Bruno miró a Tanya mientras ella cerraba la puerta tras de sí e hizo un gesto de aprobación con su rostro al admirar las perfectas caderas de la nueva secretaria de Ronald.
—Está buena la chica —observó con una voz que no era la acostumbrada: grave y fuerte. Sacó su varita y se desinfló la panza, quedando alto, erguido y atlético—. ¡Ah! ¡Por fin! ¡Odio esa barriga! —sus dientes se hicieron derechos y blancos, así como su velluda cara, comenzó a transformarse en una piel suave y tersa, con facciones varoniles totalmente agradables.
A Ron simplemente no le gustó el comentario que hizo Bruno respecto de su secretaria. Era una niña al lado de ese par de vegetes solteros treintones. Aunque debía ser sincero, él al lado de Bruno iba en desventaja... El hombre que, tras un disfraz escondía su verdadero físico, era una verdadera competencia para cualquiera, no obstante, no pensaba competir con Bassi. Tanya era su secretaria y por tanto totalmente vedada para las sucias intenciones de Bassi.
Por otra parte, en un par de segundos, pensó que Tanya era de él y que nadie más tenía derecho a mirar sus partes femeninas. Rió sin querer, ahora el «viejo verde» interesado en menores era él...
Bruno extrajo del bolsillo de su saco un paquete del cual sacó un cigarrillo algo extraño y lo encendió mientras se sentaba en un sofá, acercando con su varita el cenicero de vidrio del escritorio de Ron.
Ronald dio un suspiro de resignación, ese hombre era demasiado confianzudo, pero de todas formas le caía bien. Se sentó frente a él porque debían aclarar unos cuantos puntos pendientes, sin embargo, lo primero era frenar los comentarios hacia su recién llegada secretaria.
—Deja de mirar así a Tanya. Es una niña comparada con nosotros... ¡Te comportas como depravado! —Ron también encendió un cigarrillo de los de Bruno, que eran de color café con aroma a chocolate—. ¿No crees que estos cigarros son muy femeninos? —preguntó mirando el largo, flaco y extraño cigarro que acaba de encender.
—Es digno de Bruno Bassi. Y por lo de tu sensual secretaria, deja que te diga, que no siendo menor de edad está todo bajo regla. Además, mi querido amigo, ya estoy cansado de hacerme pasar por homosexual en medio de tanta mujer hermosa. Tu ex, antes de que conociera a ese Malfoy, casi se bañaba delante de mí.
—Te agradeceré que no me cuentes esas intimidades —no quería recordar la belleza y perfección del cuerpo de Hermione, sabiendo cómo desperdició tantos momentos al lado de la hermosa mujer que tuvo por esposa y que por su estupidez en el trabajo, había dejado partir—. Te llamé para saber por qué mierda te descuidaste tanto y la dejaste con Malfoy. Por algo te pago... ¡Debías tenerla protegida! ¡Esa era tu obligación! No el andar por ahí dando entrevistas y desprestigiándola, parece que el papel de poco hombre te ha quedado de las mil maravillas. Sin ofender a los homosexuales que juraría son más legales y fieles que tú.
Bruno lo escuchó como si nada, mientras daba una fuerte bocanada al cigarro con forma de barra de chocolate y lo miraba con cara divertida, al darse cuenta de todo lo que había pasado por haberse decidido a trabajar para Ronald Weasley y este ni siquiera le agradecía.
Cuando Ron escuchó una conversación un tanto extraña entre dos tipo sospechosos, una vez en que se fue a embriagar al Caldero Chorreante, lugar en donde hablaban descaradamente sobre una recompensa que Lucius Malfoy estaba dispuesto a pagar por el paradero de Hermione Granger, supo de inmediato que debía actuar. Fue ahí en que se enteró también de la libertad del mortífago, debido a asuntos humanitarios ya que sufría un extraño y mortal hechizo. Así que decidió contactarse con un investigador privado del mundo mágico. Y, por recomendaciones, llegó donde Bruno Bassi. El que, a cambio del pago de sus dispendiosos honorarios, aceptó el trabajo que consistía en primera instancia, en encontrar a Hermione Granger. Tal tarea no le fue difícil ya que la familia de Bassi, muggle en su mayoría, estaba involucrada con el mundo de la moda y por lo tanto al enseñarles una fotografía de quien buscaba, de inmediato fue reconocida como la afamada Herms Grennett.
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Y todo por una noche
RastgeleUna noche de pasión significó un cambio radical en la vida de la afamada diseñadora de alta costura, Herms Grennett... para sus amigos, Hermione Granger... quien, alejada de la magia, había labrado su destino como una distinguida y aclamada diseña...