado a sus raíces, pensando en que jamás se acostumbraría. No obstante, Narcisa para que su esposo no se sintiera extraño y, una vez que él salió de prisión, se había dedicado a que esta nueva casa no tuviera relación alguna con la anterior pero con la intención de que su esposo se sintiera a gusto. La abrió al color, empezando por el jardín, utilizando diversas flores, en la casa puso matizadas cortinas, cuadros con paisajes y marinas. No quería que nada le recordara a la antigua mansión en donde aún no podía borrar de su mente los gritos de los prisioneros, el olor a sangre derramada, el recuerdo de las vidas cegadas por un maniático mestizo que no encontró nada mejor que tener su centro de comandos en la casa de ellos.

Mientras miraba hacia el exterior y se deleitaba con lo radiante que estaba el día, sin rastros de neblina y cálido pues era mediados de julio, recordaba cuánto había sufrido en silencio aquel día en que vio cómo su tía Bellatrix Lestrange la había torturado y marcado... y él, sin poder hacer nada por ella, fingiendo que no le importaba... cerrando su mente... pero en el fondo estaba seguro que el dolor que ella sintió, también lo sintió él. Ella... ella ahora tan cambiada, tan lejana, tan calculadora y fría... ¿qué estaría haciendo? Hacía ya cinco meses que había tenido ese encuentro en Australia con la «sangre sucia» como le llamaba de niño. Cinco meses sin recibir ninguna llamada de ella, sin saber si aún lo recordaba... Cinco meses pensando día a día en lo ocurrido aquella noche... esa noche bendita en que, luego de largos años, la había vuelto a ver y estar con ella por primera vez.

Mientras se hallaba con la ventana abierta, pensando y mirando la calle y el humo del cigarrillo se iba en el aire, escuchó un bullicio en la puerta de entrada. Apagó rápidamente la colilla justo en el momento en que ingresaba Astoria, su novia (porque por enésima vez habían regresado) junto a Narcisa Malfoy.

—¡¿Qué te has creído?! ¡Mira lo que me has hecho! ¡Por eso no te querías venir de Sidney! —le gritó Astoria casi fuera de sus cabales.

Ni siquiera entendió cuando le arrojó por la cabeza un ejemplar de la revista Vogue. Narcisa iba detrás de la mujer, quien pasó directo a la licorera que él tenía a un costado del escritorio y se sirvió un trago.

—No entiendo de qué hablas —dijo sin darle mayor importancia. Ya estaba harto de las rabietas y niñerías de ella.

—¡Lee la maldita revista! ¡Mira en sus páginas centrales! —Astoria se sentó en el sofá con el trago en una mano y con la otra acomodó unas caras gafas en su cabeza. Luego le dio un largo sorbo al líquido y ni mueca hizo. Narcisa la miró con sorpresa y luego se dirigió a su hijo:

—Draco, esto es terrible. ¡Debiste habernos contado lo que ocurría!

—Si se callan, podré leer —respondió en tono cansino. No se imaginaba qué cosa tan grave podría tratarse para que ambas reaccionaran de esa forma.

Draco tomó la revista y buscó la página que Astoria tenía muy bien marcada con papel adhesivo.

Sus ojos se abrieron al máximo al ver una fotografía de alguien que sólo hacía un par de segundos había estado recordando. «Ella», al parecer había sido sorprendida por un paparazzi, pues venía saliendo de una clínica y... con un vientre bastante abultado. Sintió que su corazón comenzaba a latir más rápido de lo normal. Miró a Astoria quien con rabia giró la cabeza y Narcisa le negaba en señal de repudio.

Y todo por una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora