Sortilegios para Weasley

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Draco apareció en las afueras de la casa de Hermione. Había tenido suerte de no ser visto por algún muggle que transitara a esa hora, pues no se detuvo a pensar siquiera en aquello cuando por rabia se retiró ofuscado de la casa de Hermione. Aunque en algún momento quiso regresar al escuchar su voz llamándolo, pero su orgullo ganó.

Abrió la portezuela del carro con el control a distancia y se sentó al volante. Respiró profundo para tranquilizarse. Tenía tantas dudas acerca de lo que acababa de ocurrir, aunque la más importante era si se casaría finalmente Hermione con él. ¡¿Cómo demonios iba a saberlo?! Dio un fuerte golpe al volante pues pensó que la había hecho de oro con ese famoso contrato prenupcial. Jamás imaginó la respuesta de Hermione... no creyó que iba a perder esa pequeña batalla lidiada hacía unos minutos.

Bueno, por algo fue la chica más inteligente de su generación... Debió suponer que no se iba a quedar de brazos cruzados y que le iba a dar la pelea. ¡Y qué pelea! ¡Post natal y nada de flacidez! ¿Qué se habrá creído? ¿La mujer de hierro, acaso? Y la guinda del pastel: le había sacado a luz ese «pequeño problemita» que tuvo aquella mañana en donde perdió la concentración...

—¡Mujeres! No perdonan ni una...

Pero su rabia estaba combinada con ternura. Esas extrañas emociones que solo esa mujer causaba en él. Jamás podría estar cien por ciento feliz a su lado, pero tampoco podría estar cien por ciento enojado con ella.

¿Así de estúpido era estar enamorado? ¡Diantres! Al parecer, sí.

Con todo, los planes de reconciliación que había hecho para ese día se fueron por el retrete. Debía cancelar la reserva del hotel y la cena especial que había ordenado. Esa era una de las tantas cosas que jamás le pensaba decir a Granger. De seguro en estos momentos ella se estaba riendo por haber ganado, pero él era un Malfoy y sabría cómo borrarle la sonrisa de la cara. Sí, cuando no se presentara a la boda y lejos de contarle a la prensa lo del supuesto aborto, diría que fue por infidelidad... que por eso no se había casado con él... aquello sería más creíble. Además, mucha gente la había visto el día del desfile de modas muy sonriente con su ex marido, al lado de cararajada... ¡Par de babosos! Lo único que querían era alejarla de él. Además no tenía que ser adivino para suponer lo que ambos héroes de guerra veían en él: un mortífago. Estaba seguro que esos dos todavía vivían en el pasado.

Pero, ¿qué tanto daño le podría causar a ella y al bebé si él actuaba de esa manera? Es decir, difamándola y dejando su nombre por el suelo... ¡Demonios, esa mujer definitivamente lo tenía atrapado!

Y Potter... el muy faldero había tenido la desfachatez de presentarse en el hospital. ¡Y para mala suerte, se lo tenía que encontrar justo ahí! ¿Qué pretendía con ir a verla, si jamás se preocupó luego de que la rechazara? Fueron años en que no se había dignado a preguntar por ella o buscarla. ¿Qué habría pasado si efectivamente ella hubiese estado embarazada de él? Era obvio que habría tenido que asumir toda la responsabilidad sola y no dudaba que lo habría hecho bien. Granger era fuerte.

El muy imbécil juraba que con aparecerse una vez en el hospital (estando embarazada de otro) iba a borrar todo el mal que había causado. No, él la conocía y sabía que no lo perdonaría así como así. Lo malo era que si en algún momento ella optaba por perdonarlo, ¿volvería a sus brazos? ¿Cuánto amor quedaba de aquella relación? Pues dudaba que hubiese algo, así como tampoco no creía que ella lo amara... y eso a final de cuentas era lo que realmente le importaba.

Además si Hermione no le decía que estaba enamorada de él o que por lo menos sentía algo, él jamás lo reconocería, porque siempre había temido al rechazo y sentirse rechazado por la mujer amada, debía ser horrible, un sentimiento que no se imaginaba y por tanto no deseaba experimentar. ¡Por eso odiaba el amor! ¡Por eso odiaba enamorarse! ¡Por eso nunca se había enamorado! Hasta ahora...

Y todo por una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora