El Día «P»

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Treinta y nueve semanas de embarazo y la panza de Hermione estaba inmensa. En una o dos semanas más sería el parto y ella cada vez se sentía más nerviosa. Había practicado junto a unas psicólogas expertas cómo abordar el dolor y aprendiendo técnicas de respiración con una matrona, quien iba a diario a controlarla. El turno de las enfermeras se mantenía, y la visita también a diario del médico de cabecera.

Sinceramente se sentía totalmente invadida y sin privacidad, era como si su cuerpo ya no le perteneciera, pues todos la examinaban, la medían, la subían en la báscula, controlaban su alimentación... que no hallaba las horas de tener a Scorpius en sus brazos. Sin embargo, a pesar de todas las técnicas estudiadas y de los consejos recibidos y uno que otro «secreto», tenía miedo.

Ahora se encontraba sentada en la mecedora del balcón, mientras Draco había ido al taller a petición de Luna, para que le diera el visto bueno a un contrato que Giovanni había logrado con una empresa cinematográfica la cual quería que la Casa Grennett se hiciera cargo de la vestimenta de las actrices, pues era una película que se pensaba rodar en Hollywood y que tocaba el tema del modelaje.

Draco era avezado en el tema de los contratos y por mucha confianza que tuviera en Giovanni en negocios, sabía que Draco lo era mucho más, así que le había pedido revisar las cláusulas y si efectivamente podrían dar abasto a lo solicitado y si todo el esfuerzo en la inversión, se podría solventar y quedar ganancias en relación con el pago recibido.

Mientras estaba en la mecedora abrigada hasta los pies, pues el tiempo amenazaba con una tormenta, acariciaba una mantita de algodón que Luna le había llevado en la mañana, para su hijito. Luna... cada día más feliz junto a Bruno... podría asegurar que su amiga estaba enamorada de su amigo gay. Ella se lo había dicho muchas veces, que no se hiciera ilusiones con él porque era un promiscuo y que para colmo le gustaban los hombres. Luna solo reía y decía que eran solamente amigos. Pero ella conocía esa mirada con brillo especial y podría asegurar que Luna estaba enamorada de Bruno.

Por otra parte, hacía un par de semanas había recibido el parte de matrimonio de Ronald y Tanya Hall. Había sonreído de alegría. Al fin Ron se casaba. No conocía a la novia, así que se preocupó de que Luna le consiguiera algunas revistas mágicas en donde mostraran a la feliz pareja y al ver a la muchacha la encontró bellísima, era una verdadera modelo. Cada día la idea que tenía de llevar sus creaciones al mundo mágico se hacían más intensas, sobre todo viendo que allí habían muchachas que podrían lucir dignamente esos modelos... Luna era una de ellas, y ahora veía en Tanya una potencial top model.

Pero ese plan debería esperar hasta que su hijo estuviera un poco más grande y que le diera tiempo a ella para trabajar, pues su prioridad ante todo era la familia. Estar con Draco, que cada vez la sorprendía más. Era tan galante, tan caballero... aunque también posesivo, dominante, sarcástico y burlón, pero tan de ella...

—¿Cómo amaneciste hoy, Hermione? —era Narcisa quien llegaba cada mañana a acompañarla. Llevaba su tejido de agujas y se sentaba al lado de ella. Ahora tejía un pequeño chalequito en lana suave celeste para su nieto. Podría utilizar magia, salir y comprar lo que quisiera, pudiera incluso hacer aparecer lo que quisiera, pero sabía que las cosas hechas por uno mismo y con amor, eran mejor recibidas y se sentía feliz de haber trabajado en ello.

—Estoy bien. Aunque nerviosa.

—¿Por el parto?

—Sí.

—¿A qué le temes, hija? ¿Al dolor? ¿A las contracciones?

—Le temo a la episiotomía... ya sabes... a ese cortecito... ya sabes dónde...

—¡Oh, eso! Creo que todas las mujeres tememos a eso...

—¿Y en San Mungo será igual?

—Un parto es un parto, hija. Tanto en los muggles como en los magos, se da de igual forma. Debes estar tranquila. Ahora hay muchos adelantos, no vas a sentir nada...

Y todo por una nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora