~ • [WonHui]

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Había algo en el color del cielo que le capturó de imprevisto. Los azules y algunos tonos rosas mezclándose entre sí le daban una sensación de paz un tanto extraña.

Wonwoo nunca había sido amante del cielo, tampoco de los atardeceres y mucho menos de los astros.  Aquellos eran justo esos misterios y bellezas efímeras de las que siempre había intentado alejarse. Intento que falló de la manera más miserable y extraña del mundo, pues el chico junto a él era justamente aquello.

Wen Junhui era la representación del mismo Narciso versión China. Era un misterio de grandes ojos marrones y piel canela que mantenía su mirada fija en el cielo antes de sonreír de imprevisto cada tanto.

"Aún dudas de esto, ¿no?"

La voz suave y aterciopelada, los ojos que ahora le miraban con diversión mientras una de sus manos se extendía para posarse en una de sus mejillas. Aquello. Todo aquello era un misterio, era extraño, la calidez que emanaba de su cuerpo y la forma en que su corazón palpitaba frenético bajo el más ligero toque del contrario, la paz en su alma, el cosquilleo en su vientre y la falta de aliento.

"¿Wonwoo?" Llamó de nuevo. Un poco mas alto, un poco mas curioso.

Elazabache despego sus ojos del cielo para mirarle brevemente. No dudaba de él, no dudaba de sus labios ni de su voz, dudaba del cielo y sus extraños colores, dudaba el porqué justo aquella tarde había adquirido aquellos matices, dudaba de si mismo y su capacidad de discernir sus propias emociones, dudaba de poder quedarse, dudaba que pudiera vencer sus temores y sus dudas, dudaba del mismísimo cielo pues no le parecía lógico que solo la visión sobre el le hiciera sentir tan bien y tan cohibido al mismo tiempo...

Aunque podría tener sus razones.

Es que Wen había repetido tantas veces que él era como el azul, metódico y tranquilo, calmo, frío y confiable. Mientras que él era más como el rosa, lindo, misterioso y cálido, lleno de una pasión que dormitaba. Entonces el cielo tomando justo esas dos tonalidades... Justo en la tarde que Jun había elegido para darle una cajita con un pequeño anillo sin decir una palabra le parecía algo intrigante.

Tal vez por eso le daba paz, por que eran sus colores y por lo bonitos que se veían juntos en el firmamento le hacía pensar ellos mismos, en su relación llena de aristas y matices. En esa pequeña terraza adornada con flores y pequeñas velas, en su vida juntos y en cómo todo había colapsado sin sentido al rededor de ellos.

"Es el destino Jeon" dijo con una sonrisa antes de volver a su dirigir su mirada al cielo. "Si dejarás de buscar una razón en todo esto, tal vez estarías mas tranquilo"

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