CAPÍTULO DIECISÉIS

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CAPÍTULO DIECISÉIS.

JADEN



Seguimos a los tres machos alfas en silencio, uno junto al otro mientras nuestra visión no nos decepciona. En este caso no es como Amapola Village, que se encontraba en extensas praderas cubiertas del marcado color rojizo de la famosa flor que da nombre a la ciudad, en esta ocasión, no vemos más que algunos metros por delante. El bosque es espeso y frondoso, con algunas explanadas en las que se encuentran casas muy rústicas y primitivas. La mayoría no tienen puertas, y las que las tienen, son de madera y medio rotas. También hay pequeñas cabañas construidas sobre las ramas de los árboles, como las que los padres americanos suelen hacerles a sus hijos en mi tiempo. En cierto modo, me siento cómodo en este ambiente, entre tanta naturaleza.

Por otro lado, ¿qué decir de sus habitantes? Leones, tigres, jaguares y lobos conviven y campan a sus anchas, unos jugueteando con otros, durmiendo en lo alto de los árboles o en sus bases cubiertas por hojas y tierra. Muchos de ellos están en su forma animal, mientras que otros mantienen la humana. Estos segundos se ven igual de salvajes a pesar de no estar caminando a cuatro patas. Las marcas en sus rostros y cuerpos, así como el característico cabello y ojos, hace que sean llamativos en todo su ser. Por no mencionar la altura de cada uno de ellos.

Entonces diviso a un grupo en el que hay dos mujeres lobo y una jaguar. Hasta ahora no me había parado a pensar en si serían todos machos o también habría hembras, algo obvio teniendo en cuenta la reproducción.

Puedo imaginar cuál será su postura favorita.

Creo que los más marcados para mí son los leones, tanto ellas como ellos. Tienen el  cabello rubio y muy largo, brillante y sedoso. Realmente dan ganas de acercarse y tocarlo.

En cuanto a los lobos, todos ellos tienen la mandíbula igual de cuadrada, ambos sexos cuentan con puntiagudas orejas y son los más bajos de las cuatro razas.

Tigres y jaguares son parecidos de estatura y de físico, excepto por los ojos verdes y amarillos de los jaguares, y las marcan en el rostro y cuerpo de los tigres.

—Esto es realmente... impresionante —comento casi para mí mismo—. Qué lástima no tener mi móvil para hacerles una foto y subirla a Instagram.

—¿De qué se supones que hablas? —me pregunta Forest, el jaguar, con diversión por nuestras impresiones.

—Da igual. ¿Esto es siempre así?

—Así, ¿cómo? —Killian se une a la conversación.

—Pues así de... salvaje. Todos mezclados con todos, tirados por el suelo, animales mezclados con personas... —explico.

—Todos somos animales, Jaden. Tú incluído —responde el lobo.

—Y no nos has visto apareándonos... ¡Es broma! No somos así de salvajes y primitivos, tenemos consciencia. Sabemos qué cosas hacer sin que nos vean, al menos que a alguien le vaya ser visto mientras lo hace —ríe Forest y después mira a Avalon—. Tenía curiosidad sobre los mellizos Balker, siempre ocultos en el Rascacielos, protegidos como si los escondieran del mundo. ¿Por qué los ocultan, Avalon?

—No nos ocultan.

—¿No? —Apresura el paso para caminar a su lado—. ¿Cómo le llamas al hecho de que no los expongan al mundo? ¿Cuántas veces has salido de Dreamland? ¿Sales sin guardias del Rascacielo Real? ¿Te dejan ver incluso a otros de otra zona con gran rango? ¿Has tenido novios? ¿Te dejan tener amigos o eres solo tú y tu hermano?

BabyloniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora